Libro de la profesora Gail Dines ‘Como el Porno nos ha secuestrado la sexualitdad
“La misoginia es una ideología y hay que preguntarse de dónde vienen las ideas que la sustentan” afirmaba Gail Dines, profesora y responsable de los Estudios sobre Mujeres del Wheelock College, en uno de los debates más interesantes del Nordiskt Forum 2014.
Para esta socióloga estadounidense, “la misoginia es una idea producida y diseminada por las instituciones culturales (mundiales) y socializada como cultura desde las élites; ahí caben, según sus palabras, la violación, el incesto, la prostitución”… que, a través de “Amazon, Twiter u otras plataformas digitales, diseminan la pornografía, que ya constituye un tercio de los contenidos de las redes o un 68% del total, si hablamos de porcentaje”.
Gail Gines es, además, la cofundadora del grupo feminista Stop a la Cultura Porno (que se dedica a trabajar precisamente contra este “secuestro de la sexualidad de la mujer”, según su organización. Ellas denuncian la “hipersexualización o la pornificación” de la cultura. Este tipo de “cultura”, que se disemina por todas partes, “brutaliza, humilla y degrada a las mujeres” señalaba Gines en Malmö, porque no plantea “relaciones sexuales igualitarias”, sino que ubica a la mujeres sólo como “mercancía para joderla” (en el peor sentido de la palabra).
El complejo sexual-industrial y los medios
Esta es una de las explicaciones de lo que para esta profesora constituye el ‘complejo sexual industrial’ (en comparación al militar, en su país) que políticos, abogados, banqueros y otros líderes poderosos consumen y usan masivamente este tipo de “cultura”, porque se la encuentran siempre en todos los hoteles y en las Convenciones y Congresos a los que acuden”, o ellos mismos se lo organizan. (Aquí se puede recordar al francés ‘dimitido’ del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, y con juicios todavía pendientes por abusos sexuales, o a los hombres de los potentes sindicatos del metal alemanes, conocidos por sus rutas sexuales por Brasil). Para esta profesora, “ahora los medios de comunicación y el show bussiness o el negocio cultural, son los perpetradores” de esta violencia contra las mujeres.
Lo triste para esta socióloga es que “los chicos jóvenes también se socializan con la pornografía y no se los prepara para tener relaciones igualitarias con las colegas de su edad”. “Es como si le dices a alguien que se pase de beber whisky a tomarse una cerveza”, comparaba Gines. La Asociación Estadounidense de Psicología ya ha analizado el impacto en “las actitudes y creencias” en las chicas jóvenes de esta hipersexualización de las imágenes en el negocio de la música, los video-clips, el cine… y concluye que “ellas mismas se socializan como meros objetos sexuales y poco más”. Los medios de comunicación y la publicidad, al diseminar masivamente todos esos productos “con tanta familiaridad, normalizan la creencia que es la propia manera individual de pensar” y, lo que es peor, que “se creen que lo están eligiendo libremente”.
“El feminismo ahora consiste en empoderar a las mujeres, como antes lo fue la liberación”, acabó Gail Dines.
Folletos: el primero dice que el feminismo viene con olas
Señalar y nombrar las conductas abusivas
Jackson Katz, también estadounidense, educador, autor de libros y películas, y otro ponente de este mismo debate sobre Violencia, justamente, “trabaja en el sistema educativo para identificar con los chicos dónde están las conductas abusivas”.
Él examina con sus alumnos el papel de “esas instituciones poderosas” como el mundo de “los deportes, el militar, la cultura de los medios de comunicación, la pornografía y rescata la fuerza de las leyes para trabajar en los cambios”.
Una de las labores más importantes de Katz como docente es “redefinir el concepto de fuerza en los hombres” que, para él, “no es el poder sobre los demás –especialmente sobre las mujeres-, sino ser fuertes para la Justicia, contra el racismo, el sexismo y otras formas de abuso y violencia”.
Identificar a los perpetradores y no focalizar a las víctimas
Su idea es que “la dominación” está “escondida en la propia estructura gramatical porque se usa el lenguaje pasivo cuando se abordan cuestiones de género” y eso confunde a las personas. Y puso ejemplos: “por qué no decimos cuantos hombres o jóvenes han abusado de tantas niñas o mujeres? Porque el lenguaje es también poder, por tanto, se han de nombrar a los hombres que violentan a las mujeres”. “No vale focalizar siempre a las víctimas y supervivientes, sino identificar a los perpetradores”. También hay que decir en esos asesinatos múltiples de jóvenes en los colegios o institutos estadounidenses que son “niños o jóvenes que matan a otros niños. ¿Se imaginan que fueran niñas?” preguntó.
Porque “la violencia de los hombres es una cuestión de hombres también, continuó; la violencia de género, el ataque sexual, la violación, la violencia familiar, es básicamente de hombres contra mujeres y niños; por tanto, hay que aparcar eso de la violencia de género o hablar de temas de mujeres porque confunde. Los hombres también tenemos género”. Y sobretodo, “hay que buscar las causas que lo producen y ver qué se puede hacer para resolverlo” porque “no es una cuestión de masculinidades”, en su opinión.
Ministras y políticas saiendo de los debates del Malmö Arena
Mejor educar niños que reparar hombres rotos
Para este educador, “es más fácil educar a los niños que reparar luego a los hombres rotos. Por aquí comienza la reconstrucción” de los valores compartidos. Para Jackson Katz, el feminismo es el movimiento que hace avanzar les derechos hacia la democracia.
Esta fue una de las discusiones más interesantes en el espacio central del Malmö Arena que, con el epígrafe ‘Violencia’ unió a distintas voces y temas, además de estos dos anteriores. Intervinieron la islandesa Gudrún Jónsdóttir (portavoz de centro de sobrevivientes Stígamóta: De la victimización al empoderamiento), la sueca Ida Östensson (Fundadora de Crossing Boarders: Usar la música como herramienta en la Agenda Política), la danesa Dorit Otzen de Exit Kollegiet: La prostitución como un acto de violencia) y la sueca Kajsa Ekis Ekman (periodista cultural y autora: La industria de la subrogación: mujeres rentadas y bebes vendidos).