El movimiento 15M, nacido de la necesidad de un cambio que propicie la participación ciudadana en el proceso de toma de decisiones, del rechazo a la corrupción política o los recortes sociales, ha querido ser privativo desde el primer momento de los hombres. O eso nos quieren hacer sentir a las miles de mujeres que en diferentes ciudades del territorio del Estado hemos tenido que recordarles que no es posible una democracia que se asiente sobre la desigualdad entre mujeres y hombres.
Hemos luchado para cambiar el lenguaje sexista utilizado en las acampadas. Para que nos tuviera en cuenta, recordando que somos la mitad de la población. Con esfuerzo hemos conseguido crear comisiones en diferentes acampadas, elaborado manifiestos, impartido talleres. Las feministas indignadas.
Claro que todo este trabajo sería innecesario realizarlo si habláramos de los hombres. Porque todo está pensado por y para ellos. Sin embargo, nosotras tenemos que ganarnos los espacios y los tiempos. Una amiga se preguntaba por qué si ella compartía todas las reivindicaciones del movimiento 15M, éste no se solidarizaba con ninguna de las reivindicaciones feministas. En concreto lo que más le dolió fue la falta de apoyo a una concentración contra una nuevo femicidio. Ocurrió en Valencia y también en una población cercana. Y esto mismo lo hemos venido sufriendo todas y cada una de nosotros en diferentes acampadas.
Por eso hemos estado preguntando en las redes una y otra vez para cuándo un 15M contra la violencia machista. Por eso no creemos en la consigna de Democracia real, ya, porque mientras exista machismo no habrá democracia, sino una sociedad patriarcal. Por eso no nos sentimos feministas indignadas, sino cabreadas, y mucho.
La pasada semana, las protestas feministas se sucedieron en las redes. El 15O, la marcha mundial por el cambio global, requería una llamada expresa sobre la desigualdad de género, caldo de cultivo de esta lacra horrible que es la violencia machista y que en poco más de cuarenta y ocho horas se cobró de nuevo la vida de tres mujeres en el estado español.
Carteles y consignas de revolución feminista llenaron las redes. Feminismos enlazados que consiguieron -sin apenas tiempo, ni más recurso que nuestro cabreo- hacernos visibles dentro de las masivas manifestaciones del 150.
En Valencia, en una multitudinaria manifestación que llenó las calles de la ciudad y la colapsó durante horas, feministas con carteles de diferentes consignas en contra de cualquier tipo de violencia machista, se hicieron visibles gracias a la sororidad, esa extraña palabra cuyo significado no entiende el patriarcado y que nos enlaza y hermana a las feministas más allá de siglas o ideologías.
Estoy convencida de que todas y cada una de las personas que manifestó su repulsa hacia la violencia machista también está en contra de la discriminación por la orientación sexual o identidad de género, a favor de los derechos de las personas inmigrantes o en contra el maltrato animal o los desahucios, por poner sólo algunos ejemplos. Ser feminista no nos excluye de ser solidarias. A pesar de los movimientos neo machistas que se disfrazan de igualitarios y nos acusan de “feminazis”, queremos una sociedad igualitaria donde no tenga cabida ningún tipo de violencia.
Las feministas indignadas hemos pasado a estar cabreadas después de hacernos una vuelta por algunas de las manifestaciones del sábado y comprobar de nuevo como se quiere escribir la historia sin las mujeres. Por eso es importante seguir haciéndonos visibles. Gracias a todas las personas feministas que acudieron el sábado a una simple llamada para decir que estamos hartas, que la revolución será feminista o no será.