martes 23 abril 2024

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Clara Garcia: “Hay un capitalismo de barreras contra la salud pública”

Clara

Clara Garcia Izaguirre

“La mayoría de profesionales no toma en cuenta que las ideologías conservadoras tienen un impacto negativo en la salud de las personas”, afirma Clara García, socióloga especializada en salud y género.

 

 

Clara García Izaguirre, socióloga, especializada en salud y género desde hace 20 años, con una importante trayectoria como investigadora en temas de salud comunitaria y epidemiología social.  Actualmente, trabaja en apoyo a investigación en la Agencia de Salud Pública, en salud comunitaria y salud sexual y reproductiva y en el diseño de intervenciones en salud comunitaria. Dialogó con La Independent sobre las serias limitaciones que supone no tomar en cuenta los enfoques de género y derechos en el análisis de los condicionantes sociales de la salud.

¿Explícanos en qué consiste la epidemiología social?

La epidemiología social es la rama de la epidemiología que estudia la distribución social y los determinantes sociales de los estados de salud. Desde la epidemiología social se pretende aportar información necesaria sobre qué políticas públicas favorecen o no las desigualdades en la salud y considera las variables sociales (clase social, ingresos, educación, etnia, país de origen, etc.). Realiza procesos comparativos de diversidad de indicadores como salud percibida, mortalidad, prevalencia de factores de riesgo individuales de enfermedades crónicas o tumores o prevalencia de enfermedades mentales. Se toma en cuenta indicadores como la posición socioeconómica y también los diferentes contextos sociopolíticos. Desde la epidemiología social nuestro interés es evidenciar las causas de las causas, ir hacia la raíz de los problemas de salud.

¿Por qué es fundamental el enfoque de derechos y de género en esta rama?

El enfoque de derechos es fundamental, porque uno de los determinantes sociales de la salud es el sistema político y las ideologías que en él subyacen, algunas etnocéntricas, capitalistas, misóginas, patriarcales, heteronormativas, entre otras. En la actualidad, existen equipos multidisciplinares que hacen investigación en epidemiología social, sin embargo no tienen conciencia clara sobre la importancia de considerar un enfoque de derechos, que evidencie las desigualdades de salud en una determinada población. La mayoría de profesionales no toma en cuenta que las ideologías conservadoras, por ejemplo, tienen un impacto negativo en la salud de las personas. Y de otro lado, no se toma en cuenta el enfoque de género, en cómo las determinantes sociales de la salud pueden afectar de manera distinta a mujeres, niñas, población lgtbiq, personas con diversidad funcional, entre otras. Persiste en el campo de la salud una resistencia a evitar el enfoque de derechos y el de género.

¿Por qué crees que persiste esta resistencia?

Como socióloga te puedo decir que cuando pones de relieve las relaciones de poder, evidencias los privilegios y a quiénes los disfrutan. Y en nuestra sociedad hay un sector conservador que quiere evitar verse situado en el poder  y no le interesa reconocer sus privilegios, ni mucho menos reconocer que estos privilegios ejercen violencias sobre otras personas. Por ese motivo, ni el enfoque de derechos ni de género interesa, porque ponen en cuestión los privilegios y hacen visibles las opresiones que éstos ocasionan hacia sectores de población que están viviendo situaciones de discriminación. Una persona o grupo que ejerce opresión evita ser evidente, nadie quiere verse como opresor. Y desde el feminismo, considero que es un paso fundamental el empezar a deconstruir las maneras de analizar y mirar la realidad de la salud para superar las desigualdades.

¿Qué sucede en el caso de los derechos sexuales y derechos reproductivos?

Desde el feminismo radical se puso de relieve los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en el espacio público, fue un paso radical el considerar que no se trataba de un tema de igualdad, sino de opresión, de ejercer poder, de autonomía, de libertad, de autodeterminación. Los derechos sexuales y derechos reproductivos continúan siendo dominados, controlados y limitados tanto en la esfera pública como privada. En este sentido, considero que la denuncia desde el feminismo es y ha sido fundamental porque una gran mayoría de problemas relacionados con la salud de las mujeres es la violencia de género que afecta considerablemente a la salud sexual y reproductiva, porque se evidencia un autoritarismo sobre los cuerpos de las mujeres y el control patriarcal sobre su capacidad de decidir.

¿En el ámbito de la salud comunitaria cómo se  abordan los derechos sexuales y reproductivos?

Es difícil abordar la salud sexual y reproductiva desde un enfoque de derechos y género en la salud comunitaria porque es un hándicap la falta de formación y sensibilización de las personas que trabajan en el terreno o que diseñan las iniciativas en esta área. Esto ocasiona una mirada sesgada de los problemas de salud y, a veces, en vez de soluciones solo se dan sucedáneos. Por ejemplo, siguen aumentando las tasas de embarazos en adolescentes. Y si a esta realidad le sumas el austericidio, es decir, la falta de inversión en el ámbito de la salud: no se invierte en la formación de las personas técnicas que implementan las políticas, no hay una exigencia de excelencia y cada vez se evidencia una baja calidad en la atención y limitación presupuestaria para las intervenciones, etc, la situación se complica más. Por ejemplo, la cuestión es que se nos puede estar descontrolando los indicadores como mayor tasa de embarazo en adolescentes relacionada con el austericidio. Hay una vinculación fuerte con la financiación de la educación, con su mejora, con el descenso de la calidad en la educación, y por supuesto, con la crisis del panorama laboral. Esta realidad provoca que las niñas y niños tengan muchas dificultades para el estudio, pues bajan sus expectativas y si a parte se evidencia que hay adolescentes que tienen menos acceso a la contracepción en un entorno de retroceso de recursos económicos que suele ir aparejada con el retroceso de derechos, es más proclive a que suba la tasa de embarazo adolescente.

En el tema de la contracepción ¿consideras, entonces, que hay una seria limitación para las adolescentes?

Sí. Hay un avance de grupos de presión muy conservadores que no se frena o no se ha querido frenar desde la administración pública, ni desde la educación, porque poco se enfatiza en un currículo afectivo-sexual que es el pilar en este aspecto. En el tema de acceso a los preservativos hay una serie de iniciativas que han funcionado pero se precisa reforzar la sensibilización y el prevenir el incremento de embarazos adolescentes. Y también evitar la revictimización y el estigma de cierta población, como la migrante. Por ejemplo, se dice que las adolescentes migrantes son las que presentan las más altas tasas de embarazo. Y el tema no es que sean inmigrantes sino que vienen de una sociedad que no tenían recursos, o acaban de llegar o son de segunda generación y han tenido dificultades sus familias que han impedido que asuman prácticas de cuidado.  A lo mejor estas adolescentes, pongamos que fuese el caso de Bolivia, donde es la mayor de tasas de embarazos de adolescentes, vienen aquí y baja la tasa. Si miras la evolución de lo que aquí sube con las adolescentes españolas, verás que es más baja en las adolescentes migrantes, y no se dice. Las intervenciones han de ser más universales y evitar que se dirijan solo a contemplar el origen. Esto es peligroso porque puede generar unas políticas discriminadoras, de incidir en la contracepción de la población migrante, por ejemplo. Considero que, además de ser multidisciplinares, desde el sector de salud se debe trabajar con mucha más democracia, porque lo multidisciplinar no está regido por la democracia, porque hay discursos hegemónicos en ciencias. Si te centras en el origen a lo mejor se genera un problema de estigma y revictimizas a la población. Además, lo preocupante es que hay un rearme de la visión conservadora sobre la salud sexual y reproductiva que es preocupante.

¿Dónde está ese rearme?

Es gente que hace presión a todos los niveles, tanto político, mediático y económico, porque intentan apostar por candidatos en puestos de decisión claves, dotar de medios y de recursos a sus movimientos para implantar sus agendas en el sector de la salud. Hay casos extremos como en España, cuando tienen el campo abierto y no encuentran oposición. O, cuando tienen oposición, son camaleónicos porque adoptan estrategias de la nueva política.

Puedes explicar con más detalle…

Es una constante disputa entre diferentes grupos de presión. Cuando me he dedicado a temas de gestión de políticas de salud, era más evidente, porque es allí donde intentan tener presencia. Por ejemplo, en el terreno de la alimentación y las farmacéuticas utilizan una retórica neoliberal del enfoque de políticas públicas en temas como la obesidad. Hablan de “estilo de vida saludable” y hacen enorme publicidad desde las grandes compañías de alimentos y de refrescos. Se promocionan bajo el paraguas de una “vida saludable”, como si el consumo de sus productos altamente azucarados  que alientan al consumo en exceso de grasas fuese compatible con la salud. Te llenan la cabeza diciendo que puedes quemar las grasas con sus productos, si estás “activa” o “activo” y a la vez si haces algo de dieta mediterránea. Es así como se sostiene un consumo inadecuado. Y esto lo sabe la gente que gestiona la salud y es bastante escandaloso. Por ejemplo, durante el mandato socialista la Agencia de la Alimentación estaba a liderada por un cargo político independiente de la industria. Ahora se han saltado las normas y esta agencia está liderada por una persona que ha sido alta ejecutiva en una compañía mundial de refrescos. Por lo menos, en otros países se suele seguir unas pautas de incompatibilidad cuando se elige candidatas que no cumplen requisitos porque hay conflictos de intereses. En España persiste un capitalismo de barreras que impide la protección de las personas usuarias en la salud pública. Y no se firman estos acuerdos. Antes se luchaba con esta gente con una situación de David contra Goliat, pero es que ahora a Goliat lo tenemos dentro.

¿Y a nivel más integral, cómo ves el tema de la salud laboral en relación a las mujeres?

La salud laboral en relación con las mujeres es un tema preocupante. Hay pocas oportunidades de calidad laboral que permitan la conciliación, la corresponsabilidad y el cuidado. Es cierto que se ha avanzado en permisos que son mayoritariamente soluciones de corte liberal, donde salen favorecidas solo mujeres de clases media, perdiendo la visión de que ya no hay clase media. No se prioriza la promoción de servicios de apoyo  a la dependencia de 0 a 3 años o de 0 a 99 años. Y es que la dependencia te puede ocurrir en muchas etapas de la vida. Lo que requerimos es que no recaiga el cuidado sólo en las mujeres. Está bien que se den permisos de paternidad, que tienen que ser obligatorios. Además, tiene que haber un sistema de cuidados público y gratuito que no se limite al tema de la infancia, porque el tema de la dependencia va más allá de la infancia. La Ley de Dependencia contemplaba unos pagos a mujeres, porque la mayoría de cuidadoras informales son mujeres, que eran familiares, y esto representa una verdadera trampa porque eran sueldos muy bajos que no corresponden con lo que puede significar en el mercado laboral. No se toma en cuenta que una cuidadora informal media este trabajo le van a suponer quince años de su vida, que cuando se le acabe la responsabilidad estará mal situada para integrarse al mercado laboral, porque sólo tiene experiencia en eso. Además, creo que ni cotizaban esas ayudas a la seguridad social y no son significativas. Y nos lo han estado vendiendo como una solución cortoplacista, como de corriente social demócrata, alineada con lo que entiendo como un liberalismo social.

Se dice que el sistema de salud comunitaria está desmembrando el sistema público de salud, qué opinas al respecto?

Cuando en cuestiones de salud empiezas a involucrar a la población para que asuma acciones de voluntariado o acciones comunitarias es porque es porque hay lagunas donde el sistema de salud no llega o llega pero se limita cada vez más. Y si no llega y se externaliza, y se ve la necesidad de cubrir esta limitación con un voluntariado. Me pregunto, qué tipo de actividad económica estamos generando o qué tipo de política pública estamos generando. Hay que tener en cuenta el tipo de empleo que está generando y si es un trabajo por qué lo vas a informalizar con un voluntariado. Sin no lo formalizas al final será una opresión.

Por ejemplo, que necesites dar apoyo a personas que están volviéndose muy mayores y que tienen menos vida social, no suplas esa atención con voluntariado. Pues hay trabajadoras que les llevan y les acercan a centros y les programan una serie de actividades, les das más oportunidad y les das un servicio. Les atiendes con mayor calidad y tiempo que si eso lo cubres con una red de voluntariado, que nunca va atender tanto impacto como tener un servicio profesionalizado. Esta red de voluntariado está siendo promovida por el sector de salud ahora mismo. Reclutan personas y esto luego redunda en temas de proselitismo político, porque te puedes echar mano de una fundación determinada y le están haciendo proselitismo a las personas adultas mayores. Hay aquí un problema de  abuso de la debilidad de la gente mayor y esto no se quiere ver. La atención a la tercera edad se ha formalizar y no informalizar.

Por ejemplo, el tema de neuroepidemiología, es un tema en la calidad de vida de la gente mayor.  Calidad de vida es darles servicios de calidad que sean públicos, gratuitos y universales. La soledad de las personas adultas mayores se supera con el apoyo social que se puede promover juntándolas con personas de su edad en centros públicos, en espacios abiertos y no con una red de voluntariado. Se ha de tomar en cuenta la realidad de las personas adultas mayores, sus necesidades, sus prioridades, de relación con personas de su entorno y no de un entorno artificial.  La salud comunitaria es importante no para esquivar la responsabilidad del estado, sino para promover la calidad de vida con esquemas del enfoque de derechos y de género, con una salud pública, integral y universal.

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