OPINIÓ
Escrit per Dolors Reguant
La Independent entrevista a Dolors Reguant y Fosas, nacida en Súria (Barcelona) en 1949. Activista feminista, licenciada en Antropología y escritora.
Anteriormente ha publicado el libro “La mujer no existe, un simulacro cultural”. Esta entrevista se ha realizado a través de un recorrido por su ultimo libro; Transcendir més enllà de l’Olimp, presentado en diciembre pasado en Ca la Dona, donde Dolors Reguant, incorpora nuevas ideas para debatir e ir avanzando en la creación de pensamiento, dentro del Feminismo.
¿Qué hay detrás de la idea del título de tu libro Transcendir més enllà de l’Olimp: mirant pel retrovisor i recuperant els orígens?. Parece ser que a algunas personas no les queda claro a qué te refieres.
Bueno, tienes razón y por eso hemos añadido una tira en el libro que dice: “El patriarcado no ha existido siempre. Ante la distopía actual, la única opción de futuro es la filosofía feminista”. Explico,hacia que si partimos del Olimpo como herencia de Occidente y como etapa de consolidación del patriarcado, vemos que desde entonces, en ningún caso, por parte de la ortodoxia patriarcal, en los mitos, en las religiones, o en las utopías más celebradas, la singularidad de la mujer no existe como tal. Y obviamente esto conlleva una gran influencia ideológica en la gran mayoría los relatos de ficción actuales. Por eso hay que trascender los núcleos fundacionales que operan en el desbarajuste actual. Por otro lado, mirando hacia atrás, sabemos por la transmisión oral y escrita, y ademas tenemos pruebas fehacientes, que no siempre ha sido así: el origen de nuestra cultura se basa en el desplazamiento de la categoría matrística-naturalista por la patriarcal-racionalista. Un engaño de inmovilidad histórica que puede frenar la esperanza de futuro de un mundo sostenible y cooperativo en todos sentidos, con la suficiente inventiva para cambiar las relaciones humanas
¿Pero después de tantos años de filosofía feminista, no crees que esto ya se ha dado a conocer
por activa y por pasiva?. Ha habido una gran divulgación del pensamiento de las mujeres sobre todo a partir de los años 70, ¿no?
Parece ser que todavía hay mucho desconocimiento. Ante tantos años de aculturación en el tiempo y en el espacio, a pesar de que hay una élite que ha ido muy lejos en muchos sentidos de libertad femenina, sostenibilidad de la vida y aspectos relacionales, todavía hay mucha gente que no entiende una idea tan sencilla como que con el feminismo todo el mundo sale ganando. Como dice Natza Farré “el machismo aplasta los derechos, el feminismo los reivindica” o bien “que por el hecho de reivindicar el sufragio femenino, las mujeres no querían eliminar el de los hombres” Y por eso debe promoverse de manera extensiva para que haya eficacia simbólica y el feminismo pase de ser “temido” muchas veces, a la única manera de entender una nueva visión del mundo. Parto de la base de que antes de saber escribir, debemos aprender el alfabeto.
Este año, justamente, el feminismo ha sido muy visible, parece como si hubiera habido una reencarnación, ¿no crees?
Cierto. En la etapa 2017-2018 muchas reivindicaciones feministas se han hecho globales. Y el feminismo ha estado en un primer plano en el mundo. Ha sido importante la huelga de las mujeres y las manifestaciones del 8 de marzo de este año. También ha habido un nuevo estallido feminista de escritoras que reivindican la palabra feminista y descifran la lluvia de conductas sexistas actuales, como son Bel Olid, Naza Farré o Chimanda Ngozi Adichie. Y en la política, también últimamente algunas mujeres parlamentarias hablan de manera más clara y contundente sobre el feminismo. Pero se trataría de evitar que esta ola se convierta en humo.
Campañas como el Metoo, que ha sido un alud en las redes y en las alfombras rojas, sin duda influyen en el sentido de visibilización de actitudes machistas, pueden convertirse en una tendencia sensacionalista con fecha de caducidad, porque no van a la raíz de la fetichización del cuerpo femenino
Asi pues, ¿qué sugerencias describes en tu libro para hacer extensible un cambio real?
Hay un aspecto clave a nivel de codificación. La idea de Victoria Sau que “el patriarcado, siendo una institución inscrita en el seno de la sociedad, no ha sido nunca escrita al estilo de un decálogo religioso o una constitución política, es fundamental”. Esto conlleva su invisibilización como institución y no permite su abolición y reglamentación. Un reconocimiento a nivel mundial de su existencia formal, oficial y política como institución de lo que ha sido a través de los siglos y, sigue aún totalmente vigente, como deudora de una gravísima ofensa moral, espiritual, social y política infringida a las mujeres de todo el mundo. Este proyecto, ya se intentó llevar a la ONU el año 2010, yo misma lo gestioné, llegando a conseguir 244.654 firmas de 60 países, pero no se considero suficientemente importante. Sigo creyendo que se debería reconsiderarse. A título de ejemplo, hace pocos días en la India una mujer que denunció su violación, la quemaron viva y no hubo ley que la protegiera. Si hubiera un código común escrito y aceptado por todos los miembros de la ONU, podría ser un comienzo para ir cambiando las estructuras jurídicas y a la vez las mentalidades.
Pero en tu libro das gran importancia a los mitos y al orden simbólico cultural, ¿no es así?
Sabemos que el órgano del cuerpo que está en constante transformación es el cerebro, el cual procesa, interpreta y modifica la información que recibe a través de los ojos, del oído y de las sensaciones transformándolas en actitudes. La primera narración de los orígenes del mundo nos la facilitan los mitos y las religiones, que sirven para justificar e inculcar los valores de una sociedad. Y después estas imágenes mentales se rememoran en la oración diaria de las representaciones mediáticas, a través de lo que podemos llamar violencia simbólica. Las políticas sociales y, no digamos los esfuerzos por parte de las mujeres sobre la violencia machista, quedan obstaculizadas por los inputs contradictorios en los medios y el martilleo constante en la ficción, a lo que Rita Laura Segato describe como “pedagogía de la crueldad”. Es por ello que uno de los retos principales que quisiera transmitir, es invitar a las jóvenes a implicarse más en los relatos de ficción, en los guiones de las series de TV, etc., o mejor dicho hacer un verdadero “asalto” a los medios, elaborando relatos con otra cosmovisión. No basta con manifestarse por las injusticias, aunque sea necesario, hay que desacralizar el simbolismo que las provoca. Hay que dar más importancia a la aculturación, de la que dependemos todas las personas según vayamos más o menos protegidas.
¿Podrías poner ejemplos de aplicación en la práctica actual?
Si partimos de los núcleos focales del patriarcado, existe una apropiación de la maternidad de la mujer. Lo podemos ver en uno de tantos ejemplos en la figura del dios Zeus del Olimpo, cuando Atenea nace de su cabeza. Es lo que se llama matricidio primitivo. Consecuentemente hoy en día la gestión del cuerpo de las mujeres todavía es un asunto de Estado. Si no deshacemos las huellas del “inadvertido cultural” cualquier innovación de las nuevas tecnologías se impregnara de los mismos conceptos. Por ejemplo en la maternidad subrogada o vientres de alquiler, un tema que está actualmente en la palestra como debate para ver cómo se gestionan las leyes, puede convertirse en otra instrumentalización, explotación y comercialización del cuerpo de la mujer como recipiente, y además, obviando su salud en su proceso. Mirando atrás, tenemos ya la base científica en el dios Apolo del Olimpo, que dice: “la madre no es la progenitora de esta cosa llamada niño, sino la nodriza de una semilla reciente sembrada”.
Si actualmente hay una diáspora hacia la laicidad, con respecto a las creencias de cada persona – sobre todo en el feminismo – ¿porque crees que es importante ahondar en las Religiones?
Si queremos que las malas hierbas no crezcan, hay que extirpar-las de raíz. Actualmente en la Religión cristiana, a la que pertenecen más de 2.100 millones de personas y de la que Occidente tiene un legado importante, nos presenta a la mujer como proviniente de la costilla de Adán, es decir, la idea sinónimo de pertenencia. Un relato diferente de la versión primera del Génesis de la Biblia, donde Dios creó hombre y mujer al mismo tiempo. En pleno siglo XXI la Iglesia ortodoxa aún no lo ha revisado. Por no decir el estigma de la mujer como origen del mal, el cual nos lo rememora la ficción constantemente. Todo ello queda patente en la estructura patriarcal, haciendo que la dicotomía entre la psicosis de la “virginidad” y la otra cara de la moneda “la prostitución” impregne el lenguaje sexual. Y actualmente hemos abierto un falso debate sobre la prostitución entre abolicionistas y regulacionistas, teniendo en cuenta que el aspecto principal a revisar es el abuso colonizador con todas sus fantasías y en ningún caso la criminalización de las víctimas. Es decir, se trata de deshacer el factor estructurante patriarcal y hacer más presión contra la industria de la esclavitud sexual de mujeres y niñas, una industria global que Ana de Miguel define como “El harén democrático”.
¿No crees que han surgido nuevas ideas entre los jóvenes para cambiar la sexualidad estereotipada?
A mí, lo que me da miedo, es que se banalice el aspecto insurreccional nuclear. Por ejemplo, si partimos que la sexualidad, como expresión del lenguaje del cuerpo, es la metáfora donde se basa el poder de dominación, hace falta una mirada profunda en este tema. Últimamente respecto a algunas tendencias que se presentan como una mirada disidente para catapultar la sexualidad hegemónica como son el sex-positive y el post-porno feminista, no acabo de ver su eficacia. O tal vez sería necesario un debate más profundo, a tener en cuenta, sobre el deseo femenino.
Parto del hecho de que en la filosofía feminista, la sexualidad no es inhibidora ni normativa, y a la vez la sexualidad femenina es más integradora en el aspecto sensorial. Por el contrario, en la sexualidad masculina (configurada por el patriarcado) domina lo visual, una mirada escopofílica o voyeurista que utiliza el icono de la mujer como pasivo femenino. Es por tanto una mirada que objetiva, domina, y mantiene distancia. Ademas con su obsesiva genitalidad, incluye, incluso, la fantasía de la violación. Por todo ello se hace difícil pensar que con unas nuevas performances de pornografía, pueda haber un giro del destino normativo, teniendo en cuenta la ya existente proliferación visual de cuerpos espectáculo de mujeres al servicio de la industria. Pienso que tal vez habría otras maneras de descodificación del cuerpo de la mujer en relación a la mirada masculina, como por ejemplo, creo que sería más interesante y efectivo el humor, ya sea visual o escénico, que como bien dice Isabel Franc, ” la representación paródica puede
dar la vuelta a una interpretación, ya que el humor es tan inocente como subversivo”.
He encontrado en tu libro una idea que me ha sorprendido, cuando cuestionas el plural del feminismo.
Últimamente se habla mucho de los feminismos en la diversidad de sus reivindicaciones, tanto por las instituciones, como por la mayoría de las feministas.
Lo que se deberia evitar, es que se desvirtue la lucha feminista ya consolidada, que ha comportado mucho esfuerzo. Por ejemplo, si partimos de las ideologías pensadas por los hombres como es el comunismo, nunca se han mencionado “los comunismos” en plural, a pesar de las diferentes corrientes o tendencias. Y aunque el feminismo es la filosofía más diversa en sus objetivos, tenemos la experiencia que históricamente se han ido construyendo genéricos de mujeres, como por ej.: las Ninfas, las Gracias, las Arpías, etc. para confundir en la pluralidad su afirmación de existencia propia. Por lo cual, mi sospecha, mi interrogante es si esto es en realidad una estrategia para desdibujar lo que es el feminismo, diluyéndolo del concepto principal. También he oído hablar del oxímoron “feminismo de derechas”. Tenemos años de experiencia en que el actual neoliberalismo patriarcal, cuando no puede subvertir una idea, se inventa cualquier táctica para desactivar un movimiento político social o ideológico.
Sólo se trata de saber mirar de manera profunda y detectivesca, para no dejarnos influenciar en el sentido de que una moda no diluya el concepto holístico transformador del feminismo insurreccional, que además mantiene ya cierta distancia con el institucional.