OPINIÓN
Con el año recién estrenado aparecen en el mercado todo tipo de productos para coleccionar. Entre esos productos están los fascículos de todo tipo para “seguir aprendiendo”.
Bueno, pues por lo visto y según la selección hecha por una editorial (no la voy a nombrar porque no me da la gana!), solo se puede “aprender a pensar” (así se llama el coleccionable) con pensadores hombres.
En la colección que han sacado a la venta y por la información que publicitan en los medios de comunicación y en su página web no existe ni una sola mujer. Por lo visto con las mujeres no se puede aprender a pensar y por tanto las siguen ocultando.
En la historia de la humanidad han existido mujeres pensadoras y filósofas y que se las oculte no deja de ser, desde mi punto de vista, una estrategia patriarcal para seguir manteniendo el patriarcado con sus pilares perfectamente cimentados sobre el pensamiento masculino que, como sabemos, justifica siempre, esa estrategia.
Mujeres pensadoras como Olympe de Gouges, Hipatia de Alejandría, Hildegard von Bingen, Aspasia de Mileto, Isabel de Villena, Teresa de Ávila, Mary Wollstenecraft, Concepción Arenal, Simone de Beuvoir, Leonore Kühn, Helene von Druskowitz, María Zambrano, Juana Inés de la Cruz, Celia Amorós, Amelia Valcárcel, Ana de Miguel, Alicia Miyares, Alicia Puleo, Judith Butler, Victoria Camps, María Montessori, Nancy Fraser, Adela Cortina, Luisa Posada y tantas otras que han contribuido a que entendamos el complicado mundo en el que vivimos, no merecen, al parecer ni una sola palabra. Claro, ahora que alguien me diga que la selección no ha estado interesada.
O como me dijo hace años un tipo de cuyo nombre prefiero no acordarme cuando le plantee la necesidad de rescatar de la historia local nombres de mujeres para darlas a conocer, se atrevió a decirme que la historia de los pueblos era una historia escrita por y para familias y que por tanto las mujeres siempre tenían un papel invisible. Y ni se inmutó. Claro mi demanda nunca fue atendida.
Pero vamos con otro ejemplo vivo actualmente sobre otro coleccionable con el que se pretende que aprendamos. Es de la misma editorial y se llama “Genios de las matemáticas”. Y el patrón masculino se repite. ¿Casualidad? No lo creo. Vuelven a ocultar nombres de mujeres matemáticas como ya hicieron con las filósofas. Y haberlas, haylas, por supuesto. Vaya por delante otra (corta) lista de mujeres matemáticas: Ada Lovelace, Emmy Noether, María Gaetana Agnesi, Hipatia de Alejandría, Marie-Sophie Germain, Grace Murray Hopper, Marjorie Lee Browne, Mary Lucy Cartwrigth, Nina Bari, Julia Robinson, Maryam Mirzajani, Vera T. Sos, Victoria Hart, Mary Ellen Rudin, Rózsa Péter, Sofía Yanóvskaya, Etta Zuber Falconer, Cecilia Krieger, Olga Gil Medrano y tantas otras.
Y vuelvo a plantearme la pregunta ¿Acaso para esta editorial cuyo nombre no voy a dar y para tantas otras, las mujeres no hemos estado en la historia? Pues al parecer no, no hemos estado.
Se empeñan en reproducir únicamente los saberes masculinos para reforzar su genealogía de sabiduría ocultando expresamente los conocimientos aportados por las mujeres. Insisto en que se trata de una estrategia patriarcal claramente definida con el objetivo de mantener ocultos los aportes científicos hechos por las mujeres.
De ese modo no es de extrañar que en los libros de texto que utilizan nuestros escolares no aparezcan nombres de mujeres en las diferentes disciplinas científicas. Y, de ese modo se mantiene ese saber oculto a los ojos de quienes vienen detrás y, por tanto, se sigue reforzando el pensamiento de que las mujeres no hemos estado en el planos científico y, como consecuencia, no hemos aportado nada. Como vemos, pura falacia.
Este tipo de actuaciones claramente definidas forma parte de la violencia estructural machista que se ejerce de forma colectiva sobre la mitad de la población que somos las mujeres y las niñas. Pero, al mismo tiempo, al negar esos conocimientos al conjunto de la sociedad se está evitando el avance en la senda del reconocimiento de los seres humanos, en su conjunto, hacia una igualdad plena en todos los sentidos.
Como ya he dicho en alguna ocasión, el patriarcado se alía con los medios de comunicación para apropiarse de ellos no solo en el aspecto económico. Va más allá. En esa alianza se apodera también de los lenguajes que son los elementos vehiculares de la transmisión de saberes y conocimientos. Al apoderarse de esos lenguajes y convertirlos en su maquinaria, esa alianza se convierte en una potente herramienta para su perpetuación. Y de eso se nutre, de regenerarse en forma de estereotipos, de lenguajes no inclusivos, de imágenes cosificando el cuerpo de las mujeres y reduciéndolos a meros objetos sin alma o, como en el caso con el que he comenzado, con la exclusión más descarada del ámbito de la creación de las ideas o de los conocimientos científicos.
Lo que expongo puede parecer una quimera, pero no lo es, porque lo que no se nombra no existe. Y lo que no se ve, tampoco. Y en los dos coleccionables que esta editorial claramente patriarcal nos propone ni se nos nombra, ni aparecemos para nada. Por lo que se podría deducir que las mujeres no hemos aportado nada a las ciencias que nos presentan. Y ya hemos visto que no es cierto.
Hemos estado siempre. En condiciones más precarias, en menor número como consecuencia del propio sistema patriarcal excluyente. Hemos aportado conocimientos que incluso nos han usurpado los hombres de nuestras familias y que han firmado ellos. Hemos escrito, pensado, pintado, compuesto música maravillosa, creado, construido, y un largo etc. Pero se nos sigue ocultando a los ojos de la divulgación de los saberes. Si esto no es patriarcado en estado puro, que alguien me explique lo que es.
El ocultamiento de una parte de la humanidad en beneficio claro de la otra mitad es una estrategia clarísima para mantener el orden de las cosas como lo está ahora y, de ese modo, mantener y perpetuar la desigualdad entre mujeres y hombres en todos los niveles. Y como vemos el campo de la divulgación científica no es una excepción a pesar de que se pudiera pensar lo contrario.
Hemos de ser constantes en dar a conocer las aportaciones hechas por las mujeres en los diferentes ámbitos. Hemos de estar muy orgullosas de nuestra propia genealogía de conocimientos y de aportaciones e ir sacándola a la luz y mostrándola para que, quienes la desconocen o vienen detrás no solamente la aprenda, sino que también se sientan orgullosas de ella.
Por supuesto mi boicot más absoluto a estos coleccionables o a cualquier obra de divulgación de cualquier tipo que no nos incluya. Y, desde luego a esta editorial no le vuelvo a comprar nada, mientras pueda evitarlo.
Es una de mis maneras demostrar mi disconformidad; no darles beneficios con mi dinero. Porque si no nos nombran y no nos reconocen tampoco merecen mi reconocimiento.
¿Aprender a pensar o a conocer el mundo sin las mujeres?, desde luego por mi parte, en absoluto. Un no rotundo