viernes 08 noviembre 2024

viernes 08 noviembre 2024

Nuestras instituciones, permeables al discurso proxeneta

 

Silvyane Dahan

Foto:dones.confavc.cat

OPINIÔN

No hay debate sobre la prostitución que no empiece por la exigencia – generalmente dirigida a la corriente feminista abolicionista – de” distinguir claramente entre la prostitución libre y la forzada “

 

El 13 de febrero, en la presentación de un documento de recomendaciones dirigidas a los medios de comunicación sobre el tratamiento de este fenómeno, el Ayuntamiento de Barcelona (a través del Área de Calidad de vida, Igualdad y Deportes) insistía una vez más en la famosa distinción: “Diferenciar entre la prostitución ejercida voluntariamente y la trata * (ver nota al final del Articulo) de seres humanos con fines de explotación sexual o la prostitución forzada”.

 

Estos últimos días, sin embargo, nos han aportado testimonios y hechos contundentes que demuestran todo lo contrario. Ni la cuestión de la “libertad” es pertinente cuando hablamos de prostitución, ni su cruda realidad permite establecer esta diferenciación tan reclamada. Más aún: estos mismos hechos demuestran que, lejos de preservar la autonomía y la dignidad de las mujeres, la insistencia en erigir una muralla China entre “dos prostituciones diferentes” hace que la sociedad y las instituciones sean permeables al discurso proxeneta. Con la consiguiente amenaza para los derechos de todas las mujeres, prostituidas o no, y facilitando expansión de todas las prostituciones … y de la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. 

 

Naturalmente que la trata no es lo mismo que la prostitución propiamente dicha. El infernal transporte de esclavos en los barcos negreros tampoco era idéntico a la vida en las plantaciones. Pero, o bien nos están pidiendo que reconozcamos una obviedad, o más bien pretenden que nos traguemos dos cosas. La primera, que la prostitución no tendría relación con la trata … cuando, en realidad, ésta existe – y se expande hasta rebasar los cuatro millones de mujeres y niñas traficadas anualmente según Naciones Unidas – porque hay una demanda creciente, especialmente en aquellos países que han legalizado la prostitución. Y la segunda, no menos perversa, que habría una prostitución “sucia”, rodeada de violencia, que no hay que confundirla con otra prostitución basada en relaciones mercantiles libres; una prostitución que quizás convendría ordenar o reglamentar, pero que consideramos finalmente compatible con el respeto de los derechos humanos.

 

El Ayuntamiento habría estado bien inspirado de aconsejar a los y las periodistas que se hicieran eco del testimonio de las cuatro mujeres prostituidas que declararon la semana pasada en el juicio por proxenetismo que se celebra en la ciudad francesa de Lille contra, entre otros, Dominique Strauss-Khan, antiguo director del FMI (una institución, por cierto, ha  alentado la apuesta de determinados Estados para transformar los países que gobiernan en destinos mundiales de turismo sexual). Las declaraciones de estas mujeres, impresionantes, describen la brutalidad, los desprecio, la negación de toda humanidad, que se vive en el mundo de la prostitución dicha “de lujo”. Y describen también cuáles son los condicionamientos, las situaciones límite, que vierten muchas mujeres a entrar en un mundo devastador para sus vidas y del que resulta muy difícil salir.

 

Ni libertad, ni glamour. Violencia y dominación machista en estado puro. Pero mucho nos tememos que, cuando el Ayuntamiento recomienda “dar voz y autoridad a las mujeres que ejercen la prostitución”, se refiere exclusivamente a aquellas mujerese personalmente ejerciéndola. En ningún caso parece querer dar voz, autoridad o credibilidad a aquellas que denuncian los abusos de proxenetas y “clientes”, a las mujeres que han escapado al mundo de la prostitución o que quieren salir … y aún menos a las feministas que exigimos políticas de prevención para evitar que otras mujeres y niñas se vean empujadas.

A todas estas otras voces no sólo no se nos da autoridad, sino que a menudo se nos impone silencio y censura. A veces, incluso en medios progresistas y en el propio seno del movimiento feminista. Vivencia terriblemente dolorosa. Sin embargo, hay que decir que el hecho de que pueda llegar a ser una mujer quien ejerza la violencia de imponer silencio a otra mujer refleja sobre todo la fuerza y ??la omnipresencia social del dominio patriarcal. Y esta influencia se apropia insidiosamente del lenguaje de los poderes públicos. No hay institución más densamente, más genuinamente patriarcal que la prostitución. Pero, ¿quién habla en estos términos? En el discurso dominante sobre la prostitución, al contrario, los hombres están ausentes.

 

La prostitución se convierte en un acto de mujer – y no lo que un hombre, o unos hombres, hacen con una mujer. El discurso sobre la “libertad de ejercer la prostitución”, lo pronuncie quien lo pronuncie, es un discurso machista y neoliberal: el prostituidor hace uso de su derecho como consumidor de una mercancía; el proxeneta es un empresario de las industrias del “ocio”. Y, por supuesto, no tiene nada que ver con la trata necesaria para ampliar y renovar “la oferta” de sus locales, con las constricciones que suponen mantener la “disciplina de trabajo”, ni con el continuo de violencias que marca el recorrido vital de toda mujer prostituida.

 

Del plan discursivo, a las consecuencias prácticasEsta misma semana, la sección sexta de la Audiencia de Barcelona acaba de absolver  a 18 personas imputadas por proxenetismo tras la redada policial que, en otoño de 2011, tuvo lugar en el Eixample y en varias localidades del área metropolitana, revelando la existencia de una red que traia chicas de China para prostituirse en pisos y otros establecimientos. Sorprendentemente, el hecho de que los retiraran los pasaportes o que sus familias fueran obligadas a pagar una “deuda” a esta organización mafiosa no han parecido indicios suficientes para que el tribunal considerara que estas mujeres eran forzadas a prostituirse. Incluso el hecho de que los Mossos localizaran una menor de 17 años en uno de los pisos tampoco ha resultado concluyente para los magistrados, que consideraron que nada demostraba que esta joven no se encontrara por voluntad propia. En una palabra: la sección sexta es extremadamente cuidadosa; por nada del mundo quisiera confundir prostitución “libre” y forzada.

 

Así, el delito de proxenetismo – que ya ha hecho algunos viajes de entrada y salida del Código Penal español – queda completamente desdibujado. Por mucho que se aproveche de la prostitución de otras personas y la organice, mientras no se demuestre que ejerce directamente violencia, el proxeneta será considerado como un simple empresario. Y probar esto ante un juez es muy difícil. A menudo, por el miedo de las víctimas de sufrir represalias, ellas mismas o sus familias. Y debido a que, muchas veces también, las peores brutalidades y el acondicionamiento – o bien la combinación de falsas promesas y de amenazas – han precedido su llegada a los lugares de prostitución y se mantienen desde su entorno. Sólo una legislación que despenalice completamente a las mujeres en situación de prostitución – sin entrar en disquisiciones absurdas sobre su grado de consentimiento – y que criminalice, por el contrario, “proveedores” (traficantes y proxenetas) y “consumidores” (“clientes” prostituidores), puede proteger a las mujeres de manera eficaz. Mientras queramos convivir  con la prostitución y busquemos  una aceptable, la explotación sexual, la trata y la destrucción de vidas humanas continuarán al ritmo voraz de la acumulación capitalista.

 

En esta tesitura está el Ayuntamiento de Barcelona, ??que convoca a los y las periodistas para instarles a “no banalizar, ni hacer sensacionalismo o apología de la prostitución” … pero es incapaz de llamarles la atención sobre los anuncios de prostitución que publican algunos diarios de la ciudad. Y menos de obligar estos diarios, por ejemplo, a elegir entre la publicación de la propaganda proxeneta o la publicidad institucional del propio Ayuntamiento – gesto que, más allá de los medios de comunicación concernidos, enviaría a la ciudadanía un mensaje inequívoco de “tolerancia cero “hacia los explotadores de la prostitución. Probablemente, esta ambivalencia explica el rechazo persistente del Ayuntamiento a admitir la presencia de la FAVB entre las entidades del consejo asesor de ABITS, la oficina municipal que asiste a las mujeres en situación de prostitución, principalmente en la calle.

Desde la FAVB, ya hace tiempo que insistimos sobre la necesidad de ampliar los recursos de este servicio y buscar la manera de hacerlo operativo en todos los ámbitos de la ciudad – vale decir, en los circuitos “cerrados”, menos visibles que la prostitución de calle, pero que actualmente concentran el mayor número de mujeres prostituidas y las peores situaciones de vulnerabilidad. (Resulta preocupante que las asociaciones que formamos parte del Consejo de Mujeres, no fuéramos informadas de esta presentación a la Comisión Permanente del 5 de febrero. La FAVB recibió la invitación por parte de la Concejalía de Mujer y Derechos Civiles un día antes. ..).

 

Manifiestamente, el movimiento vecinal no representa una voz bastante “autorizada”, ni “Calle” un medio de expresión representativo de la ciudadanía de Barcelona. O quizás sea que nuestras propuestas resultan incómodos porque, ampliando el foco sobre los derechos de todas las mujeres, desmontemos el mito de “las dos prostituciones”. “

 

A diferencia del tráfico, la trata: implica ser sometida a condiciones de explotación, no necesita cruzar fronteras internacionales, puede ser interna o internacional. En un delito que vulnera los derechos humanos de la víctima; la finalidad es la explotación en el destino (el tráfico, la finalidad es sólo el traslado, NO la explotación en destino).

Nota:

* Aunque la lengua catalana no reconoce la palabra “trata”, date que diferentes colectivos en Cataluña lo utilizan, y para no confundir con el concepto de “tráfico”, hemos dejado la palabra trata en este artículo. Hay que entender que nos referimos a la “trata con fines de explotación sexual”. La trata (en inglés “Trafficking”) es captación, el transporte y la inserción en los lugares de destino para explotar la persona “tratada”.

 

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Amada Santos

Fotoperiodista i Socióloga. Activista Feminista, Defensora DDHH i Cooperant. Presidenta de la XIDPIC.Cat. Co-coordinadora i Editora de La Independent. Coordinadora Internacional a la RIPVG
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