martes 16 abril 2024

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“Sugarbaby, o el disfraz de la prostitución azucarada”

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¿A quién no gusta un poco de dulzura en este mundo cruel?

 

Así pensó hace diez años Brandon Wade, un joven nacido en Singapur en una familia china, donde una mamá tigresa lo educó a golpe de vara para ser un estudiante excelente.

Tanto que llegó a graduarse en la más prestigiosa y selectiva  universidad norteamericana, el Massachussets Institute of Technology (MIT) de Boston, famoso por sus numerosos premios Nobel y también por la alta tasa de suicidios entre los estudiantes.
 A pesar de sus logros académicos, Brandon Wade, no teniendo mucha suerte con las mujeres, se convenció que el amor romántico era solo para la juventud pobre, mientras que entre las personas adultas domina la dura ley del dinero. Fue por eso que hace 10 años abrió una web para poner en contacto atractivas jóvenes sin dinero con hombres exitosos  en los negocios, (como era él) con billetera abultada. La web se llama seekingarrangement.com “buscando un trato”,  léase, un acuerdo flexible entre “sugarbabies”, dulces y guapas jovencitas “amantes de viajes exóticos y del lujo”, con “sugardaddies”, o sea “dulces papitos” que “saben apreciar las bellas jóvenes”. Compénsandolas, por ejemplo, con 1000 o 3000 dólares por un weekend, con bolsos de Prada por un encuentro sexual, o hasta pagándoles las cuotas anuales de la Universidad, que pueden superar los 50.000 dólares, en caso de relaciones más exigentes.

 

Para que no haya dudas, el símbolo de la web es un corazón rojo con la letra $ de dólares en el medio. Dólares y dulzura que van y vienen, a cambio de “ayuda emocional, mental y financiera” (según BrandonWade) para las sugarbabies que, recién salidas de los institutos, deben enfrentarse con el duro sistema económico del país. Obama, por ejemplo, asegura haber terminado de pagar sus deudas universitarias sólo cuando llegó a ser senador. Aun cuando hay filántropos que financian generosamente las universidades, muchos chicos y chicas deben renunciar a los estudios, y contentarse con trabajos precarios y mal pagados, que tampoco ofrecen seguro de salud.

 

Crisis económica, unida a la filosofía del “todo vale”: de allí el boom de los “tratos” entre maduros hombres de negocio y jóvenes atractivas, realizando fantasías en hoteles cinco estrellas, o simplemente, buscando seguridad. La web seekingarrangement.com ha tenido un gran éxito, llegando, según su fundador,a tener 3,6 millones de usuarios, 2, 6 millones de sugarbabies, 1 millón de sugardaddies o mommies, y actuar en 139 países, desde Ucrania a Singapore. Aparte unas cuantas jovencitas ataviadas como estrellas porno, la mayoría de chicas se parecen a las vecinas de la puerta al lado, y el 44% en los Estados Unidos son estudiantes que aspiran pagar la Universidad, y después, a hacer su vida.

 

No hay nada malo en estos acuerdos, asegura Brandon Wade, pues se dan entre personas adultas. Olvidándose del hecho que cuando los tratos se hacen entre personas con diferentes niveles de poder, hay en el fondo un chantaje. Y que la persona con menos dinero  que tenga el poder de la feminidad, entendida como atractivo sexual o capacidad reproductiva (tan apreciada desde siempre en las sociedades patriarcales donde se ha dado la “venta” por matrimonio de adolescentes a hombres maduros o ancianos), y le ponga ahora un precio, no quita el hecho que se vuelva ella misma un objeto, en búsqueda de otros objetos, que simbolicen éxito y seguridad. Una forma de prostitución azucarada.

 

¿Cuáles las consecuencias emocionales en estos tipos de tratos que, a diferencia de las relaciones supuestamente “asépticas” entre prostitutas y clientes, (subrayando el “supuestamente”) implican también la esfera de los sentimientos, deseos, expectativas? Se pregunta una psicóloga, Kathleen Barry, exponiendo sus argumentos a la revista Cosmopolitan en el noviembre del 2013. En realidad, el refuerzo mental, el empowerment en las chicas, casi nunca no se da. Al contrario, ellas se quedan psicológicamente dependientes. Valorándose solo sexualmente, comienzan a perder el sentido del self (eso que algunos llaman, arcaicamente, “dignidad”). Pueden ganar comodidades, y perder algo que sigue siendo muy importante para ellas, el amor de un compañero. Lo confiesa Helen Croyden, una ex sugarbaby que escribió sus reflexiones en el libro “SugarDaddydiaries: when a FantasybecomeanObsession”: cuando informó a su futuro marido, un colega de trabajo, que había sido por una breve temporada una Sugarbaby, él la dejó, por “puta”. Las PrettyWoman son raras en una sociedad más bien hipócrita, y los Richard Gere una aguja en un pajar.

           

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Berlusconi, ejemplar Sugardaddy en nuestros paralelos, ha pagado 2500 euro mensuales por años a una treintena de chicas que avisparan sus noches de Bunga Bunga. Las llamaron Olgettine pues vivían en un edificio señorial en la homónima calle de Milán, e (ironía de la historia), las Olgettine son también una orden religiosa. Berlusconi y sus compinches fueron acusados por los jueces  de haber montado una red de prostitución, pero al final, pare el “Papi” todo quedó en nada.Las Olgettine fueron liquidadas con pisos y joyas,  con tal que se mantuvieran distanciadas de él. La despampanante “Ruby Rompecorazones”, la marroquí Karima El Mahroug, que en la época era menor de edad, se queja ahora, como otras, de no poder encontrar trabajo, pero según los jueces recibió 5 millones de euro del“Papi” para que declarara que entre ellos había solo amistad. Muchas  de las Olgettine migraron.  Ninguna salió, por lo visto, con un doctorado.

Recientemente, en una escuela de un barrio acomodado de Roma se dio  el escándalo de unas quinceañeras que se prostituían por unas horas, drogándose para vivirlas lo menos conscientemente posible.  Gastaron sus ganancias en vestidos excéntricos y bolsos Prada. Ahora, confundidas,  confiesan no saber qué hacer con tantos bolsos Prada. La prostitución de estudiantes se está difundiendo también en España y otros países, aun sin bolsos de Prada de por medio.
Regresando a Boston. Brandon Wade, el graduado del MIT, que tenía problemas para encontrar su “media naranja”, por fin, dice, la encontró. No en su exitosa web de “sugarbabies”,  sino en una entrevista de trabajo.

En una estación del  metro, un hombre  ha puesto en el suelo un gorro y un irónico letrero: “Yo soy demasiado feo para prostituirme. Help me, please.”

En una calle de la ciudad, un niño de casi tres años observa encantado un rudo trabajador de limpieza, todo músculos y tatuajes, que maniobra una poderosa maquinaria. “Estoy descargando basura, amigo”, le explica bajando de la máquina,  “pues no pude ir a la universidad”.  Pero para el niño es un héroe, casi un Batman.

 

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Tona Gusi

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Fundadora i Co-coordinadora de La Independent. També és psicòloga menció en Psicologia d'Intervenció Clínica i menció en Psicologia del Treball i les Organitzacions.
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