OPINIÓN
Gloria, Martina, Patricia, Marian, Susana, Sara, Sonia y Celia son las ocho mujeres de la asociación Ve-La Luz que llevan en huelga de hambre desde el pasado nueve de febrero en la Puerta del Sol de Madrid.
Y allí afirman que van a seguir hasta que los grupos parlamentarios del Congreso se comprometan a incluir sus veinticinco propuestas en un pacto de Estado contra la violencia de género.
El pasado jueves se celebró en el Congreso de Diputados y Diputadas una jornada para analizar, tratar y revisar los compromisos políticos contra la violencia hacia las mujeres. A dicha jornada no asistió nadie en representación del PP, de Ciudadanos ni del PNV. No es de extrañar sabiendo lo poco o nada que este tema les importa a dichos grupos políticos.
Porque seguramente deben de andar más preocupados (y ocupados) por cómo “reordenar” sus pactos políticos para salvar a gente corrupta incluso cargándose la credibilidad de la Fiscalía anticorrupción, que por los asesinatos de mujeres y criaturas a manos de malnacidos machistas que creyeron que ellas les pertenecían. Ellos y ellas, los de estos grupos políticos, sencillamente son así de impresentables.
El ansiado y demandado Pacto de Estado contra las violencia Machistas les parece una buena idea solo para las campañas electorales. Y a algunos ni incluso eso. Y mientras, nos siguen asesinando. Pero, al parecer, les importa poco porque no actúan.
Las mujeres en huelga de hambre de la Puerta del Sol son un ejemplo de dignidad para una sociedad cansada del desprecio que los dirigentes de estos partidos muestran hacia los problemas de las mujeres. Pero en especial a los derivados de la falta de la aplicación de la actual ley integral contra la violencia de género, que como sabemos, no incluye como víctimas a las criaturas asesinadas por sus padres maltratadores.
Los dirigentes de estos partidos se encargan de otros “temas mayores” como los de reforzar modelos de mujeres como la ex-ministra de Rajoy, Ana Mato o Cristina de Borbón que nunca se enteraban de nada y tenían plena confianza en sus maridos o ex-maridos. Un modelo de mujer que, convenientemente reforzado, les resultará mucho más útil que las otras, las que exigimos medidas urgentes para parar este feminicido que se está produciendo cada vez que asesinan a una mujer por ser mujer.
“Cada vez que nos tocan a una, nos tocan a todas”, “Disculpen, pero nos están asesinando” son algunas de las consignas que llevamos gritando hace años. Pero ellos siguen sordos a nuestros gritos y mudos ante las reivindicaciones a nuestro derecho a una vida libre de violencias de género. Y, como ya he dicho en alguna ocasión, nuestras vidas les importan un bledo. Menos cuando toca ir a votar, claro.
Desde mi punto de vista la corrupción política va mucho más allá de los casos que conocemos (y de los que no conocemos) y que se están juzgando. La corrupción política también se da cuando teniendo los medios no se aplican. Cuando teniendo las leyes, no se aplican. Cuando teniendo de la mano recursos, estos son recortados sin contemplaciones. Y las consecuencias de ello son los asesinatos de mujeres y criaturas. Eso también es corrupción política, puesto que las consecuencias son fatales cuando se han tenido medios y no se ha actuado de forma correcta.
La lección de dignidad que las mujeres de Ve-la Luz nos están dando a toda la sociedad es, al menos para mí, impagable.
Esa dignidad está desaparecida en las filas de los grupos parlamentarios ausentes en la jornada del jueves. Demostraron lo que les importan nuestras vidas de mujeres. Nada.
Se reunirán de forma urgente los ministerios implicados, crearán órganos permanentes de vigilancia y de no sé que más historias, pero lo de restablecer fondos para prevención, sensibilización y actuación en los temas de violencias machistas, de eso nada. De reunirse con el movimiento feminista para analizar causas y actualizar la actual ley, como ya hemos visto, nada. O, sencillamente lo de aplicar en su totalidad la actual ley integral, tampoco nada. Lo de formar a todos los agentes (policiales, jurídicos, etc.) también nada. Lo de actualizar los criterios para el recuento de víctimas mortales de este tipo de terrorismo, nada.
Y este tipo de actuaciones que se pueden realizar y no se realizan por falta de voluntad política deberían formar parte del catálogo de corrupción. Porque su consecuencia ha sido letal para muchas mujeres a lo largo de este año. Más de veinte mujeres y, al menos una bebé han sido asesinadas en lo que llevamos de año. Y todavía no ha acabado el mes de febrero.
¿Para cuándo van a decidir estos señores (y algunas señoras) representantes de la ciudadanía y que ostentan el Gobierno tomarse enserio la vida de las mujeres y las niñas?
¿Para cuándo van a dejar de “divertirse” nombrando y cesando fiscales anticorrupción según sus intereses a proteger, para vergüenza de la ciudadanía, y van a colocar en su agenda política más urgente la negociación de un Pacto de Estado contra las violencias machistas?
¿Para cuándo van a entender esta gentuza que las mujeres asesinadas por el terrorismo machista ya son muchas más que las víctimas asesinadas por el terrorismo político o yihadista?
¿Para cuándo van a perder el miedo y llamar a las cosas por su nombre y van a tratar estas violencias machistas como lo que realmente son y llamarlo TERRORISMO MACHISTA?
Mucho me temo que son demasiadas preguntas para ellos (y ellas) y que nos vamos a quedar sin respuestas.
Pero lo que es más grave, nos vamos a quedar sin algunas mujeres más porque las van a asesinar. Y las van a asesinar mientras esta gentuza a las órdenes directas del patriarcado más feroz y asesino, juegan a intercambiar fiscales anticorrupción para poner a quienes mejor les bailen las aguas y les permitan, con todo tipo de argucias, mantener en su cargo a gente no honesta o a gente que por ser de su élite no entra en prisión pese a estar condenado a más de cinco años.
El patriarcado sigue campando a sus anchas, pese a la huelga de hambre de Gloria, Martina, Patricia, Marian, Susana, Sara, Sonia y Celia. Y este patriarcado asesino que ellas denuncian con su negativa a ingerir alimentos seguirá sintiéndose seguro y protegido, mientras unos forajidos permiten que a las mujeres se nos asesine por ser mujeres. Y lo peor de todo es que podrían pararlo, pero por lo visto, no les interesa hacerlo.
Afortunadamente, hay otros grupos políticos que, al menos dialogan con los movimientos de mujeres para buscar soluciones a este feminicidio atroz. Pero lo que es más importante, al menos para mí, es que somos muchas las que estamos de forma presente o ausente, respaldando la lucha de Gloria, Martina, Patricia, Marian, Susana, Sara, Sonia y Celia.
Ellas son un ejemplo de dignidad. Los que sirven al patriarcado desde los despachos del Gobierno o sus aledaños, un ejemplo de miseria.