A pesar de no haber tenido mucha resonancia en los media, una ceremonia desarrollada en Benin City, estado de Edo, en el sur de Nigeria, el 9 de marzo, podría tener relevancia histórica y cambiar el destino de millares de personas.
Fue una ceremonia que en Occidente se definiría de pintoresca con un celebrante, ataviado en un solemne vestido tradicional, rodeado de sacerdotes con túnicas rojas, entre cantos y tambores. El celebrante, a pesar de ser una autoridad solo religiosa y no civil (para ello hay un gobernador) es un personaje muy influyente en el reino de Edo, y en toda Nigeria, siendo el Oba, el jefe moral de un reino vigente desde el siglo XIII, y que dio hilo de torcer a los ingleses.
Recorte de prensa de una de las pocas publicaciones sobre Ewuare II.
Ewuare II, 39ª rey-sacerdote de Edo, de 64 años, tiene tres mujeres, una Rolls Royce y mucho dinero proveniente de sus negocios en el petróleo y en el gas, como tantos corruptos dirigentes africanos; sin embargo, hay algo que lo distingue de ellos: formado en administración pública en Gran Bretaña y Estados Unidos, ha sido funcionario de las Naciones Unidas y embajador en varias naciones europeas, desde Suecia a Italia.
Regresando a su país asolado por la violencia y la miseria, donde la vida no vale nada, se dice preparado para apostar a su renacimiento cultural y moral. Monta una fundación a su nombre para ayudar a las personas pobres y, en 2017, inaugura un Comité alternativo de solución de conflictos entre comunidad e individuos.
Le duele, dice, que haya quien se aprovecha la pobreza e ignorancia de las chicas del campo, alentándolas a migrar a Europa con grandes promesas de prosperidad. Un detalle importante: no son delincuentes de caras afeadas por cicatrices los que se acercan a convencer las chicas, sino amables señoras ricas (ex madames) o decentes pastores de improvisadas iglesias evangélicas neo-pentecostales, los que engañan las chicas, convenciéndolas a firmar contratos que las comprometen a pagar por el viaje cifras exorbitantes, que van de 20.000 a 50.000 euros.
Juramento del Juju
Crucial en este proceso, aunque las chicas sean cristianas, es el juramento del Juju, obligatorio y celebrado por un sacerdote nativo, que tendrá valor hasta que la chica llegue a pagar toda la cifra pactada, so pena de maldición si no cumple.
Por eso, no teniendo una idea clara del valor del dinero que aceptan pagar, las chicas se encuentran esclavizadas en una mísera vida de prostitutas, que trabaja diez horas diarias en las calles europeas, haciendo servicios sexuales por 20 euros. Si quieren liberarse e huir de esta vida, las chicas saben que podrán morir o volverse locas, y que los traficantes harán daño a su familia.
El fenómeno de las jóvenes africanas (sobre todo nigerianas) prostituidas en Italia ha aumentado de manera exponencial partir de los ’80, llegando a involucrar recientemente adolescentes de 13 años. En 2016 han llegado 11.000 mujeres nigerianas, mientras en 2017 entre hombres y mujeres han pedido asilo 25.964 personas.
Violación como arma de guerra
Una escritora nigeriana, Pauline Aweto, consultora de la OIM, que escribió un libro sobre la violación como arma de guerra en África, nos da algunas luces sobre el fenómeno.
La mujer africana desde niña, afirma, viene predispuesta a la sumisión y la violencia. El hecho mismo que el hombre pague una dote para casarse con una mujer es una forma sutil de comercialización del cuerpo de la mujer, que se vuelve propiedad del hombre. Son toleradas las violaciones al interior de las familias de parte de parientes hombres, o en el ámbito de la servidumbre domestica: si las víctimas las denuncian, serán ellas a ser estigmatizadas socialmente. Se practican todavía costumbres dolorosas como las mutilaciones genitales o el estiramiento de los senos.
La mujer africana crece sin una autonomía propia, siendo valorada solo como esposa y madre: esto el trasfondo que puede favorecer y normalizar también del tráfico de las jóvenes, prostituidas “por el bien de la familia”. Por los siglos de los siglos, amén.
Cortar por lo sano
Pero no: acontece lo inesperado. El Oba Ewuare II decide usar su poder para cortar por lo sano el fenómeno. Convoca a los sacerdotes tradicionales y les prohíbe solemnemente el ritual que ellos ejercen sobre las chicas, contribuyendo a su esclavitud. Ahora serán ellos y las madames quienes serán maldecidos, si siguen celebrando el ritual.
A quien decida regresar a Nigeria, el Oba través de su fundación ofrecerá incentivos, como un subsidio por tres meses y algún tipo de formación profesional. ¿Qué reacciones se están dando en el mundo frente a una medida tan trascendente?
Felices por la libertad
Esohe Agatishe (entrevistada por la Independent en 2013, cuando el problema de la prostitución nigeriana en Italia y Europa no había llegado todavía a las actuales proporciones), es una tenaz abogada nigeriana, comprometida desde años en el tema de la trata. Ha fundado en Turín la asociación Iroko, participa en la red contra el tráfico sexual CATW, y más recientemente en la task force del Oba.
“Estamos aquí para apoyar a las jóvenes que quieran regresar”, declara Agatishe al periódico italiano La Repubblica. “Pero nuestros medios no son suficientes, también Italia debería estar interesada en ayudarlas a regresar de manera digna”, afirma.
Es optimista Francesca De Massi, la responsable de una casa refugio en Benin City para víctimas de la trata, la Cooperativa BeFree, que estaba presente en la emocionante ceremonia en Benin City. La llaman de Italia muchas chicas, muy felices, preguntando si de veras podrán salir libres, pues madames y traficantes están difundiendo falsos mensajes para frenar su liberación. Es un momento caótico, entre entusiasmo e incertidumbre, como es fácil imaginar.
Esperanza
¿Pensáis que esta medida podrá cambiar vuestra vida? También pregunta La Independent unas las jóvenes, huéspedes de un centro de primera acogida que reúne a unas 18 personas migrantes de Nigeria, hombres y mujeres, en espera del veredicto de la Comisión encargada de evaluar su pedido de asilo. La Casa se encuentra en Suvereto, en la campiña toscana, entre dulces colinas y campos de trigo, y es gestionada por una dinámica operadora social, Mara Girardi, experta en cooperación internacional.
Linda, Beatiful y Faith (prefieren no dar sus nombres reales) responden diciéndose admiradas por la autoridad del nuevo Oba, que está enfrentando con habilidad el “alucinante” nivel de violencia nigeriano, obteniendo algunos notables resultados, como la disminución del land grabbing (o robo de tierras), y las proezas de las bandas juveniles urbanas en Benin City.
Sí, su maldición es real. De hecho, se están dando muertes repentinas entre sacerdotes que no devuelven el paquete del Juju a las chicas, para liberarlas del juramento; o entre las madames, que no dejan ir las chicas.
Las noticias corren en la red. La maldición del Oba funciona, afirman las chicas. Y ahora ellas, Faith, Linda, Beatiful, y las decenas de Blessing o Isoke, que han sufrido las mil y una cruzando el desierto para llegar a una imaginada “tierra sin males”, Italia, sufriendo violaciones en el camino
¿Querrán atreverse a regresar atrás? “Nosotras no, absolutamente no”, responden Linda, Faith e Beatiful.
“Después de tanto esfuerzo y sufrimiento, seguiremos luchando para una vida de libertad. Como sea, donde sea. Libres. Pues también las mujeres merecemos serlo”.
