domingo 13 octubre 2024

domingo 13 octubre 2024

Sylviane Dahan: “Se han creado grandes negocios con el cuerpo de la mujer”

Por Sonia Potoy y J. Palomés

Hace 35 años que Sylviane Dahan llegaba a Barcelona procedente de París. Inmediatamente se involucró en la vida del barrio que la acogió aunando la lucha vecinal con su militancia feminista. Ha sido el alma de las vocalías de mujeres de la Associació de Veïns de l’Esquerra de l’Eixample i de la Federació de l’Associació de Veins de Barcelona (FAVB).

¿Cómo llegaste a Barcelona?
Soy hija de una familia de inmigrantes argelinos que emigraron a Francia. En París, vivía con un catalán refugiado de la dictadura de Franco. En ese tiempo tenía veinte años y experimenté algo sensacional: el mayo del 68 que hizo temblar la Francia conservadora. Aquello no fue solamente un movimiento juvenil. Fue una huelga general que paralizó el país durante un mes. Hicimos temblar el poder. Eso me marcó. En Francia viví varios años y allí tuve a mis hijos, hasta que mi compañero y yo decidimos venir a Barcelona hacia el año 1987, donde nos establecimos y empecé a trabajar de maestra.

… y a involucrarte en las luchas vecinales.
Sí, sí. Sólo llegar me involucré en la asociación de vecinos. Me llamó la atención la fortaleza y la actividad de las asociaciones de vecinos que había en Barcelona. Venía de París y allí no estaban tan estructuradas como aquí. Mis convicciones feministas sí que se forjaron en Francia, donde empecé militando en el Movimiento de Liberación de la Mujer en Francia (MLF, en francés) con líderes tan importantes como Simone de Beauvoir, y con luchas que se iniciaban como el derecho al aborto o la liberación sexual. Ese fue mi despertar al activismo.

¿Cómo te integraste en la asociación de vecinos?
He de confesar que, al inicio, acudía para aprender el catalán, pero muy poco después ya me introduje en el movimiento vecinal hasta que me responsabilicé de la edición de la revista de la Asociación de Vecinos del barrio de l’Esquerra de l’Eixample, hasta hace relativamente poco. Tenía experiencia en cuestiones de maquetación, diseño, impresión… porque ya había trabajado en Francia en una imprenta por cuestiones de militancia. Hasta que también empecé a participar activamente en la Vocalía de la Mujer de la asociación.

¿Qué temas abordáis en la Vocalía de Mujeres de la Asociación de Vecinos?
El principal reto que existe en la Vocalía de Mujeres es dar a comprender un concepto muy, muy elemental: las mujeres existimos y somos la mitad de la población, que aunque parezca elemental no en todas las cabezas entra y por eso cuesta tanto luchar por la igualdad. Hablamos de igualdad, pero la igualdad es, simplemente, aceptar este hecho, que biológicamente hay hombres y hay mujeres, y el hecho de ser mujeres tiene consecuencias injustas, dañinas, desiguales para las mujeres. Somos diferentes, pero no desiguales. Las propias mujeres no se percatan de que son el 50% de la población. Las propias mujeres han interiorizado que la sociedad está dominada por los hombres. A lo largo de los años que he estado en la Vocalía de Mujeres de la asociación he conocido a muchas mujeres que, ante la violencia, no denuncian. Han aceptado toda la vida el maltrato. He conocido mujeres mayores que han decido marchar de casa, porque no aguantaban más el maltrato, cuando los hijos, ya mayores, habían abandonado el hogar. Habían aguantado toda la vida un matrimonio infeliz y cruel. Y te hablo de mujeres con estudios, con formación. Eso lo he visto en Barcelona, en París. Es el sistema patriarcal que se ha aprovechado mediante la división del trabajo de imponer una superioridad de los hombres sobre las mujeres. Y cuando las mujeres no tienen una independencia económica, una autonomía, eso se agudiza.

¿Y qué estrategias impulsáis en la asociación ante eso?
De esa violencia, las mujeres no nos podemos librar con intelectualismo, con libros, con teorías. Por eso es tan importante el trabajo que se hace en las vocalías de mujeres de los barrios: hay que visibilizar esa violencia. La violencia no puede ser invisible. Esa es la esencia de la democracia: cómo es posible que haya mujeres que sufran, que no puedan desarrollar su potencial, su personalidad, su valor, sus derechos, porque están bajo un sistema de sometimiento patriarcal. La democracia, pues, pasa por el reconocimiento y valoración de una parte de la sociedad que está infravalorada. Un reconocimiento que nos beneficiaría a todos, por cierto. En la FAVB impulsamos los Puntos Lilas, un acuerdo entre todas las entidades del barrio para luchar contra la violencia machista. Se involucra especialmente a las tiendas y establecimientos del barrio y funciona en Sant Antoni, aquí en l’Eixample, y en el Besós también se está desarrollando.

Y, sin embargo, pareciera que la violencia machista crezca día a día…
La violencia contra las mujeres crece día a día. La prostitución está aceptada, la pornografía está aceptada, los vientres de alquiler son un hecho consumado… La lucha feminista es más necesaria que nunca y es más necesaria que nunca la unión de las feministas. Ciertas reivindicaciones de género, LGTBI… han creado mucho desconcierto dentro del movimiento feminista. Hay una gran división en el seno de la izquierda, en el feminismo, y esa división es el triunfo del neoliberalismo. Hace cincuenta años era impensable, inimaginable que se normalizaran los vientres de alquiler y ahora es algo que mucha gente acepta con total normalidad, como la pornografía, que tanto está afectando a las nuevas generaciones. La prostitución, la pornografía, eso que llaman maternidad subrogada, son violencias brutales contra la mujer que aúnan el género y la pobreza. Son grandes negocios que explotan la pobreza de la mujer. El capitalismo y el sistema patriarcal se complementan perfectamente. El cuerpo de la mujer era el último reducto al que el capitalismo no había llegado. Se han creado grandes negocios con el cuerpo de la mujer.

¿Crece la conciencia sobre los derechos de la mujer entre la ciudadanía?
Esa es la principal tarea que hacemos en las vocalías de mujeres y, en efecto, la conciencia entre la ciudadanía avanza, realmente, pero crece día a día la violencia contra las mujeres. Además, no hay medidas institucionales que te garanticen seguridad, hay leyes que no se cumplen y gobiernos que no las exigen cumplir. La democracia es muy frágil todavía en ese sentido. El patriarcado tiene miedo a perder sus privilegios y por eso, a medida que avanzamos en la conciencia de nuestros derechos, más amenazado se siente el sistema patriarcal. La violencia contra la mujer, la misoginia, avanza con la misma intensidad que avanza la conciencia de nuestra lucha.

Se habla de crisis en las asociaciones de vecinos, ¿por qué?
El movimiento vecinal ya no es el mismo que el de los años 80. La sociedad también ha cambiado. En esos años, los partidos de izquierdas estaban muy introducidos en el movimiento vecinal, lo que ocasionó que los líderes vecinales se transformaran en cuadros políticos y no ha llegado una nueva generación de activistas y militantes de barrio. Hoy el activismo vecinal sigue existiendo pero con muchas dificultades, porque actualmente las exigencias de las asociaciones para trabajar son enormes. Antes, por ejemplo, existía el voluntariado y el único gasto era el alquiler que se pagaba con la cotización de los socios. La gente entregaba su energía, su trabajo y su tiempo de manera voluntaria, sin nada a cambio, simplemente por convicciones. Yo he experimentado ese cambio. Hoy, hasta el activismo se ha profesionalizado y no tenemos gente joven, la nueva generación no se siente atraída por el movimiento vecinal.

¿Es el financiamiento la principal debilidad de las asociaciones de vecinos?
Las necesidades económicas de las asociaciones de vecinos no son las de antes. Antes vivíamos de las cotizaciones y el trabajo era voluntario. Ahora hay muchos menos socios y dependemos de las subvenciones. No hay independencia económica: dependemos de un local que nos ha cedido el ayuntamiento y dependemos de las subvenciones, que se han de justificar y eso comporta un trabajo burocrático y administrativo enorme que se resta al trabajo del activismo vecinal. Hay asociaciones, y no son pocas, que han recurrido a las gestorías para la externalización de esas tareas que quitan tanto tiempo, y a la contratación de administrativas para las tareas del día a día. Hoy la gente joven, y lo entiendo, no vendrá a trabajar sin un sueldo. Hay muchas asociaciones de vecinos que han dejado de existir por eso mismo.

¿Por qué crees que la gente joven no se siente seducida por el movimiento vecinal?
La sociedad ha cambiado. Las nuevas generaciones no tienen las mismas condiciones económicas que teníamos nosotros hace treinta años. Nosotros teníamos trabajo, por ejemplo, y no padecimos la precariedad de los jóvenes de hoy. Hoy la principal preocupación de la gente joven es mantener su trabajo o tener un lugar digno donde vivir, por ejemplo. Además, entre las nuevas generaciones se percibe un rechazo hacia los partidos políticos y perciben el movimiento vecinal como una extensión de los partidos políticos.
Los jóvenes, desde el 15-M, han creado sus propios espacios. Por ejemplo, en mi barrio se ha creado un grupo de mujeres jóvenes que no quieren vincularse a la asociación de vecinos porque tienen otras perspectivas, otras maneras de trabajar, de entender la lucha. ¿Qué debemos hacer? ¿Plegar? En la Federación de las Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) todavía funciona muy bien la Comisión de Mujeres, pero no es el caso de muchos y muchos barrios

¿Cómo percibes el futuro de las asociaciones de vecinos?
El movimiento vecinal está en crisis porque no se ha renovado, pero también es un movimiento que ha resistido durante 50 años. No sé cuál puede ser el futuro del movimiento vecinal. Pero sí sé que siempre habrá la necesidad de un lugar de encuentro, de intercambio, de cohesión. El sentimiento comunal siempre existirá en el ser humano. Debemos encontrar una fórmula, un espacio más abierto y menos rígido que el que ha imperado hasta ahora. La juventud no se encuentra cómoda con esta estructura rígida del movimiento vecinal, más acostumbrado al asamblearismo potenciado a partir del 15-M. El movimiento vecinal ha jugado un papel destacado desde la Transición, lo que venga después no sé que pueda ser. Lo que sí sé es que las personas, los y las vecinas necesitarán encontrarse, comunicarse, cooperar para solucionar problemas porque solos no podemos hacer nada. La asociación es una necesidad vital, inherente al ser humano.

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Alícia Oliver

Periodista i activista feminista. Coordinadora de la Xarxa Europea de Dones Periodistes i de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género
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