OPINIÓN
En primer lugar he de reconocer que mi cultura cinéfila es muy, pero que muy limitada y desde luego en este artículo no pretendo dar lecciones de esta materia a nadie, puesto que parto de mi incultura en el séptimo arte.
Pero hay materias que, por lo visto, no escapan a algunas actitudes ni en el arte, o por lo menos en este séptimo arte. Y me explico: Hace unos días una compañera, Julia López, me hizo llegar a través del correo electrónico un enlace que más abajo reproduzco sobre un tema un tanto escabroso y delicado
Por lo visto recientemente, Bernardo Bertolucci, el renombrado y oscarizado director de cine italiano ha contado cómo se rodó realmente la escena de la mantequilla en la película “El último tango en Paris”. Ha esperado más de cuarenta años para hacerlo y que María Schneider, la protagonista haya fallecido.
Pues bien, según sus propias palabras “La idea se nos ocurrió con Brando mientras estábamos desayunando. En un momento, él comenzó a untar una baguette con manteca, y de pronto nos miramos cómplices”, señaló el director agregando que ”Decidimos no decirle nada a Maria para obtener una reacción más realista, no de actriz sino de mujer joven. En el momento en que llora, grita y se siente herida, en verdad ya estaba dolida por el hecho de que se le había ocultado cómo sería la escena en que su personaje era sodomizado, y lo cierto es que haberse sentido de esa manera fue útil a la película”. O lo que es lo mismo decidieron ser cómplices en una agresión sexual en directo y con fines claramente comerciales, sin ni siquiera plantearse la opinión de la Co-protagonista de la película. Me parece sencillamente deleznable.
Han pasado más de cuarenta años del estreno de aquella película y ¿No pasa nada porque se confiese la violación de una mujer joven por parte de un actor y del director de la película?.
No fue una escena pactada. Fue una agresión sexual y ¿Sigue sin pasar nada, pese a la confesión de uno de los cómplices?
Y me pregunto ¿En cuántas películas en donde la violencia que se ejerce contra las mujeres parece estar pactada en el guión, no lo será?, ¿Cuántas de las escenas de agresiones sexuales o violaciones que nos ha ofrecido el cine no habrán sido reales y la ciudadanía, el público en general, no nos habremos enterado? Es que me parece terrible…
Y me hago estas preguntas, porque no ha sido la única ocasión en que la mujer protagonista ha sido víctima de estas reprobables prácticas.
Al parecer a la protagonista femenina del film L’Amant, dirigido por Jean-Jacques Annaud y basado en la novela de Marguerite Duras, también la “condujeron” a que las escenas de sexo fueran reales y no interpretadas para dar un mayor credibilidad y publicidad a la película. Esta actriz llamada Jane March, al igual que María Schneider, nunca más se mostraron desnudas en sus Films puesto que las hicieron sentir culpables de aquellas escenas, lo cual ya es el colmo.
De pequeña, cuando lloraba viendo alguna película (aún me sigue pasando a veces) mi madre venía y me decía aquello de “Hija, en el cine todo es mentira, todo ficción, cuando se acaban las luces todo vuelve a la normalidad. Y mira como la persona que crees muerta no lo está, observa cómo sigue respirando a pesar de que le han disparado. Porque lo han hecho con balas de broma”. Aquella visión pragmática de mi madre respecto de las pelís, me tranquilizó durante años y, aunque nunca he podido ver una escena de violaciones, siempre quería pensar que eran ficción, que era parte del guión, que todo estaba pactado y que todo el mundo estaba de acuerdo en protagonizar sus papeles, previamente aceptados, incluso en sus modificaciones.
Y ahora, esto me lleva a plantearme si este tipo de personajes laureados como Brando o Bertolucci han sido capaces de perpetrar esta agresión sexual sobre una película para aumentar su realismo (y sus bolsillos que todo hay que decirlo), ¿Qué no habrán hecho con los cuerpos de mujeres actrices, algunos otros directores por promocionar sus películas y llenarlas de “realismo”. La duda es atroz. Porque ahora ya no me vale es discurso de mi madre de que todo era mentira. Ahora ya veo que no todo lo es.
Pero además y lo más sangrante del tema es cómo al tratarse de personajes de renombre mundial y a pesar de haber pasado más de cuarenta años, el tema se sigue tratando como algo “anecdótico” y sigue sin pasar nada.
También hemos de recordar el caso de Roman Polansky quien mantuvo relaciones con una menor de nombre Samantha Gailey (posteriormente Samantha Geimer)y que pese a haberlo reconocido en 1977, no fue hasta el 2009 que pudo ser extraditado a los USA para cumplir con la justicia de aquel país. Pero además la actriz Charlotte Lewis que protagonizó el film “Piratas” (1986) también acusa a Polansky de haber abusado de ella que en aquel momento contaba con 16 años.
Y estos son algunos ejemplos de grandes y laureados directores de fama mundial que han abusado de su posición para intimidar, agredir y utilizar los cuerpos de las mujeres como si de mercancía se tratara con el único de promocionar su trabajo y, en definitiva, ganar dinero.
Pero, al parecer las palabras de las mujeres agredidas siguen sin tener importancia porque los neones de los nombres de estos “grandes e importantes directores” ocultan esas verdades que ellas proclaman. Y son voces que les acusan de agresiones sexuales, físicas, psicológicas e incluso, de no haber tenido en cuenta sus opiniones sobre los guiones y escenas a rodar. Pero a ellos, nada parece preocuparles ni perturbarles.
Con ello hacen gala de un desprecio absoluto tanto por los derechos humanos de las mujeres en general y de las actrices en particular, a quienes no tienen ningún empacho en utilizar como elementos necesarios para sus fines, desnudándolas no sólo de sus ropajes sino también de su dignidad y de sus derechos como personas.
A estos los vamos conociendo y, por supuesto desde mi posición de consumidora de cine, procuraré no volver a ver ninguna de las películas de estos monstruos que no han dudado en pisotear los derechos humanos de las mujeres en beneficio propio.
¡Hasta ahí podíamos llegar! Si para ellos no tenemos derechos, para mí, no tienen dignidad ni trabajo que valga.