Núria González López durante la exposición
Debate- formación en La Independent
OPINIÓN
Así ocurrió hace unos días cuando tuve la oportunidad de hablar un buen rato con las integrantes de la Red Internacional de Mujeres Periodistas y Comunicadoras de Cataluña. (XIDPIC.CAT).
Núria González López abogada y activista feminista dirigiendo la reunió
Fabiola LLanos moderó el debate
Y digo hablar, porque es exactamente eso lo que estuvimos haciendo.
Lo que en principio debía haber sido una conferencia / monólogo, se convirtió, por fortuna, en una conversación de lado a lado, intensa y confrontada, profunda y animada. No había unanimidad de opinión sobre el tema que se me invitó a tratar, la futura “Ley Trans” (nada menos). Pero después de casi dos horas de conversar, emergió lo que todas, ahora sí, por unanimidad, acordamos. Necesitamos confrontar.
Las mujeres necesitamos discutir los temas que marcan nuestra vida como mujeres desde que nacemos hasta que morimos. Y en los momentos en que vivimos, todas las que estábamos allí coincidimos en que impera una censura no oficial, pero si oficiosa cuando las mujeres decidimos debatir.
Cultura del silencio
Estuvimos de acuerdo en que en los últimos años se ha establecido la cultura del silencio por encima de la necesidad de argumentar. Y esta cultura se ha impuesto bajo la trampa de una falsa sororidad, en la que parece que sólo se puede hablar de aquello en que todos estamos de acuerdo. El famoso mantra de “vamos a lo que nos une y no a lo que nos separa” nos está haciendo mucho daño, como mujeres, y también dentro del movimiento feminista.
Las mujeres en general y el movimiento feminista en particular tiene delante ahora mismo unos desafíos tan grandes, que nos jugamos la categoría de personas para las mujeres si no conseguimos explicar alto y claro nuestras razones para no convertirnos en simples objetos de consumo, que se pueden vender, alquilar o matar, con total impunidad, porque al fin y al cabo, ni siquiera nos ven ya como seres humanos.
Es urgente y necesario para nuestra propia supervivencia que caigan las máscaras de todas aquellas personas que, envueltas en la bandera del feminismo, no hacen otra cosa que hacerle el trabajo sucio al patriarcado.
Información líquida
Pero en la era de la información líquida y ultra rápida, de utilizar y tirar, no todas las mujeres pueden acceder a los análisis serios y sólidos de lo que se nos viene encima. Entonces, ¿cómo podemos pretender que las mujeres tengan y mantengan posiciones de fuerza irrebatibles ante aquellos y aquellas que tienen como objetivo convertirnos en la nada?
Sólo hay una manera, y es confrontar a cara descubierta con quien quiere desactivar el feminismo a través de los postulados más neoliberales que hemos visto nunca. No debemos tener ningún miedo a sentarnos con quien defiende que las mujeres son un sentimiento, que las mujeres prostituidas lo hacen como ejercicio de su libertad personal, o que aquellas que se someterán a hacer de vientre de alquiler y entregar sus hijos a quien paga, porque puede pagar, lo hacen porque son “seres de luz” y no por estar en una situación de vulnerabilidad extrema. A sentarse para dejar patente que sus argumento son falsos y sus propuestas criminales.
Debemos debatir y confrontar, duramente y públicamente. Duramente porque las amenazas son muy grandes. Y públicamente, porque es ante todo el mundo donde ganaremos la batalla para mantener nuestros derechos humanos. Porque la verdad sólo tiene un camino, y al final, no más no la ve quien no la quiere ver.
No callar
El movimiento feminista lo tiene claro y por ello las mujeres que alzan la voz son continuamente acosadas con virulencia por quien ve en ellas un peligro real para el pensamiento único que se quiere imponer. Y no callarán.
Pero de aquel encuentro quedó bien patente que este “no callar” debe ser extensivo a todas y cada una de las mujeres.
Los que quieren hacer retroceder nuestros derechos también lo saben y por eso utilizan la táctica de la mordaza sorora. Primer aviso. A grupos de Telegram, los chats de Whastsapp, en las redes sociales, quien discrepa es avisada. Pero si no se calla, es atacada con toda la violencia imaginable. Como las dictaduras de toda la vida.
Por instinto de protección, muchas autoimponen la ley del silencio. Y entonces es cuando las y los violentos ganan la partida. Por tanto, no podemos callar. O lo que es peor, no podemos reducirnos a hablar exclusivamente de aquello en lo que estamos de acuerdo, ya que sería condenar a muerte a nuestra propia inteligencia. Como si viviéramos eternamente en un ascensor con el vecino del que sólo podemos hablar del tiempo que hace.
Discutiendo creceremos
Esto es en lo que se quiere convertir a las mujeres, y especialmente al movimiento feminista. En una conversación educada e intrascendente.
Trescientos años de lucha y muchas muertes, todas de nuestro bando nos deben impedir radicalmente aceptar esta situación. Y así quedó bien claro con las compañeras. Sólo hablando, aprenderemos, sólo discutiendo creceremos, y sólo confrontando ganaremos esta guerra por nuestras vidas.
Sólo me quedó felicitar a las integrantes de la XIDPIC.CAT por la iniciativa de fomentar el debate y la confrontación de ideas y de argumentos, antes de tomar un posicionamiento oficial como grupo. Crecimos juntas. Seguimos!
Júlia López Tremols, La Independent, participando en el debate
Marta Macías, La Independent, participando en el debate
Liza Roncancio, La Independent, participando en el debate
*Núria González, abogada y activista feminista, presidenta de la Asociación L’ESCOLA AC.
