OPINIÓN
Estos días, en medio de un despliegue policial inédito, Bruselas ha vivido el confinamiento de sus habitantes en las casas, con las escuelas y servicios públicos cerrados.
El corazón de la vieja Europa ha sido ocupado por una Unión Europea que prioriza los intereses financieros por encima de las necesidades de sus conciudadanos y que, por razones de seguridad en clave de guerra- han vivido una notable alteración de su vida cotidiana.
El terrorismo del poder
A partir de los primeros indicios encontrados en medio de los terroristas inmolados en París, y tras el asedio y asalto a la vivienda de Saint Denis, tenían que abortar la posibilidad de nuevos atentados. Nada que decir, hay que hacer frente al terrorismo como crimen organizado que es, pero no puedo dejar de preguntarme si quienes provocan las guerras por ambición de poder y control de los recursos naturales de unos países que previamente han condenado a la inanición, no son también una macro-organización del crimen organizado que exporta armamento y -con el poder de estas armas- también el terror.
Víctimas también
Los brutales atentados de París fueron irrumpir en nuestras vidas con un impacto preocupante, sí. Los 128 muertes de ciudadanos de la sociedad civil nos hicieron golpear profundamente. Simultáneamente hubo también un ataque terrorista en Beirut con decenas de muerte, así como en África y en otros lugares del mundo.
Francia, uno de los activos de la guerra
Desde que Francia forma parte de la coalición anti – ISIS (Estado Islámico), liderada por Washington, y aunque se supone que los bombardeos que sufre Siria desde junio de 2014 sólo pretende “erradicar” los terroristas, son miles los civiles inocentes que han muerto a causa de estos bombardeos. Médicos Sin Fronteras ha denunciado que, en este periodo, han muerto 35 pacientes sirios y personal médico provocando la pérdida de 125.000 vidas. Ante tanta destrucción, quien se extraña que la gente huya del horror y busque amparo a una Europa que siempre había sido baluarte de las libertades, el derecho de asilo y la acogida a los refugiados?. No hay víctimas de primera ni de segunda, como tampoco se puede afirmar que los ataques de represalia están hechos en enclave militar y no afectan a la población civil. Mentira
Un muro de sospecha hacia el diferente
Tras los atentados de Paris se ha querido instaurar un clima de terror entre la población así como establecer medidas de restricción de libertades. Lo que es más grave es que se pretende levantar un muro de sospecha y odio entre la gente agrietando la vida en común y amenazando la normal convivencia entre las personas que, desde una diversidad cultural que no debe ser sino enriquecedora.
El riesgo de una espiral de dolor
Si buscamos culpables entre nuestros vecinos y vecinas por el simple hecho de vestir o pensar diferente, si criminalizamos quien huye -precisamente- de este horror, entonces estaremos contribuyendo a apuntalar los mismos muros que el fanatismo quiere crear; y si el dolor por las víctimas inocentes se responde provocando más dolor a otras personas también inocentes, la espiral no se podrá detener. Finalmente, si dar respuesta a esta barbarie debe suponer recortar derechos y libertades y hace que nos quedemos en casa, la victoria del terrorismo será total: eso no lo podemos permitir.
Más que nunca podemos callar
Desde el convencimiento de que -en estos momentos- la ciudadanía no debe ocultar sino que debe ser protagonista y liderar la respuesta contra el terror, diferentes col·lectivos y personalidades convocaron el pasado sábado una movilización como las que se originaron con el “No a la Guerra” después de que el trío de las Azores acordara invadir Irak. Hay que mostrar nuestra repulsa a los ataques terroristas de Paris y el Líbano, nuestra repulsa a los bombardeos contra la población civil de Siria, nuestro rechazo al recorte de derechos democráticos con la supuesta excusa de garantías de seguridad para ineficaces, así como nuestro desacuerdo la política exterior bel·belicista iniciada por Bush–Blair–Aznar.
No podemos ser rehenes del odio
El fanatismo terrorista de ISIS es funcional y retroalimenta el fanatismo racista europeo. El fundamentalismo islámico se utiliza para justificar la guerra contra el terrrorisme. El odio fanático de unos no se puede esgrimir como justificación para nuevos odios. Nos negamos a ser rehenes del odio, del terror y de la intolerancia. Esto sería claudicar al terrorismo.
No se puede comerciar con la paz
Es su terrorismo, su islamofobia y sus guerras, mientras que la gente de paz creemos en los derechos humanos, y aspiramos a una paz que sea justa. Esta paz no puede ser ni un medio ni una moneda de cambio de nada.
Son sus guerras. Son nuestros muertos. NO EN MI NOMBRE !!!
