viernes 08 noviembre 2024

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Sònia-Moll2

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La vida sin ti es una cosa sin sangre

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OPINIÓN

“Tal vez fue locura muy grande entrar en esta pasión.” Así habla la poeta chilena Gabriela Mistral (Vicuña, Chile 1889 – Nueva York 1957) de su relación con Doris Dana (Nueva York 1920 – Florida 2006), su compañera y albacea, y nos da una idea de la intensidad y la pasión que recorre las páginas de este libro.

 Niña errante. Cartas a Doris Dana, publicado no sin polémica por Lumen en 2010, es un epistolario intenso, casi doloroso, asfixiante incluso, que pone al descubierto detalles emocionales muy íntimos de una relación que duró 10 años y que se reveló compleja y atormentada por la distancia, la inseguridad y las dudas, pero también (y quizás justamente por eso) apasionada y tierna, auténtica y profundamente humana.

No hace falta que nos sumerjamos demasiado a fondo en las cartas que Mistral escribía a Dana para darnos cuenta de que giran en torno, sobre todo, de tres grandes temas: la añoranza y la pasión de Mistral por la joven neoyorquina, expresadas en multitud de apelativos amorosos (mi vida, amor, amor mío, querida mía …); los celos y la desconfianza casi enfermizas de la poeta, intensificadas por la distancia y por el silencio frecuente de Dana; y la vida cotidiana de la poeta (detalles prácticos de los viajes, problemas con el servicio, temas de dinero, enfermedades e indisposiciones, etc.). Se trata, pues, de un epistolario básicamente emocional, cotidiano, de vivencias concretas y pasiones arrebatadoras. Y sin embargo, ni el texto de la contracubierta ni el prólogo del libro permiten deducir este contenido vital, emotivo e intensamente apasionado. De hecho, ni siquiera permiten deducir que se trata de una relación amorosa en el sentido sentimental, en el sentido de relación de pareja.

Las razones del editor, Pedro Pablo Zegers, para evitar cualquier referencia explícita a la homosexualidad de Mistral se basan en el respeto a la intimidad y en la posibilidad de dejar abiertas otras interpretaciones: “El lector me va a decir ‘no me vengan con cuentos, si eso está claro’, pero yo dejo abierta la posibilidad a cualquier especulación”. El primer punto es absurdo: la publicación misma de las cartas deja al descubierto la intimidad emocional de la poeta y de su compañera, sin concesiones ni pudores de ningún tipo. El segundo punto es absolutamente desconcertante: ¿de verdad alguien puede creer que existe la posibilidad de alguna otra “especulación”? ¿Cómo se especula a partir de textos tan explícitos como estos?: “La vida sin ti es una cosa sin sangre, sin razón alguna”, “Ay, amor grave y tan dulce, tan sin peso en la vez. ¡Alegría mía!”, “Tú me tienes. Sólo tú me tienes. Bésame”,”Tal vez fue locura muy grande entrar en esta pasión. Cuando examino los primeros hechos, yo sé que la culpa fue enteramente mía. Yo creí que lo que saltaba de tu mirada era amor y yo he visto después que tú miras así a mucha gente.” Y en la demanda insistente de fidelidad: “No entres en amores que te separen, que nos acaben el estado en que vivimos. Ten cuidado. Tu corazón es muy joven y pide amor físico. Y eres linda y llena de encanto. Cuida lo que tenemos. Yo nada sé de lo que haces, nada. Tu tu tu Gabriela”. Y aún: “Lo subterráneo es lo que no digo. Pero te lo doy cuando te miro y te toco sin mirarte”. Por poner sólo algunos ejemplos. Tomad el libro y no pararéis de encontrar pasajes como este.

El argumento de que no es necesario explicitar nada porque las cartas ya hablan por sí mismas cae por su propio peso. Lo que se dice y lo que no se dice parte de una elección, siempre. Y esta elección no es en ningún caso aleatoria o arbitraria, sino que se sitúa en un marco conceptual, cultural y político que condiciona y determina la mirada no crítica. Y no sólo eso: decir o no decir responde a un ejercicio de libertad personal que lleva en sí mismo la responsabilidad de esta elección. Lo que no es difícil de especular es que si en vez de dos mujeres se hubiera tratado de una relación heterosexual, no habría sido necesaria ninguna prevención a la hora de hablar de ello abiertamente. Los silencios sobre según qué y en según qué contextos no son nunca gratuitos. Y en este caso, la invisibilización de una relación amorosa entre dos mujeres de personalidad apasionada, compleja y sensible no deja de ser otra forma de cancelación de una vivencia sexuada en femenino que justamente cuestiona este marco heteronormativo. Este silencio, este “ya lo deducirán los lectores”, es una cortina de humo que separa a quien lee de una experiencia de relación intensa y apasionada, un velo que pretende situarte en una lectura condicionada por la duda, y que niega el nombre (y por tanto, el espacio) a la vivencia del amor y el deseo entre dos mujeres.

Que hablen las cartas, pues. Que hable la palabra de quien amó, de quien deseó, de quien añoró y sufrió, de quien escogió no vivir una vida sin sangre. Pero luego, quien quiera, quien lo elija, que hable también. Y que diga lo que hasta ahora no se ha querido (lo que todavía no se quiere) nombrar.

 

*Gabriela Mistral. Niña errante. Cartas a Doris Dana
Lumen, “Palabra en el Tiempo”. Edició: Pedro Pablo Zegers

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Tona Gusi

Fundadora i Co-coordinadora de La Independent. També és psicòloga menció en Psicologia d'Intervenció Clínica i menció en Psicologia del Treball i les Organitzacions.
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