viernes 29 marzo 2024

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Daños y riesgos de las políticas sobre la salud de las mujeres – 2012

En el informe del año pasado sobre el estado de las políticas de salud hacia las mujeres en Cataluña ya se ponía el énfasis en los 2 aspectos determinantes: los efectos de la crisis sobre la salud de las mujeres y el impacto de los recortes, iniciadas por el Gobierno de la Generalitat, en los derechos sociales. Un año después, los problemas antes expuestos -lejos de mejorar- se han agudizado. Resumen del informe 2012 del “dia internacional d’acció per a la salut de les dones: Els danys i riscos de les polítiques sobre la salut de les dones”. CCOO – Catalunya.

La segunda línea de análisis es la falta de información actualizada, puesto que la mayor parte de datos oficiales disponibles a partir de los organismos públicos corresponden al 2009, pocas del 2010 y casi ninguno del 2011, situación agravada porque muchas de estos datos no están todavía desagregadas por género, como la mayoría de países desarrollados.

El documento trata otros aspectos que se consideran relevantes:, entre las cuales los determinados sociales de la salud, la evolución de las demandas en temas de salud mental, los derechos y la salud sexual y reproductiva, tienen especial importancia. 


Desigualdades en salud desde una perspectiva de género

Los factores que condicionan la salud de las personas no dependen exclusivamente de la herencia genética y los estilos de vida, sino también otros determinantes (sociales, económicos, culturales y ambientales) como el acceso a la alimentación, el agua y la higiene, el nivel educativo, el acceso al mercado laboral y las condiciones de trabajo, la vivienda, las redes sociales y comunitarias o la política social y la dinámica interna de los hogares, etc., campos donde es frecuente encontrar importantes desigualdades de género. 

El ámbito social de la salud se cruza con los roles de género. Así, analizando los salarios se identifica que la ganancia media anual por trabajadora representa el 78% del que corresponde a los hombres, con una vida laboral más corta, lo que se refleja en la cuantía de la pensión percibida. 

La renta del hogar es menor cuando la persona de referencia es mujer, y las diferencias en renta se amplían cuando al frente del hogar hay una mujer de 65 o más años. La tasa de pobreza relativa es superior en mujeres (21%, frente al 18,3% para los hombres) y esta pauta se reproduce en todos los grupos de edad. Además, las mujeres son mayoría en la situación de jefas de hogares monoparentales o unipersonales, más vulnerables a la pobreza. 

En el cuidado informal dentro de la familia, la mujer se quién asume este rol de cuidadora la imposibilita de convertirse en receptora de cuidados. Y los datos son significativos: en 2008, el 79,7% de las personas ocupadas a tiempo parcial a consecuencia de sus responsabilidades familiares en el cuidado de personas dependientes, eran mujeres.

El mes de abril del 2012 deja una cifra de 635.721 personas registradas como paradas a las oficinas del Servicio de Ocupación de Cataluña, el que significa un incremento interanual del 5,7% (34.180 personas paradas registradas más que hace un año). Mientras que el número de mujeres al paro aumenta en un 6,2% respecto de abril de 2011, los hombres lo hacen en menor medida con un 5,2%. Estos datos se incrementan si utilizamos los datos de la Encuesta de población activa del primer trimestre de 2012, donde en Cataluña tenemos 836.900 personas paradas de las cuales 385.600 (46’07%) son mujeres. 

El resultado es que las desigualdades en salud tienen una importante dimensión de género, puesto que aunque las mujeres viven más que los hombres, pasan más parte de su vida con “mala salud”. Así, el porcentaje de años de vida con buena salud sobre la esperanza de vida al nacer consigue el 81,2% para los hombres y tanto sólo un 74,8% para las mujeres. La desigualdad de género es también visible en la valoración subjetiva del estado de salud: un 30,47% de mujeres califica su estado de salud como regular, malo o muy malo, mientras que sólo el 21,38% de los hombres coincide en esta valoración, patrón que se reproduce en la mayoría de los países europeos. Por el contrario, los indicadores sobre hábitos de vida (sobrepeso/obesidad, actividad física, consumo de frutas y verduras o de tabaco, alcohol y drogas) muestran que los hombres se encuentran en una situación de riesgo superior. 

¿Cómo se explica esta paradoja? Si consideramos que el impacto sobre la salud de los determinantes sociales es mayor que el que corresponde a los estilos de vida (las desigualdades injustas en el trato que hombres y mujeres reciben por parte del sistema sanitario), esta podría ser una causa. A modo de ejemplo, las mujeres reciben revascularización coronaria en estadios más avanzados de la enfermedad, tienen tasas más bajas de hospitalización por infarto de miocardio, con una mayor gravedad al ingreso y tasas más altas de complicaciones y mortalidad ajustada por edad. El retraso en el diagnóstico parece estar en la base de estos hechos. Hay la evidencia que muestra una mayor utilización de servicios hospitalarios por parte de los hombres y, incluso, cierto sesgo de género en el esfuerzo terapéutico. Otros trabajos constatan diferencias por sexo en el consumo de medicamentos, y particularmente en cuanto a psicofármacos, con un mayor consumo en las mujeres. En este aspecto hay que remarcar la tradicional exclusión de las mujeres en los ensayos clínicos, el que puede conducir a la aparición de efectos adversos después del consumo de fármacos consecuencia de la extrapolación de resultados a hombres y mujeres cuando sólo se conoce la respuesta terapéutica en los primeros. 

Finalmente y en referencia a la utilización de los servicios sanitarios, el informe hace énfasis en que la probabilidad de tener hospitalización es mayor en hombres, mientras que el acudir a la consulta del médico o de consumir tres o más fármacos es superior en mujeres. En este sentido existe evidencia que los hombres registran una menor propensión a utilizar los servicios de atención primaria, lo cual podría asociarse a la negación de la debilidad propia del rol masculino. Todo esto parece estar indicando la presencia de iniquidades desde un punto de vista de género evitables y, por lo tanto, injustas.

Mas información en el informe completo (catalán)

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Fabiola Llanos

Fabiola Llanos

Ecofeminista. Periodista i comunicadora social xilena / catalana. Especialitzada en imatge, arts gràfiques, producció audiovisual, neurolingüística i drets de les dones. Vaig parir La Periòdica. Co fundadora de La Independent.
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