OPINIÓN
Después de algo más de un mes de silencio (y descanso) vuelvo a escribir para dar salida a mis pensamientos y reflexiones particulares.
Ha sido un mes agitado informativamente hablando por lo que respecta a los derechos de las mujeres. Pero vamos por partes y no necesariamente por orden cronológico.
La red social del pajarito azul cerró o bloqueó la cuenta de una feminista española valiente, joven formada y con criterio propio. Ella se llama Paula Fraga y es muy clara con respecto a los principales temas de la agenda feminista como los vientres de alquiler, la abolición de la prostitución y la pornografía, o las (nefastas) consecuencias que, para los derechos de las mujeres, tendría la aprobación de la llamada Ley Trans y que el Ministerio de Igualdad tiene previsto aprobar, junto con el resto del Gobierno y el voto favorable de los partidos que dan su apoyo al gobierno, en el presente año.
Dicha red del pajarito azul, una empresa privada, no está de más recordarlo, ha pisoteado los derechos constitucionales de una ciudadana del Estado Español, sin que nadie, más allá de las feministas radicales, hayamos alzado la voz para darle soporte.
Paula, jurista de formación, sabrá qué tiene que hacer en ese sentido, pero la hemos intentado arropar, aunque haya sido simbólicamente y en esa misma red. Desde estas líneas quiero hacerle llegar mi solidaridad, al igual que la de muchas compañeras feministas.
Otra sorpresa que también ha llegado con el año nuevo ha sido el registro de un nuevo partido político, “Feministas al Congreso” que, como no podía ser de otro modo, ha levantado ampollas. Y las ha levantado, curiosamente entre algunos partidos de izquierdas mixtos y no tan mixtos.
Las reacciones no se han hecho esperar y, curiosamente, ninguna positiva viene de esas formaciones políticas. Las reacciones de “vais a fragmentar más de lo que ya lo está el bloque político de la izquierda”, dicho por sesudos y progresistas “compañeros” de esas izquierdas para las que existe una clara disociación entre los derechos del conjunto de la ciudadanía y los derechos de las mujeres, en detrimento claro de estos últimos, han sido inmediatas.
Pero lo más curioso si cabe han sido otras reacciones que, creyéndose hegemónicas de la representación política del feminismo, han llegado a sacar un manifiesto recordando su existencia y sus análisis marxista de la realidad.
Vistas estas reacciones, alguna cosa bien se debe de estar gestando por el nuevo partido político, a cuyas dirigentes también se las acusa de connivencia con la ultraderecha, por expresar su oposición a la gestión del Ministerio de Igualdad. O sea que la pseudo izquierda que está al frente del actual Ministerio, practica aquello tan viejo del “estás conmigo o contra mí”. O, dicho de otro modo, pensamientos únicos e imposición de realidades sin tener en cuenta opiniones de personas que han estudiado y trabajado con ahínco las repercusiones que, para los derechos de las mujeres pueden tener la aprobación de las leyes que pretende el Ministerio.
Como vemos, se nos está quedando un panorama muy neoliberal posmoderno guay con las decisiones del Ministerio y, por extensión del Gobierno, muy poco halagüeño para los derechos de las mujeres. Pero eso sí, cuando discrepamos, aparece la caverna misógina de derechas y pseudoizquierdas para tacharnos de malas, brujas, ultraderechistas, y no sé cuántas cosas más, para acabar cerrando cuentas en redes sociales de quien no comulga con “sus” ruedas de molino. Todo muy democrático, como podemos observar…