Este 7 de junio en México los empresarios celebran la libertad de expresión y se verá si cínicamente el gobierno federal quiere tapar el sol con un dedo y señalar que en el país, considerado por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en ingles) con sede en Nueva York, como el más peligroso de América Latina para las labores periodísticas, hay libertad de expresión.
En este contexto, porque el informe 2010 del CPJ de Nueva York recién se conoció, y la noticia de que fueron recuperados el 95 por ciento de los bienes sustraídos de la organización civil CIMAC, refresca cualquier temor de que la persecución a periodistas pudiera llegar al Distrito Federal.
Por fortuna, el abogado David Peña de la Casa de Protección a Periodistas del Distrito Federal, pudo verificar que la policía capitalina tiene identificada a una banda de delincuentes que roba en la zona centro de la ciudad donde se ubican las oficinas de CIMAC, es claro que no hay indicios de represión, daño moral o doble intención.
Esta buena noticia, por lo que significa, fue comentada por un grupo de periodistas en la televisión este lunes 6 de junio, luego de que el periodista Rogelio Hernández ha quedado al frente de la defensa de periodistas de la Casa, que todavía no inaugura sus trabajos formalmente y que incluye una comisión de género que analizará cuidadosamente todo lo que puedan significar ataques a la libre expresión de las ideas a mujeres profesionales que defienden los derechos humanos de las mujeres.
En la Casa se tienen 26 expedientes y denuncias, a pesar de que no ha comenzado sus labores formalmente, entre ellos dos de mujeres, Anabel Hernández, amenazada de muerte por las autoridades de seguridad pública del gobierno Federal y de Frida Guerrero, de Oaxaca, quien ha recibido amenazas que atentan contra su integridad por parte de uno de los grupos que pelean el territorio Triqui.
Hernández y el periodista Roberto Rodríguez Baños comentaron que en el Distrito Federal no existen asuntos graves contra los periodistas, más que aquellos que obstaculizan el trabajo, especialmente fotógrafos en manifestaciones y movilizaciones sociales que en la capital del país son muy recurrentes, así como algunas acciones políticas concretas contra informadores o informadoras, en una línea que se llama incidentes propios de la profesión, pero que no debieran existir.
Es la impunidad lo que más preocupa. Anabel Hernández y Frida Guerrero tienen protección policiaca y de la Casa para evitar que las amenazas contra ellas puedan concretarse, habida cuenta de que en el 70 por ciento de los casos de asesinatos a periodistas, ellas y ellos habían advertido a las autoridades sobre amenazas recibidas y como las autoridades no hicieron caso fueron asesinados.
La impunidad es la cuestión que en México provoca mayor inquietud y en el caso de las y los comunicadores con la apertura de esta Casa, lo que se busca es precisamente prevenir, no solamente realizar estadísticas tremendas.
En este sentido Rogelio Hernández nos contó, en el programa Periodistas que trasmite Capital 21, un canal de televisión por internet del Distrito Federal, que lo preocupante es que en el caso de CIMAC la autoridad no haya actuado hace tres años, ahora actuó rápidamente y lograron rescatar los bienes sustraídos e identificar a la banda de asaltantes y actuar.
En cambio hace tres años no se sabe porque no se continuó la investigación ni se sabe el resultado de las movilizaciones y apoyos que sectores del gremio y la sociedad civil brindaron a esta organización que fundó hace casi 20 años una agencia de noticias de género, única en su tipo en México y que convocó a muchas periodistas y también a compañeros del gremio del país entero a escribir sobre la condición de las mujeres.
Actualmente, la Casa de Protección a Periodistas está preparando protocolos serios y amplios sobre la profesión, considerando que se trata de la primera organización de defensa de la libertad de expresión constituida por periodistas en activo, dirigentes gremiales y también personas de organizaciones civiles.
Lo cierto es que en este tema de persecución de la libertad de expresión, los marcos de reacción tienen que ser muy puntuales y precisos para diferenciar el tema de la violación a los derechos humanos y los hechos incidentales, donde de todas formas hay que exigir que actúen las autoridades y se persiga a los delincuentes, pero con matices claros y necesarios.
Habrá que ver qué dicen los dueños de los medios en esta fiesta del 7 de junio, donde antes se acostumbraba felicitar a los periodistas, donde los empresarios comían y brindaban con los gobernantes y donde las y los periodistas generalmente quedaban a la sombra, tanto como trabajadores y trabajadoras de los medios, como líderes de opinión y de defensa de los intereses de la sociedad.
Las y los periodistas hemos tenido que crear nuestros propios espacios de defensa, agendas de reivindicaciones laborales y ahora de autoprotección ante la creciente amenaza a las libertades. Es preocupante que ante la impunidad, las denuncias empiezan a silenciarse y ocultarse, porque el silencio es lo más grave que puede suceder a una sociedad, como la mexicana hundida en los abusos criminales de toda índole, las muertes y persecuciones de defensoras y defensores de derechos humanos y de muchas y muchos periodistas en el país.