jueves 18 abril 2024

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Niñas viviendo en un infierno del que no pudieron salir

alba trejo

 

Comida agusanada, cuartos de castigo, panes con heces, violaciones sexuales y hasta abortos a golpes… todo formaba parte del diario vivir de las niñas y niños guatemaltecos en el hogar Virgen de la Asunción. Allí el maltrato culminó en una tragedia que llevó a la muerte a 38 menores de edad.

Sus cuerpos consumidos por las llamas, tras haber sufrido el encierro en un cuarto con llave, como castigo por intentar fugarse de ese infierno en el que vivían desde que salía hasta que se ponía el sol.
“Hogar Solidario” o también “Hogar Seguro”, ninguno de los nombres que tenía, según el gobierno de turno, rima con lo que allí vivían alrededor de 500 niños y niñas de cero a 17 años, tras cerrarse el portón donde ingresaban por orden del juez para ser abrigados y protegidos con amor.
En su lugar recibieron maltratos, amenazas, humillaciones y muerte, según Leonel Dubón, del Refugio por la niñez.

También fueron provistos de indiferencia, la que se hizo más visible cuando los desgarradores gritos suplicaban que abrieran la puerta, al avivarse las llamas dentro de la habitación, y monitores, psicólogas y autoridades del hogar hicieron oídos sordos, tal como lo narraron las niñas que estaban en otra habitación.
Se asfixiaron con el monóxido de carbono hasta perder la conciencia, describe el médico forense del Instituto de Ciencias Forenses INACIF, Sergio Rodas. Incluso, vecinos aledaños al hogar dijeron ver el humo que salía por las ventanas, que fueron quebradas ante la desesperación de las niñas.

Es de 14, 15 y 16 años la edad de las pequeñas que, en diferentes ocasiones, habían denunciado ante los medios de comunicación, trabajadoras sociales de la Secretaría de Bienestar Social (SBS) –el ente que tiene bajo su cargo el Hogar Virgen de la Asunción– y el Ministerio Público (MP) que eran obligadas a tener relaciones sexuales con algunos monitores y que muchas veces les tiraban semen en la cara.
Otros niños y niñas eran forzadas a introducirse el dedo en el ano y después llevárselo a la boca; todo esto son testimonios narrados por las víctimas.

En 2013 se reportó al MP la muerte de una niña que fue estrangulada en el interior del Hogar, pero al día de hoy no se ha esclarecido el hecho.
El MP registró que, en el hogar Virgen de la Asunción, un profesor fue capturado en 2016, después que dos niños de 11 y 12 años de edad rompieran el silencio y contaran a la sicóloga haber sufrido abuso sexual, tras ponerlos a realizarle sexo oral y hacerlos desnudarse en el aula frente a sus compañeros, obligándolos a modelar.
Pero el horror de tanta maldad se hizo visible el pasado 8 de marzo, cuando 19 niñas fallecieron en el incidente y otras 19 más fueron perdiendo la vida en los días siguientes a la tragedia, porque sus cuerpos no soportaron las lesiones de las quemaduras.
Un 90 por ciento de su piel estaba carbonizada, lo que hizo imposible que los médicos pudieran salvarles la vida, destacó Rodas.

Sin ojos, sin brazos y otras más sin piel, con los rostros desfigurados, así quedaron las niñas después de la tragedia. En su mayoría llegaron al Hogar Virgen de la Asunción tras el riesgo de ser abusadas en sus casas, haber sido violentadas sexualmente o porque recibían maltrato de sus progenitores, por rebeldía con sus padres o hasta por matar un gato.
La población expresó en las redes sociales su indignación, pero hubo quienes estigmatizaron a los menores que estaban en el Hogar por ser pandilleros y pandilleras, delincuentes y drogadictos internados allí por su mal comportamiento; sin embargo, Norma Cruz, de la fundación Sobreviviente, aseveró que ni siquiera tienen idea de cuál niñez es la que llegaba allí.
El Hogar Virgen de la Asunción fue inaugurado en 2010 para proteger a las y los niños víctimas de violencia física, psicológica y sexual, discapacidad leve, abandono, niñez en situación de calle, problemática adictiva, víctimas de trata y explotación sexual comercial, laboral, económica y adopciones irregulares, tal como lo señala el documento que justifica la creación de esa institución.

A pocos meses de su apertura, el Hogar del Estado comenzó a sobre poblarse y rebasar sus capacidades y con ello los problemas y carencias poco a poco se transparentaron, añade Cruz.
En este país, muchos niños, niñas y adolescentes son golpeados y abusados en sus casas, según consta en los expedientes de la Fiscalía de la niñez víctima del MP, que solo el año pasado informó tener 14.000 denuncias de maltrato a menores de edad.
Nery Rodenas, de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG), comentó a SEMlac: “La forma en cómo la sociedad guatemalteca concibe el ser niño, niña o adolescente está influenciada por una cultura autoritaria, machista, discriminatoria y excluyente, que los visualiza como seres con mínimos derechos y que posterga su pleno goce hasta la mayoría de edad”.
En cada uno de sus informes anuales y por 18 años, la ODHAG advierte que nada es más sobresaliente y persistente que los golpes en la casa, los abusos sexuales que ocurren entre las cuatro paredes del hogar y los gritos proferidos a niñas y niños desde que sale hasta que se oculta el sol.

En su página de Facebook, Rodenas indicó ante la muerte de las niñas que no se trata de ver quién inició el incendio, se trata de quién nunca dio condiciones de vida dignas y no hizo nada para que niños y niñas murieran calcinados, peor que animales.
El Procurador de los Derechos Humanos, Jorge Duque, calificó las muertes de las pequeñas de una masacre, mientras el presidente de la República, Jimmy Morales, aceptó la renuncia del Secretario de la SBS, Carlos Rodas Mejilla, para que se someta a una investigación, pero no puso a disposición de las autoridades al resto del personal que en el momento de iniciarse el fuego tenía en sus manos la llave que impediría la muerte de las 38 niñas.
Las últimas tres noches los colectivos han prendido velas en la Plaza de la Constitución, una por cada niña; la bandera está a media asta y ha habido marchas para exigir castigo a los responsables con pancartas en mano que consignan “es un crimen de Estado”, mientras las madres entierran a sus hijas, que habían sido enviadas de diferentes partes del país para su protección y se las han devuelto sin vida, en una caja blanca.

 

 

 

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Amada Santos

Amada Santos

Fotoperiodista i Socióloga. Activista Feminista, Defensora DDHH i Cooperant. Presidenta de la XIDPIC.Cat. Co-coordinadora i Editora de La Independent. Coordinadora Internacional a la RIPVG
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