viernes 29 marzo 2024

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Prólogo de Transgresoras. Un recorrido por la poética feminista “Sacúdete el polvo y supéralo”

   

Petica transgresora 2

 

“…El editor me devolvió el libro diciendo: Madame, llévese toda su ropa interior, no nos interesa su libro…”.El epígrafe corresponde a la escritora francesa setentista Anaïs Nin..

 

Una de sus cartas fue recuperada por otra escritora, la cubana Wendy Guerra en su libro de poemas “Ropa interior”. En la carta, Anaïs Nin cuenta la visita a un famoso editor que, al devolverle sus manuscritos, los tira encima de la mesa y le dice: “Señora, haga el favor de llevarse de aquí su ropa interior”.

 

 

Petica transgresora 2

 

 

En esa escena, el desprecio del macho impunemente hiere la sensibilidad de la escritora, su intimidad, su soledad, su plenitud, sus sentimientos amorosos, el dolor de la pérdida, su escritura de sangre, sus diálogos con sus diosas protectoras.
Se enfrentaba al orden violento del discurso sexista. Había sido simbólicamente violada. Aprendió la lección del patriarcado. Aprendió también a sobrevivir. A sacudirse el polvo y a superarlo.

Citado por Virigine Despentes en su libro Teoría King Kong (2013). “Un tal Camille Pagloa hablaba de la violación. Olvidé sus palabras exactas. Pero decía esencialmente: ‘Es un riesgo inevitable es un riesgo que las mujeres tienen que tomar en cuenta y aceptar correr si quieren salir de sus casas y circular libremente.
Si te pasa, párate, dust yourself y supéralo. Y si te da demasiado miedo, quédate en lo de mamá y ocúpate de hacerte la manicura’. Me indignó en el momento. Náusea de defensa. En los minutos siguientes, tuve esta sensación de gran calma interior: atontada”.

Hacia 1970 en Italia, las mujeres de Rivolta Femminile, un grupo que la feminista Carla Lonzi fundó junto a la pintora Cara Accardi y la escritoia Elvira Banotti, escribían:

“Consideramos responsables de las grandes humillaciones que nos ha impuesto el mundo patriarcal a los pensadores: ellos son quienes han mantenido el principio de la mujer como ser adicional para la reproducción de la humanidad, vínculo con la divinidad o umbral del mundo animal”, escribieron.

De algo estoy segura. Esas palabras de desprecio emitidas por el patriarca hoy, puede desencadenar una situación por la cual el editor sopesaría las consecuencias de lo dicho.

En el nuevo orden cultural que la revolución feminista está impulsando, los machos se abstienen. Las mujeres gritamos. Está entre nosotras la poeta argentina Susan Thénon:

 

 

Poetica transgresora 1

 

 

“¿por qué grita esa mujer?/ ¿por qué grita?/¿por qué grita esa mujer?/ andá a saber/ esa mujer ¿por qué grita?/ andá a saber/ mirá qué flores bonitas/ ¿por qué grita?/ jacintos margaritas/ ¿por qué?/ ¿por qué qué?/ ¿por qué grita esa mujer?”

Tan fuerte es el sonido de nuestras gargantas, como el escupitajo que la propia Carla Lonzi lanzó sobre la tumba de Hegel:

“La civilización nos ha definido como inferiores, la Iglesia nos ha llamado sexo, el psicoanálisis nos ha traicionado, el marxismo nos ha vendido a una revolución hipotética. Exigimos referencias de los milenios de pensamiento filosófico durante los cuales se ha teorizado sobre la inferioridad de la mujer. Consideramos responsables de las grandes humillaciones que nos ha impuesto el mundo patriarcal a los pensadores: ellos son quienes han mantenido el principio de la mujer como ser accesorio para la reproducción de la humanidad, vínculo con la divinidad o umbral del mundo animal; esfera privada. Ellos han justificado en la metafísica lo que en la vida de la mujer había de injusto y atroz. La dialéctica amo-esclavo es un arreglo de cuentas entre colectividades de hombres: no preveía la liberación de la mujer, la gran oprimida de la civilización patriarcal. Escupamos sobre Hegel.»

Escupir es para Lonzi, “una palabra nueva que un nuevo sujeto pronuncia y deposita al mismo instante de su difusión”. Exponente del feminismo de la diferencia, leída por el tráfico de fotocopias, cuando sus libros aún no se traducían, la poderosa obra de Lonzi dejó sus poemas entre líneas, y fue descatalogada.

Fue activista en el momento en que el divorcio entre marxismo y feminismo se consumaba. Su gesto liberador, escupir sobre el máximo referente de la dialéctica amo-esclavo, fue un acto performativo, desobediente, valiente, un grito al fin para mover las bases donde se apoyan las estructuras del patriarcado.

Claro pues, Hegel también fue cuestionado por otra mujer, la politóloga Susan Buck-Morss en su libro “Hegel y Haití y la historia universal” (2013). Sospechado, su dialéctica amo-esclavo omitió su posible relación con un acontecimiento que el filósofo alemán no pudo haber ignorado: la revolución haitiana de 1791-1804. Para Buck-Morss, es evidente la influencia en Hegel del primer movimiento revolucionario de América Latina: el período en que compuso la Fenomenología del espíritu –donde aparece por primera vez la idea de la lucha entre identidades que se reconocen mutuamente– coincide con la revuelta de los esclavos haitianos, ampliamente comentada en la prensa europea del momento que se informaba sobre los acontecimientos políticos de sus colonias.

Lonzi va más allá al decir lo que nuestros regímenes de verdad impiden; al enunciar la corporación masculina de filósofos y cientistas sociales que en los tratados sobre la igualdad del iluminismo, no sólo borraron a los esclavos sino que fueron escritos dando por sentado la naturalización de la desigualdad de las mujeres. Algo que en plena Revolución Francesa ya Olympe de Gouges enunciara en sus “Declaraciones de los derechos de la mujer y la ciudadanía” (1791) –convirtiéndose en el primer documento que consideró a las mujeres como sujeto de derecho–. Como Mary Wollstonecraft, quien menciona en su “Vindicación de los derechos de la mujer” de 1792, lo siguiente: “Si no se permite a las mujeres disfrutar de derechos legítimos, volverán viciosos a los hombres y a sí mismas para obtener privilegios ilícitos”.

En efecto, suelo pedir en mis clases de sociología a mis estudiantes, que mencionen las madres fundadoras de la disciplina, y me miran absortes. ¿Es que no existen las madres fundadoras? Marx, Comte, Durkheim, Weber, Malinowski…, ellos sí existen. Son nombrados en el panteón de los fundadores.

 

Fotos: Diari Digital Femení i Arxiu AmecoPress.

 

 

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Amada Santos

Amada Santos

Fotoperiodista i Socióloga. Activista Feminista, Defensora DDHH i Cooperant. Presidenta de la XIDPIC.Cat. Co-coordinadora i Editora de La Independent. Coordinadora Internacional a la RIPVG
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