Foto:cineddhh.org.
Mujeres Palestinas frente a soldados israelies en un control. 1988
Bibliotecaria jubilada, hebrea ortodoxa, Daniela Joel es hija de judíos polacos que en los años 30 migraron a Palestina, mientras la mitad de la familia perdió su vida en el campo de Treblinka.
“En Israel me siento en casa, mi patria es la que me da vergüenza”, afirma mencionando Carlo Ginzburg”, en Jerusalem, en 2013, en un encuentro con visitantes italianos, y tambien en muchas conferencias, en diferentes ciudades europeas.
Lo que hizo indignar a Daniela Joel hacia sus compatriotas es un hecho acaecido hace 17 años, cuando una mujer palestina que se había sometido durante 9 años, a tratamientos de fertilidad, y por fin se había quedado embarazada de dos mellizos, fue impedida de pasar un check point por los soldados israelíes, cuando necesitaba ir a parir a un hospital. Tuvo que dar a luz en tierra y el bebé murió, de nuevo fue parada y murió también el otro mellizo.
Daniela, que tiene nietos sanos y alegres, sintió pena por la mujer y decidió que era hora de hacer gestos concretos para defender los elementales derechos a la vida de mujeres y hombres palestinos, y se involucró en el movimiento “Machsom Watch” (“control de Check point”). Se trata de una organización nacida en 2001 y que ahora cuenta con 400 voluntarias hebreas que monitorean los 600 check point, distribuidos a lo largo del Muro de 700 km, que separa Israel de los territorios palestinos ocupados, para que los soldados tengan un trato humano hacia quien está obligado a horas de cola, bajo el sol o la lluvia,para presentar sus documentos en la entrada o salida de Israel.
Mientras tanto, el Muro, de 13 metros de altura, y construido con la intención de evitar ataques terroristas en Israel, avanza serpenteando entre campos y propiedades palestinas, a las que los asentamientos ilegales israelíes roban agua y tierra, y la tensión entre palestinos y hebreos es altísima.
Actualmente el Muro, presente también en Betlem (dejando atónito este hecho, al papa Francisco), dificulta el tránsito entre un pueblo y otro, entre un pueblo y sus campos, transformando los territorios ocupados en una “prisión a cielo abierto”, como la define Rahed Abusahlia, el sacerdote palestino director de Cáritas en Jerusalem, el cual tambien explica, que una organización de mujeres hebreas, durante los bombardeos de Gaza, en el verano 2014, que causo más de 2000 víctimas palestinas, recogieron el equivalente a 120,000 euros para enviar alimentos a la población afectada por los bombardeos.
Foto:Palestinallibre.org. 8 de Marzo 2014 en Cisjordania
Son acciones que a pesar de no tener la fuerza de incidir en el sistema político, simbólicamente representan la voluntad de muchas mujeres hebreas de oponerse a la opción militarista dominante. Otra experiencia valiosa a nivel educativo, es la escuela primaria de Neve Shalom o Wahat.As Salam en arabe, (“Oasis de paz”), una comunidad intercultural de unas 50 familias fundada en 1972, donde niños y niñas arabes y judíos aprenden los dos idiomas, comparten juegos y conocimientos, rompiendo estereotipos y prejuicios.
Una convivencia más justa entre pueblos es posible, si más gente lo quiere y se compromete: eso cree Daniela Joel, que denuncia también al exterior, las violaciones a los derechos humanos que se dan en su país, motivada, según dice, por los valores de justicia incluidos en su religión.
Cuando sus compatriotas la tildan de “traidora”, (igual que a la organización de derechos humanos B’Tselem) ella responde: “Tenemos que ayudar Israel a salvarse de si misma”.