OPINIÓN
El 11 de noviembre se conmemora el Día de las Librerías, organizado por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal) con el apoyo del Ministerio de Cultura y Deporte.
Se trata así de impulsar el hábito de la lectura y promover a las librerías como un lugar en el que hacer crecer y enriquecer la cultura. Desde 2011 se venía celebrando en el mes de noviembre y, tras diez ediciones, este año la celebración de dicho día se fija en el 11 de noviembre, con voluntad de dar protagonismo a las librerías por sus esfuerzos en crear personas lectoras y su incansable aportación cultural.
Las librerías… ya lo dijo en un memorable verso el gran poeta Joan Margarit, “La libertad es una librería”. Cada vez que entro en una librería me invade la sensación de querer llevarme todos los libros que veo, me abruma que no me alcance el tiempo para leer todo lo que quisiera leer.
Empiezo a ver objetos de deseo por todas partes: libros de poesía bilingüe con ilustraciones, poemarios en ediciones cuidadísimas que dan el doble de intensidad a cada verso, libros de ensayo breve sobre un tema concreto, libros en tres tomos o más con caja y todo para contenerlos, estuches con obras completas, packs con la serie completa de un personaje, caja con las novelas imprescindibles de un autor célebre; libros con banda sonora musical recomendada para escucharla mientras se leen, oh, música y lectura! Novelas del momento, novedades, los más leídos; novelas clásicas que no leí en su momento y que nunca encuentro el momento de leer. Los que tienen portadas increíbles, con ilustraciones o fotografías que ya de por sí hacen de ese libro un objeto bello y observable.
Las novelas gráficas, los cómics, los libros grandes de ilustraciones o de fotografías. Los libros de viajes ya sean guías sobre una ciudad, un país, rutas por los parajes de la naturaleza de una región, las novelas sobre viajes, las más clásicas de aventuras o las más recientes de flâneurs que deambulan por las capitales del mundo. Libros de cuentos infantiles con ilustraciones que podrían exponerse en un museo de tan bellas; libros de cocina que explican cómo hacer todo lo inimaginable sobre un alimento concreto, o de cocina regional como los postres tradicionales catalanes, o el marisco al modo veracruzano, o las mejores crepes bretonas. Libros de las editoriales cuyos lomos ocupan más espacio en mi librería y que tienen la particularidad de que despiertan un interés especial e incuestionable: si lo ha publicado tal editorial, seguro que será bueno.
Otra versión de libros imprescindibles son los que te recomienda alguien cuyo criterio merece tu respeto y admiración, ¡y esos es imposible no desear leerlos! O los libros de lectura compartida en un club de lectura, de poesía, de prosa o ensayos, esos los lees y punto, por las ganas que genera compartir luego lo sentido, lo comprendido y lo disfrutado de la lectura. Los libros que compartes con alguien lejano, con alguien querido, con alguien deseado con quien decides leer algo al mismo tiempo. Libros de filosofía, de sociología, de antropología… Tantos temas interesantes, tantos aspectos del comportamiento humano y social, de las instituciones, de los movimientos sociales y de la vida política presente y pasada que ayuda a comprender lo actual, ¡la memoria histórica tan necesaria! Los libros históricos, la Segunda Guerra Mundial, el auge del nazismo, la época medieval en la península ibérica, los usos y costumbres de los vikingos, los avances científicos y técnicos de mayas y aztecas. Libros de ciencia, los grandes descubrimientos científicos de ayer y de hoy, la filosofía de la ciencia, las biografías de los grandes científicos, de los grandes artistas y personajes históricos que alguna vez son una mujer, demasiadas pocas veces.
Libros feministas, mujeres importantes, potentes, invisibilizadas, reivindicadas; la eterna lucha de las mujeres por lograr la igualdad de opciones y de oportunidades, y el respeto social que hasta da vergüenza pensar que nos es negado.
Eso y mucho más siento cada vez que entro en una librería.
