OPINIÓN
Justo dentro de quince días tenemos cita con las urnas por las elecciones generales y, en la Comunitat Valenciana, por las elecciones autonómicas.
Ahora solo hemos de sobrevivir a una bronca campaña electoral en la que los dos bloques se están disputando cada voto.
Como no puede ser de otro modo desde esta tribuna llamo a ejercer el voto en el sentido que sea, pero por dignidad y por respeto no podemos quedarnos en casa y no ir a votar.
Y digo por dignidad porque considero que como ciudadana es mi obligación ejercer un derecho por el cual muchas personas que me precedieron lucharon e incluso perdieron la vida, para que nosotras hoy podamos votar. Y digo por respeto porque hay que tenerlo hacia todas esas personas, cuyos cadáveres de muchas siguen estando en las cunetas o en las fosas comunes. Pues por dignidad y por respeto hay que ir a votar.
Otro asunto es a quienes vayamos a votar. Yo tengo claro mi voto. Lo he tenido claro siempre porque creo en que sólo la izquierda gobierna para todas las personas. Además creo que la derechas, se llame como se llame y tenga la cara que tenga, nunca va a beneficiar a la clase trabajadora en su conjunto, como nos lo han demostrado les diferentes Gobiernos del PP. Tampoco con la derecha, las mujeres y las niñas tenemos garantizados nuestros derechos, ni, incluso, nuestras vidas.
Los recortes llevados a cabo por el PSOE y por el PP no han sido revertidos en su totalidad. Y comenzaron hace nueve años! Por tanto no me aportan ninguna garantía ninguno de los dos partidos. Además han gobernado los dos y podrían haberlo hecho.
Las nefastas reformas laborales que aprobaron ambos Gobiernos en 2010 y 2012 nos pusieron, a la clase trabajadora en general y a las mujeres trabajadoras en particular, literalmente a los pies del capitalismo más salvaje. Y el PSOE no la ha derogado pudiéndolo haber hecho.
La reforma de la Constitución pactada entre ambos en 2011 para cambiar todo el artículo 135, nos dejó a las personas por detrás del capital y eso ha favorecido la progresiva desaparición y empobrecimiento de la clase trabajadora.
Todos los recortes que se llevaron a cabo, se cebaron en un incipiente estado de bienestar que fue desmantelado y que todavía no se ha reconstruido, Y nuestros impuestos se desviaron a salvar a los bancos, algunos de los cuales nos habían estado robando durante años, dejando incluso a muchas familias sin ahorros.
Espacios como la educación pública, la sanidad pública, los temas relacionados con la dependencia y los servicios sociales o de atención a mujeres víctimas de violencia de género, siguen sin poderse recuperar desde los recortes de 2012 y 2013. Y son servicios que se ofrecen para mejorar las condiciones de vida de las personas. Pero antepusieron las ayudas a los bancos por encima de las necesidades de las personas.
Seguimos con colas de espera de meses para que un especialista nos pueda visitar. Algunas operaciones pueden tardar años. Los recursos de los que disponen están obsoletos, las aulas siguen masificadas y con pocos recursos. Y así un largo etcétera. Y todo ello sin mencionar la cantidad de personas que han perdido la vida esperando las ayudas por dependencia.
Dicen “los expertos” que se vuelve a crear empleo, pero muy pocos son los que se atreven a explicar que el empleo que se genera es de muy baja calidad e incluso genera precarización entre la propia gente trabajadora.
Y en estos años solo han gobernado dos partidos: El PP y el PSOE. Y aunque solo hayan sido ocho meses, esperaba mucho más del PSOE.
Cuando llegaron al gobierno después de la moción de censura a Rajoy, estaba ilusionada e incluso comenté con un amigo que solo derogando la reforma laboral y la llamada ley mordaza, igual me planteaba votarles en las próximas generales. No ha sido así. Obviamente no les voy a votar.
Para mí son importantes políticas pensadas para las personas por encima de intereses partidistas y eso no lo he visto tampoco en estos meses de gobierno del PSOE.
Diseñar estrategias para la población más vulnerable es una seña de identidad de la única izquierda que conozco y a la única que mi conciencia me permite votar.
Una izquierda que cree en unos servicios públicos fuertes que redistribuyen la riqueza y aseguran atención de calidad al conjunto de la ciudadanía y no sólo a quienes puedan tener los bolsillos llenos. Que sea feminista y actúe como tal ante problemas como la prostitución, el aborto o los vientres de alquiler. Que sea ecologista y diseñe medidas para revertir el cambio climático. Que procure una educación pública fuerte para coeducar a las niñas y niños de forma igualitaria y sin sesgos de género ni estereotipos. Que genere recursos necesarios y de calidad para las personas en situación de dependencia y para nuestros mayores que son quienes construyeron lo que ahora se han llevado por delante.
Esa es la única izquierda a la que mi conciencia me permite votar y a ella le daré mis votos el próximo 28 de abril.