Cuando el conflicto en Ralko comenzó para instalar uno de los más grandes proyectos hidroeléctrico en territorio pewenche (Chile), fueron dos hermanas quienes avivaron la voz por su pueblo: Berta y Nicolasa Quintremán, quienes iniciaron la vindicación y valerosa resistencia frente a la trasnacional ENDESA, jugándose la vida por la defensa de su territorio y el agua.
En diciembre de 2013, irónicamente la vida de Nicolasa se apagó (¿o fue apagada?) en las aguas de la represa contra la que luchó hasta el final de su existencia. Ese lago artificial, ese que acumuló y estancó las aguas de un río vivo que se resiste a morir, pese a la cantidad de represas que ya tiene; allí en los territorios donde fueron confinadas tantas familias mapuche, que como Berta y Nicolasa llegaron a amar de tal manera que prefieren dar su vida antes que abandonarlas.
Un pequeño homenaje a Nicolasa, porque su fuerza, sabiduría e ímpetu como lideresa mapuche continúa vivo en su pueblo, encendiendo la llama de la vida y anhelo por un mundo mejor y en equilibrio con nuestro entorno vital…