La mitología romana se hizo presente en el siglo XIX cubano, de una forma paradigmática y poco convencional. Bajo el manto apasionado de un movimiento literario femenino que constituyó uno de los pilares del movimiento feminista en Cuba, nació la revista Minerva, en su primera etapa en el Siglo XIX (1888-1889).
La revista Minerva, fue incluso más trasgresora que la mitología, puesto que estaba dedicada a ‘la mujer de color’, los márgenes de una sociedad rígidamente estratificada por estamentos raciales y de género, y marcó un hito, pues en aun se respiraban las reminiscencias de un sistema esclavista abrumador, abolido en 1886.
En especial porque encumbró las voces de un número considerable de mujeres negras y mestizas que, a través de sus noticias, poesías, comentarios, críticas, reseñas sociales, artísticas y deportivas, formaron parte, de un movimiento intelectual femenino que hizo tambalear las férreas estructuras patriarcales que regían a la sociedad decimonónica cubana.
Instrucción y cultura como superación
Uno de los puntos esenciales, defendidos en las páginas de Minerva, quizás argumentado en la misma lógica metafórica de lo que representaba su nombre (diosa de la sabiduría), fue la exhortación a la instrucción y a la superación cultural de la “mujer de color”, patentando un discurso reivindicativo que se perfilaba innovador y atrevido.
Una de sus habituales colaboradoras: Lucrecia González, en una de sus editoriales, exigía enardecidamente: “No podemos vivir en la inacción. Seamos las heroínas de nuestro sexo, libertándole del férreo yugo de la ignorancia y nuestro esfuerzo nos cubrirá de verdadera gloria” (Minerva, 26 de enero de 1889).
Bajo esta tónica, apenas sobrevivió un año, y aunque en términos fácticos, fue muy poco tiempo, constituyó una muestra del alcance social del movimiento literario femenino que se gesto a finales del siglo XIX en Cuba, allanando el camino para el desarrollo de la revolución feminista que estalló en las primeras cuatro décadas del siglo XX y se hizo notar con una fuerza inconmensurable.
Feministas en un escenario machista y racista
Fue entonces que, al haber sido una de las pioneras de aquel movimiento, y haber logrado dar voz a mujeres negras y mestizas en un escenario hostil de machismo y racismo, no quedo sumida en el olvido. Ya en el Siglo XX, (1910-1915) renacía Minerva, en su segunda etapa, cual ave de fénix. En esa ocasión se presentó como una revista cultural ilustrada, que si bien asumía algunos de los ideales de muchas otras publicaciones de la época, su espíritu reivindicativo se mantuvo intacto haciendo que, una vez más, defendiera con un enfoque mucho más innovador, acorde a los tiempos que se vivían, la defensa inquebrantable de los derechos de las mujeres.
Esa tónica del derechos de las mujeres asistió al nacimiento de una de sus secciones más representativas: Páginas Feministas, en la que evocaba el papel que tienen que jugar las mujeres en la sociedad moderna y hacía gala de los ideales feministas que ya se iban articulando con mayor fuerza en el centro del debate social y político que acontecía en el contexto cubano de principios del siglo XX. Uno de sus titulares remarcaba con gran satisfacción: “las mujeres de Cuba estamos de plácemes, puesto que no tardará en constituirse en nuestra República, un ‘Club Feminista Minerva’, bajo la dirección –probable– de nuestra querida hermana, la señora Prisea A. De Gualba” (Minerva, 19 de enero de 1911).
Pasadas ya un poco más de una centuria de su desaparición, en su segunda atapa, es incuestionable, que formó parte del inicio y despunte del movimiento feminista en Cuba, desplegando toda su sabiduría y convirtiéndose en una fiel interlocutora de un sector de mujeres que sufrieron incontables vejaciones tanto por su condición racial como de género. Homenajeemos merecidamente, por tanto, a Minerva.