Entidades perciben que los esfuerzos por modificar los roles tradicionales de desigualdad entre el hombre y la mujer no logran efectos deseados en la juventud. “Vamos para atrás”, dicen.
¿Quién cree que la violencia machista es cosa de gente adulta? Se engaña. Los maltratos, las amenazas, los golpes, las agresiones sexuales, el miedo, también se dan entre jóvenes, adolescentes, y, parecería, que cada vez en mayor grado.
La violencia machista se produce y reproduce principalmente en espacios cotidianos y para una persona joven estos espacios también son los digitales, en las redes sociales, en lo que se ha denominado 2.0
Representantes de varias entidades participaron esta semana en una jornada sobre la “Prevención de la violencia de género en las sociedades 2.0”, organizada por la Diputación de Barcelona, donde señalaron que la percepción es que los esfuerzos por modificar los roles tradicionales de desigualdad entre el hombre y la mujer, por disminuir la violencia, parecería que no dan fruto y que, al contrario, éstos roles son fecundos.
“Diferentes estudios demuestran que la juventud y especialmente los chicos tienden a no identificar la violencia contra la pareja como tal, sino a normalizarla o naturalizarla”, afirmó Heinrich Geldschläger, psicólo experto en el tema y miembro de la Associació Conexus. Es más, la violencia de género está mucho más presente en parejas de jóvenes que entre adultos, 50% con violencia psicológica y 30% física.
Una muestra de que los estudios reflejan la realidad es que en este año el 30% de las llamadas realizadas al 016, número de atención a mujeres maltratadas, fueron hechas por mujeres menores de 30 años, señaló María Sonia López, jefa de la Unidad Técnica de Juventud del Cabildo Insular de Tenerife.
La violencia de cada día
Geldschläger señala que los diferentes estudios realizados señalan que un 25% de jóvenes viven de cerca, muchas veces al interior de sus casas, la violencia. El 18% sufre abuso sexual, de ellos 19% son niñas y 15% niños. El 90% reconoce haber realizado alguna vez algún acto violento contra su pareja y el 26% de los varones afirma que ha participado o ha realizado algún tipo de agresión sexual contra una mujer.
Entre los jóvenes, en todas las poblaciones y contextos sociales estudiados, el doble de chicos que de chicas conocen casos de violencia de género, lo que demuestra que el nivel de percepción y de detección de la violencia sexista es mucho más bajo en los hombres.
En otro estudio realizado en Cataluña con alumnado de instituto, con chicos y chicas de 15 a 18 años, el 25% de esta población no creía que dar una bofetada en una discusión de pareja fuera grave y, además, se cree que la responsabilidad es mutua. La construcción de la tolerancia a la violencia y de la responsabilización de la víctima son proceso iniciados durante la adolescencia.
Violencia sexy
En el estado Español, el 96% de los universitarios utilizan internet y también lo hacen el 90% de jóvenes que se encuentran un rango de edad menor. “El 78% de la juventud tiene al menos un perfil en alguna de las redes sociales que lo consultan al menos dos veces al día”, indicó Sonia López.
“Espacios virtuales, violencia y atracción sexual vinculados digitalmente” es el nombre de la ponencia presentada por Lucrezia Crescenzi, investigadora de la Universidad de Barcelona, y es un buen nombre porque el estudio presentado afirma que en las redes sociales, así como en los medios de comunicación, de uso frecuente de jóvenes se reproducen los tradicionales modelos de relación desigual entre hombres y mujeres.
Al analizarse contenidos en fotologs de adolescentes se observa que el 20% de los nombres de usuarios son sexualizados y que el 40% de las fotografías son provocativas, las chicas se exhiben y lo hacen, además, con un tono lésbico. Las chicas, en sus entradas, muestran contenidos relacionados con la pasión, la dependencia y sacrificio, con el amor como destino, sin libertad para decidir. Los chicos muestran principalmente su fuerza, su musculatura, su agresividad.
Geldschläger corrobora a Crescenzi señalando que, de acuerdo a los estudios realizados, para los jóvenes los modelos tradicionales masculinos, como la fuerza y la agresividad relacionados con la atracción sexual, son exitosos frente a las mujeres, ya que quien no es así “no se come un rosco”.
La imagen del hombre nuevo, respetuoso, igualitario, empático y no violento no tiene un atractivo sexual entre la juventud, empeñada en lograr aceptación en el club de los iguales.
Algunos de los participantes en la jornada coincidieron en señalar parte de la solución a la violencia machista es crear modelos variados de actitudes masculinas que resulten atractivas, ventajosas, para el desarrollo de nuevas masculinidades.
Los esfuerzos realizados
“Hay jóvenes que piensan que la violencia machista es cosa de adultos y no es así”, dijo Mireia Solsona, diputada adjunta a Igualtat y Ciutadania de la Diputació de Barcelona, encargada de iniciar la jornada en que se trató el tema. Señaló que desde la administración se encara la forma de intervenir para dar soporte y tomar acciones contra la violencia machista también en los espacios cotidianos de la juventud, como son las redes sociales.
La juventud es considerada población “nativa digital”, en este espacio nadan como peces en el agua, mientras que a la administración pública le hace falta perder el miedo a las redes sociales y aprender y aplicar campañas utilizando las posibilidades del 2.0, agregó Sonia López que presentó un proyecto exitoso de interrelación digital con jóvenes en Tenerife, llamado Enrédate sin machismo.
El Consell Comarcal del Bages también ha realizado esfuerzos para combatir la violencia machista con un trabajo de debate y concientización desde temprana edad, trabajando con la niñez, la juventud y las familias en un programa de varios años, informó Ester Arcos, técnica de Igualdad de Género.
Sara Ortiz, especialista en Seguridad y Género del Col·lectiu Punt 6, habló de la necesidad de trabajar en espacios cotidianos de los jóvenes para prevenir la violencia, ya que ésta generalmente es considerada del espacio privado porque se produce en el hogar o se la encara desde el punto de vista de la seguridad si es en el espacio público. Dijo que no se encara la violencia como una pérdida de autonomía personal, de libertad, de la mujer en los espacios cotidianos.