Gilda Rivera
Con una larga trayectoria como activista en el año 89 regresa a Honduras después de un exilio a México y, junto a otras compañeras, Gilda Rivera funda el Centro de Derechos de Mujeres -CDM-, un colectivo que defiende y promueve sus Derechos Humanos. Hablamos con ella.
En cuanto a derechos de la mujer, un tema muy preocupante en Honduras son las cifras que conciernen a la violencia doméstica, en 2005 hubo 175 asesinatos, en 2013, 636.
En la estadística que va del año 2005 al 2013, los asesinatos de mujeres se incrementaron en un 264%, con cifras oficiales.
Nosotras, además, hacemos otra lectura: sobre estos crímenes hay más de un 90% de impunidad, pese a que en 2013 se aprobó en Honduras una figura penal sobre los feminicidios y pese a que hay una denuncia permanente de las organizaciones nacionales e internacionales respecto a las violencias contra las mujeres.
Hemos tenido visitas de relatoras especiales de las Naciones Unidas, quienes han expresado su preocupación sobre estos crímenes. Sin embargo, parece haber una total despreocupación y descompromiso por parte de las autoridades en general.
También hay muchas violaciones sexuales en el país ¿se mantiene la misma impunidad sobre este tema?
Con el tema de las violaciones sucede algo muy particular. Es un país fundamentalmente de cultura rural, dónde el ejercicio de las leyes por parte de la población puede ser muy reducido. A veces, llegamos a pensar que si la autoridad cumple con una ley es que se está portando muy bien, que nos hace un favor y no lo planteamos como nuestro derecho.
Además, la violencia sexual es un tema muy tabú, un tema sobre el cual siempre hay sombras oscuras que impiden que las mujeres denuncien. Muchísimas jóvenes sufren violencia sexual por parte de sus padres, de la pareja afectiva de su madre, por parte de un tío, de un hermano, del abuelo… y que se callan.
La violencia sexual es uno de los crimines donde las mujeres llegan a pensar que son las culpables y que de alguna forma provocaron esos actos criminales contra ellas.
Los derechos sexuales y reproductivos en Honduras parecen bastante rezagados ¿No se acepta ni el aborto terapéutico?
Todo tipo de aborto en Honduras está penalizado con cárcel, tanto para la mujer que aborta como para las personas que intervienen en ese acto.
Hemos estado luchando para que se apruebe el aborto por causales, pero creemos que no nos van a apoyar. Se está redactando un nuevo código penal y, supuestamente, entra en el marco de los nuevos códigos modernos, sin embargo, el aborto sigue intocable, sigue siendo penalizado.
Hay una fuerza muy grande de las iglesias, especialmente, la iglesia católica y la evangélica. Desde sus cúpulas, que además están formadas por hombres, imponen en las políticas públicas sus visiones religiosas, pese a que Honduras es un estado laico, pese a la lucha de las organizaciones de mujeres feministas por el respeto al estado laico.
Por ejemplo, las iglesias pretenden que se prohíba el condón. Antes, en semana santa, se salía a las calles a repartir condones para todos los que iban de vacaciones y las iglesias se han opuesto a esto porque dicen que fomenta el libertinaje, las relaciones promiscuas, etc.
Entonces, es una doble moral terrible porque te encuentras con que muchos curas y pastores son pederastas, son violadores sexuales de niñas y de niños, sin embargo, son los primeros en oponerse a una educación sexual.
Honduras ratificó el Convenio de la CEDAW en el año 1983, pero no parece que se esté aplicando en las leyes del país.
Tenemos una larga lucha para que se apruebe el protocolo facultativo de la Convención sobre la Eliminación de Toda la Forma de Discriminación Contra las Mujeres -en inglés las siglas CEDAW- el protocolo no se ha querido aprobar en Honduras porque, de acuerdo con las iglesias, se estaría legalizando el aborto.
Han intervenido muchas organizaciones para conseguir que se apruebe el protocolo, desde los informes de la Convención Interamericana por la Protección de los DDHH, desde las relatorías especiales de las Naciones Unidas que, además, han recomendado que se revise la legislación respecto al aborto, y desde el Examen Periódico Universal -EPU-, elaborado en Ginebra cada 4 años.
Y aunque parecía que las autoridades iban a aprobar el protocolo facultativo de la CEDAW, finalmente piden la opinión de las iglesias y éstas inmediatamente dicen que no.
¿Cuál es la participación política de las mujeres en Honduras y su presencia en los puestos de toma de decisiones?
Se logró que la ley electoral de las organizaciones políticas primero aprobara un 30% de mujeres candidatas a cargos de elección popular, pero los resultados fueron otros. Después del golpe de estado se aprobó una subida paulatina de un 40 a un 50% y jamás se ha cumplido, es más, después del golpe de estado hubo una disminución muy significativa. Como mucho tenemos candidatas suplentes en los últimos cargos.
¿Qué papel juegan las organizaciones de mujeres en la lucha por sus Derechos Humanos?
Yo creo que jugamos un rol importante. Algo básico de las organizaciones de mujeres feministas es que somos parte del movimiento social y popular y tenemos vínculos. Es bien difícil en Honduras replantearse una reivindicación de las mujeres por un derecho si no lo entrecruzas con luchas de clase, sociales, económicas, etc.
Nosotras hemos trabajado durante años para que las mujeres seamos conscientes de que tenemos derechos garantizados por la ley. Hemos avanzado en el marco legal, pero, además, debemos exigir el cumplimiento de esos marcos legales nacionales e internacionales.
Nuestra tarea es crear en la consciencia de las mujeres esa cultura del reclamo de derechos.
