OPINIÓN
Esperada desde décadas, por fin llegó para las mujeres saudíes la posibilidad de elegir y ser elegidas. Ojo, sólo a nivel municipal, para ocuparse de temas menores, como la manutención de jardines o de edificios públicos.
Para las que no pueden salir de casa sin su túnica negra, que a veces deja descubiertos solo los ojos, o sin ser acompañadas por un pariente masculino; para las que no pueden todavía conducir, ni ser testigos en juicios criminales; las que deben pedir permiso a los varones de la familia para estudiar, viajar etc., esta pequeña meta alcanzada ocurrió en diciembre del año que acabó es algo grande.
Y, aprovechando la oportunidad, unas 130.000 mujeres se atrevieron a ir a votar frente a 1,35 millones de hombres. Por supuesto todavía acompañadas por un chófer, o gratuitamente, por los taxi de la agencia Uber. Resultaron elegidas 13 mujeres en 8 provincias (una de ellas la más importante, La Meca), entre 2106 consejeros hombres. Las candidatas eran más de 900, los candidatos 6.000.
Probablemente esta pequeña concesión a las mujeres es un guiño para los aliados de Occidente desde la oxidada monarquía saudí, cuestionada por tener las cárceles llenas de disidentes, por haber encarcelado espiritualmente las mujeres (quienes en el reino preislámico de Nabatea tenían más libertad), por apoyar grupos armados fundamentalistas en el explosivo tablero medio oriental, por financiar las corrientes integristas en las mezquitas de medio mundo. ¿Qué más decir?
Por eso, como asegura la activista y profesora Hatún Al Fasi, el reconocimiento del derecho a votar (que las tunecinas tienen por ejemplo desde los años 60) no fue un regalo, sino el resultado de la lucha tenaz de las sufragistas. Ella misma fue hostigada y perdió el trabajo de profesora de Historia de la Mujer en la Universidad Rey Saudí. Sin embargo, su marido siguió apoyándola aun cuando su lucha parecía inútil y autodestructiva. Por eso ahora toda la familia esta exultante por este pequeño y gran resultado.
“Ce n’est pas qu’un debut”, era uno de los eslóganes de la revolución estudiantil francesa del mayo del ’68. “La lucha recién ha comenzado, contra los poderes que nos oprimen”. Y en Arabia Saudí, hay un mar de cosas que oprimen las mujeres, y los hombres. El próximo objetivo para Al Fasi y compañeras es conseguir la creación de un Ministerio de Asuntos Femeninos, que se encargue de desatar uno tras otro los nudos que ahogan la vida de las mujeres. Se lo deseamos vivamente.