Los varones, aún pocos, también quieren tener género, con nuevos valores simbólicos, normas, conductas y características enfocadas hacia la igualdad. Representantes de organizaciones masculinas expusieron sus puntos de vista, plantearon las ventajas de una transformación pro equidad, destacaron avances en ese sentido y analizaron la situación en el contexto actual de crisis en el XII Seminario Ciudades y Personas, organizado por el ICPS (Instituto de Ciencias Políticas y Sociales).
Maria Freixanet y Joan Marcet, coordinadora y director del ICPS.
En el seminario, que se realiza anualmente y que es el octavo dedicado al tema de género, este año se ofreció el resultado del trabajo de varios investigadores sobre el tema “Hombres y género, políticas públicas locales y la transformación de las masculinidades”. Participaron Álvaro Ponce, Paco Abril, Juanjo Compairé, Aharon Fernández y Adriano Beiras, además de Josep Maria Armengol y Àngels Carabí.
No habrá cambio hacia la igualdad si no participan también los hombres y de ese cambio los varones también se benefician, es la idea principal que los ponentes, todos varones, buscaron transmitir en sus exposiciones, ante un público mayoritariamente femenino que asistió a escucharles al CCDFB (Centre de Cultura de Dones Francesca Bonnemaison).
Tanto la exposición realizada como el libro que ofrece el resultado de las investigaciones están enfocados a lograr finalmente políticas públicas desde el ámbito local, por lo que se incluyó una Guía de aplicación práctica para los municipios. En el debate final, algunas de las asistentes, que trabajan años en la materia, consideraron que debía haber mayor participación de las organizaciones feministas y que no se debe olvidar que las mujeres están en desventaja.
Avances y trampas
Paco Abril, investigador especializado en temas de género y masculinidades, afirmó que se observa “el declive del hombre proveedor”, por lo menos a nivel de consideración. Por la crisis económica, agregó, algunos ya no pueden, pero también están los que no quieren ser proveedores y han surgido nuevas actitudes y pensamientos en lo referido a la realización de tareas, roles y en la misma relación entre hombres y mujeres.
En el estudio realizado por Abril, se observa un cambio de valores en lo referido al hombre y a la familia, especialmente en los estratos más jóvenes, donde el ideal de pareja es que las dos personas trabajen, provean, y compartan las labores domésticas y el cuidado de los hijos.
De todas formas, inclusive estos nuevos hombres aún hacen trampa: suelen realizar las labores un tanto periféricas y más agradecidas, como comprar y cocinar que implican mayor socialización y visibilidad; en tanto que las mujeres se quedan con las rutinarias, como la limpieza y la plancha. También buscan hacerse cargo del cuidado de las criaturas y desentenderse de las personas mayores o enfermas.
Participantes en el XXII Seminario Ciudades y Personas.
Crisis y crisis
El alto índice de paro y la crisis económica ha puesto a muchos hombres que están fuera del mercado de trabajo en una situación de crisis personal y de identidad masculina al no poder ser los proveedores. Les ha provocado estrés y depresión y, en algunos casos, ha generado un aumento de situaciones de violencia contra la mujer y los hijos.
Si bien algunos han optado por aprovechar para tener una mayor relación con sus hijos e hijas, así como apoyar en las labores domésticas, los estudios muestran que aún las mujeres dedican diariamente al cuidado del hogar mayor tiempo que los hombres.
Costo de la masculinidad
La masculinidad tradicional tiene un costo para los hombres, afirmaron Abril y Juanjo Compairé. Estas desventajas tienen que ver con aspectos emocionales restringidos, roles sociales rígidos e inclusive con la esperanza de vida, ya que la propia salud es afectada por los tipos de trabajos que están destinados principalmente a hombres y por la reticencia a masculina a mostrarse enfermo o débil.
Compairé dijo que una mayor libertad femenina implicará también una mayor libertad masculina, una menor dependencia y una distribución de responsabilidades.
Desde la cuna
La masculinidad y la violencia son conceptos distintos y muy complejos y que se relacionan en la construcción de la identidad de los hombres, es algo que se aprende desde la cuna, que inclusive les llega antes que el mismo lenguaje y eso plantea mayor dificultad para una transformación, explicó Álvaro Ponce, especialista en temas de violencia de género de la Asociación Conexus.
La identidad masculina está marcada por procesos de socialización de género que devienen en verdaderos guiones de existencia, interiorizados y mantenidos a lo largo de la vida. La violencia forma parte de esa identidad, como defensa o reafirmación viril, y su visibilización implica su denuncia y la denuncia del estatus quo. Un cambio requiere de toda la sociedad y es un objetivo de largo plazo, señaló.
Más información:
L’Associació Conexus ofereix serveis d’atenció a homes que desitgen tractar la seva violència.
http://www.icps.cat/
http://www.labonne.org/
Associació d’ Homes Igualitaris