Hace unos días nos desayunábamos con la noticia de que la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU, en la que también se encuentra el Estado Español, eligió a Arabia Saudí para presidir el foro sobre los derechos de las mujeres. Sí, así como suena. Que un país en el que no se respetan los derechos humanos en general y menos los de las mujeres sea el encargado de velar por los derechos de las mujeres en todo el mundo, parece a priori, una broma si no fuera porque es verdad.
Si fijamos la geopolítica mundial mete y saca a dirigentes a la ONU, no por lo que representan ante los derechos humanos como sería de esperar, mejor por otras cuestiones no siempre del todo confesables. Y, como se puede comprobar, mucho menos cuando de lo que se trata es de derechos humanos de las mujeres.
A pesar de todas las declaraciones habidas y por haber, o de las Conferencias Mundiales de las Mujeres (por cierto, cabe recordar que la última fue la de Beijing en el mil novecientos noventa y cinco, o sea hace casi treinta años), o de los diferentes objetivos que se han ido marcando dentro de la propia ONU (objetivos del milenio, objetivos 2030, u otros) cuando de derechos humanos de las mujeres se trata, parece que todos miran hacia otro lado.
No podemos ni debemos olvidar que fue en la Conferencia de Naciones Unidas sobre derechos humanos del mil novecientos noventa y tres en Viena cuando se logra negociar la primera definición de violencia de género y que decía que era: “Cualquier acto contra las mujeres que suponga el uso de la fuerza o la coacción con intención de promover o perpetuar relaciones jerárquicas entre hombres y mujeres”. Sólo treinta y un años de la primera definición de unos hechos que nos afectan a más de la mitad de la población mundial y que se lleva la vida de miles de mujeres cada año.
Y ahora, aunque parece una broma de mal gusto, encargan la protección de los derechos de las mujeres a un país que aún permite castigos corporales en público e incluso la pena de muerte a las mujeres por ejercer derechos elementales. Un país uno las mujeres no podían votar ni conducir hasta hace sólo unos pocos años y que todavía no pueden vestir como quieran porque deben ir cubiertas de arriba abajo.
Un país en el que todavía no pueden elegir pareja sin el permiso del padre o tutor porque todavía está vigente el sistema de “tutela” masculina sobre las mujeres donde es un hombre de la familia quien autoriza muchas de las acciones diarias de las mujeres y sin la que no pueden hacerlas so pena de incluso sufrir la cárcel y torturas.
Un país en el que una mujer que decida abandonar el hogar familiar porque sufre malos tratos, puede ser denunciada por desobediencia por su tutor. Terminará detenida o recluida en un centro de acogida, del que sólo podrá salir con la firma de este mismo tutor, al que sólo se le pedirá un juramento que no le hará daño. Así actúa el sistema de tutela masculina.
Y, pero no se sabe muy bien qué intereses geopolíticos internacionales, ese país, Arabia Saudí, será el encargado de velar por los derechos humanos de las mujeres en todo el mundo. Pues estamos bien apañadas las mujeres si no somos, como siempre, nosotros mismas, las encargadas de defender nuestros derechos y ganar nuevos para las que vienen detrás.
Definitivamente, la ONU en temas de respeto a los derechos de las mujeres ha perdido el norte. Y lo que es aún peor, la credibilidad. No se puede ver más de cinismo.