viernes 29 marzo 2024

viernes 29 marzo 2024

¿Grupos de hombres o grupos mixtos?

 

juanjocompaire

OPINIÓN
 
Hay una masculinidad tóxica que está muy presente en todo el mundo. El pasado 8 de marzo millones de mujeres denunciaban las guerras, la cultura de la violación, el tráfico de mujeres para la prostitución, el acoso (no tan sólo sexual) en el trabajo, el “mansplaining”, etc.
 

 
 
Todo producto de la actual estructura de poder que denominamos patriarcal y que hoy en día está mezclada perversamente con el individualismo neoliberal. Como hombre me siento interpelado, avergonzado e indignado. No es “la sociedad”, no es algo de impersonal o fantasmal. No, somos los poderosos (la mayor parte hombres como yo, si bien- ay, las- hay algunas mujeres que nos quieren imitar).

¿Cómo desmontar todo esto, todo este engranaje? ¿Qué puedo hacer? Desde que surgieron a finales de los años 70 del siglo pasado en los Estados Unidos, los “grupos de hombres”, los grupos de autoconsciència, que imitaban los grupos homónimos de mujeres, parecían ser una vía de cambio. Empezar desde lo personal, siguiendo de pe a pa el viejo lema feminista que reza: “Lo personal es político”. Desde AHIGE reclamamos que “cada hombre es una revolución interior pendiente”, que nuestro cambio empieza desde dentro. Que hace falta una revolución cultural y moral que nos revuelva nuestras formas de pensar y de sentir. Y que esto, que este trabajo tenía que empezar como empezaron las mujeres, por los grupos de iguales.

El argumentario era y es muy claro. Los hombres hemos aprendido a ser, a sentir, a comportarnos en espacios compartidos con otros hombres: al deporte (que por eso es casi siempre segregado por sexos), en las tertulias de bar o en los rituales de masculinidad como por ejemplo las borracheras, las peñas futbolísticas, las cenas de colegas donde abundan las bromas machistas o que acaban en un prostíbulo, etc. Si esto es así, el desmontaje de todo esto también habría que hacerlo en grupos de iguales.

Yo durante mucho tiempo, muchos años, he participado. Círculos de hombres donde cada cual habla en primera persona sin juzgar y manteniendo un compromiso de confidencialidad de lo que se habla. Mirándonos a los ojos, nos reconocemos mutuamente en nuestras vulnerabilidades, miedos, incertidumbres, a menudo tapadas por fanfarronadas o “fantasmadas”. Hablándonos los unos a los otros, nos decimos “Ah, pero ¿tú también? ¿a ti también te pasa?”. Y así desactivamos la espoleta de la bomba que todo hombre violento, invasivo, impulsivo trae para sus adentros. Desarmamos esta masculinidad tóxica que causa tanto de sufrimiento al mundo. Y después, está claro, hay que transmitir todo esto a los otros hombres, mostrar otros modelos de hombría, convertir lo personal en social y político. Levantar la voz, decir en voz alta que otras formas de ser y hacer de hombre son posibles.

Creo que hay que continuar con este trabajo interior y compartido. Lo creo de verdad, porque veo a veces que incluso en el “prado de los hombres por la igualdad” salen a pacer muchos egos, demasiada egolatria. Otra forma de recuperar los privilegios por otra vía. ¡Nos cuesta tanto a los hombres desplazarnos del centro del mundo!

Por eso ahora creo que hay que combinar estos espacios con grupos mixtos. Nos hace falta la mirada de mujeres feministas que nos toquen la cresta de gallo que vuelve a crecer a la primera de cambio. Veo a veces que nos engañamos, que caemos en la autocomplacencia, al situarnos del lado de los “buenos hombres” y quedarnos ahí. Paramos la reflexión y nos contemplamos satisfechos de habernos conocido y señalamos con el dedo los otros hombres como los “malos”.

Desde hace poco tiempo a nuestra asociación (“Homes Igualitaris”) han ido surgiendo de manera espontánea grupos mixtos. Y ha sido empezar a participar y sentir una corriente de aire que entraba en el espacio, a veces demasiado cerrado, de sólo hombres. Como un proceso natural, las mujeres, con afecto, pero con exigencia, nos espolean: ¿qué haceis los hombres para cambiar el mundo que vosotros domináis? ¿Hacéis lo suficiente para erradicar la violencia, la cultura de la violación, de la sexualidad compulsiva? Con humor y con amor nos pinchan los globos de nuestros egos y nos remarcan nuestros machismos cotidianos.

En la Historia no ha habido nunca ninguna revolución llevada a cabo por el grupo privilegiado. Como mucho, los grupos subalternos han contado con la complicidad (siempre con una sombra de duda) de una parte de estos privilegiados. Tenemos que combinar, pues, los grupos de hombres con estos espacios mixtos. Porque seguramente para el cambio que nuestro mundo necesita nos hacen falta cuántos más hombres mejor. Pero lo que es seguro es que sin ellas este cambio será imposible.

 

 

 

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