OPINIÓN
Es que llevamos unas semanas en que enchufar la radio a primera hora significa ponerse inmediatamente en guardia para soportar nuevas historias de corrupción, espionajes, abusos de poder por parte de las instituciones o recorte de derechos.
De verdad que estoy harta, pero lo que es peor es que no sé cuando este deterioro general de la democracia que hemos construido parará un poco. Y de verdad que a veces me asusta.
Entre los recortes de todo tipo en el estado de bienestar que nos hicieron creer que era universal e imperecedero, los casos de corrupción por todas partes (y recuerdo que vivo en la Valencia de Camps, Barberá y otros) ahora los casos de espionaje con amenazas de por medio, la clase política del PP despendolada y descompuesta por sus propios casos de corrupción interna y Ana Mato recurriendo al argumento de que “es machismo” pedirle que dimita por haber aceptado regalos de la trama Gürtel, de verdad que hay días en que no sé si vivo en un estado moderno o en un espacio sideral afectado continuamente por meteoritos de este tipo. Que asco de gente…
Es impensable en un estado de derecho que la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, que no se cree la igualdad entre mujeres ni hombres en ningún aspecto, que además hace dejación de competencias con el tema de la interrupción voluntaria del embarazo, que habla de violencia intrafamiliar cuando la propia ley que ella votó en su momento habla claramente de violencia de género o machista, recurra al argumento del “machismo” que ella practica en su día a día para no dimitir en un claro caso de corrupción que está llegando a las más altas esferas políticas. Sencillamente demencial.
Y yo me pregunto ¿a esta señora no se le pasa por la cabeza las necesidades de tantas y tantas mujeres necesitadas, violentadas y ahora sin amparo como consecuencia de sus políticas, que eso también es machismo? ¿Qué el hecho de que seamos muchas más las mujeres afectadas por los recortes sociales y laborales, también es machismo y que ella lo está practicando cada segundo de los que lleva gobernando? O ¿Acaso no es machismo el hecho de que la mayoría de contratos a tiempo parcial los suscriban las mujeres que por ello, perciben (cuando pueden) pensiones mucho más bajas y que además en demasiados casos han de ayudar a sus hijas e hijos como consecuencia del desmantelamiento del sistema de ayudas públicas?
De verdad que esta tendencia que tienen las mujeres y hombres de la derecha a usurpar los discursos progresistas en beneficio propio es algo que me revuelve las tripas por la falta de coherencia que implica. Y lo están haciendo cada día…
Cuando Ana Mato intenta hablar de Políticas de Igualdad, me pongo a temblar. Y lo hago porque no sólo no sabe del tema, sino que además da constantes muestras de desprecio al mismo. No se cree estas políticas y, por tanto no las puede practicar. No se cree que seguimos viviendo en una sociedad androcéntrica y, por tanto desigual. Sigue haciendo lo que han hecho siempre en esta materia: vender humo que pueda camuflar su falta de implicación con los problemas reales de las mujeres reales que cada día nos enfrentamos a serias regresiones en nuestros derechos básicos.
Las expectativas que les aguardan a nuestras niñas y jóvenes no son nada halagüeñas, sobre todo si, como está ocurriendo en la Comunidad de Madrid, algunos centros de formación profesional concertados (y por tanto sustentados con fondos públicos) vuelven a ofrecer formación específica para chicas y para chicos. Y a ellas les ofrecen clases de cocina y a ellos de gestión. ¿A eso se le llama avanzar en igualdad? No hace falta recordar quienes están gobernando la Comunidad de Madrid desde hace muchos años. Ese es su modelo de familia. El que defiende Ana Mato cada vez que abre la boca.
De verdad que estos ejemplos y otros miles que se podrían exponer me tienen en una situación de alerta permanente, de vigilancia constante que es agotadora. Pero no queda otro camino que seguir luchando en los frentes que nos tocan y levantar nuestra voz allá en donde se pueda oír.
La nuestra y la de todas aquellas mujeres que han sido asesinadas y que apenas son recordadas por esta ministra que no reconoce el machismo en estos asesinatos y sólo lo reconoce cuando se le pide que dimita. Pero ellas tenían voz y por culpa de ese machismo que lo impregna todo y que va mucho más allá de la petición de dimisión de la ministra, se ha llevado sus vidas injustamente. Pero ese “detalle” parece no importar a esta mujer cuyo único objetivo es, al parecer, permanecer en su despacho ministerial, sin conocer la realidad de aquellas por las que tiene que justificar su puesto: la realidad de millones de mujeres afectadas por sus políticas de recorte de derechos y de servicios.
Escuchar esta semana a Ana Mato hablar de machismo en el sentido en el que lo hizo no sólo me dolió y escandalizó como mujer feminista y comprometida con el progresismo social de todo tipo, sino que además disparó todas mis alarmas de lo que se nos viene encima si no les paramos los pies a esta gentuza que nos gobierna.
No entienden los servicios público y universales como el conjunto de servicios que redistribuyen las rentas entre la población y por tanto iguala en todos los sentidos. Los entienden como espacios en donde hacer negocios del tipo que sea y beneficiarse política o personalmente. Esto es lo que está haciendo Ana Mato: beneficiarse de la lucha feminista para defender aspectos no siempre confesables de su actividad política y su sillón en el Consejo de Ministros. Deleznable.
La historia les pasará factura por corrupción, cobardia y por miserables.