Así es, las urnas han hablado y nos han contado que los votos depositados han querido que en la Generalitat el gobierno cambie de color político. Es el juego de…
Así es, las urnas han hablado y nos han contado que los votos depositados han querido que en la Generalitat el gobierno cambie de color político. Es el juego de la democracia y, aunque no nos guste el resultado, no nos queda otra que aceptar los resultados de lo que la mayoría ha querido.
Como ya podemos imaginar por el acuerdo al que han reunido el partido ultraderechista y el PP, no serán tiempos buenos para las mujeres. Sobre todo para las políticas de prevención de las violencias machistas. Y no lo serán sencillamente porque como es sabido, el partido que llevaba como candidato a la presidencia de la Generalitat a un hombre condenado por haber ejercido violencia psicológica contra su expareja y sus hijos, niega esta clase violencias machistas.
Si pensamos que el Pacto Valenciano contra las violencias machistas y de género debe acabar de implementarse y que el partido ultraderechista está en contra. O si recordamos que gran parte de las componentes de este partido acuden a él precisamente porque están en contra de todas las leyes que protegen a las mujeres contra estas violencias porque se sienten atacados por las propias mujeres a las que acusan de querer discriminarles , encontraremos alguna explicación a su rechazo más feroz a todo lo que sean avances de las mujeres.
Tampoco podemos perder de vista que uno de los cinco ejes sobre los que han reunido a un acuerdo con el PP es literalmente “Apoyo a las familias para fomentar la Natalidad, Seguridad y promoción de las familias”, entenderemos que no buscan más que cuestionar los derechos de las mujeres en el acceso a nuestro propio cuerpo ya nuestras decisiones sobre nuestras maternidades. Y, por supuesto, el volver al modelo familiar del Pater Familias donde toda la autoridad debe recaer en el padre de familia y donde la madre es una figura siempre secundaria y, a ser posible, sin poder de decisión sobre el resto de la familia .Así las cosas y con un pacto que se ha larvado sólo por hombres y se ha firmado sólo por hombres, ¿qué bueno podemos esperar a las mujeres? Nada.
Tendremos que, de nuevo, salir a la calle para mantener lo que ya tenemos y no perderlo después de la traición que se nos ha hecho por parte de la izquierda mientras ha gobernado buscando el borrado y cuestionando permanentemente el feminismo clásico .
Como dey la canción Malos tiempos para la lírica. Tampoco son buenos tiempos para el feminismo radical y clásico. Pero, de nuevo será necesario que busquemos las fuerzas allí donde queden, a pesar del cansancio acumulado, apretar los dientes y salir adelante. No nos queda otra si queremos, no sólo defender lo ya hemos conseguido para no perderlo, pero además dejar un mundo mejor al que viene detrás, las niñas de hoy que serán mañana mujeres de pleno derecho.
Aún nos queda el derecho y la obligación de ir a votar el veintitrés de julio e intentar que las cosas no empeoran aún más con un cambio de color también en el gobierno central.
Hay que reflexionar a fondo el sentido de nuestro voto y pensar muy bien en quién depositaremos nuestro voto para impedir que lo que ya ha pasado en el gobierno autonómico, acabe pasado en Madrid, porque si ocurriera lo mismo, todo empeoraría aún más.
Frenar el avance de la derecha y la ultraderecha, depende en gran medida, del voto de las mujeres. Pensamos en nosotros y en las que vienen detrás y las que queremos dejarles un mundo mejor.
