OPINIÓN
En México unas 300 mil personas están desplazadas. No por razones políticas, no por persecuciones o represión, sino por buscar a sus familiares desaparecidos.
Los relatos son conmovedores. Ayer contó sus afanes y sus tristezas, María Herrera Magdaleno y otras mujeres; se leyeron relatos de libros, se vieron fotografías y símbolos que muestran cómo la prohibición de las drogas ha generado riesgos añadidos, angustias, todo por la política de drogas equivocada.
Durante las actividades del Museo de Políticas de Drogas que estuvo abierto en México entre el 4 y 6 de mayo -una iniciativa internacional para abrir el diálogo- SemMéxico habló con Amaya Ordorika del Colectivo Reverdecer, una de los patrocinadoras del Museo en el país, dijo que son las mujeres, discriminadas y ofendidas, quienes iniciaron una búsqueda incesante y cargan en su espalda dignidad y entereza.
María Herrera, hoy desplazada de su pueblo, Pajacuarán, Michoacán, vivió la desaparición de 4 de sus 8 hijos. Dos en 2008 y dos más en 2010. Se unió al Movimiento de Paz Justicia y Dignidad en 2011 y desde entonces no se ha bajado, vive el desplazamiento forzado, y como fuerza, tiene el dolor.
Las mujeres, afirmó Ordorika, viven los peores efectos, por su condición de cuidadoras, viven con tristeza crónica, acaban cuidando a decenas de parientes y amigos de los y las desaparecidas; hay muchos colectivos, como los de las madres que tienen que conseguir la medicina a base de mariguana, escasa, difícil de conseguir.
Es el caso de las organizadas en torno a Margarita Garfias creadora de la iniciativa Bienvenidos a Holanda, ella tiene un hijo de 14 años con epilepsia refractaria, resistente a los medicamentos “normales”, logró juntar a otras muchas familias y mujeres que viven desesperadas.
Estos colectivos se expresaron en las actividades del museo, que tuvo cerca de 5 mil asistentes, miles de jóvenes, buscando respuestas, leyendo en fichas enormes lo que ha significado la lucha contra las drogas, sólo como prohibición y enfrentada con violencia. Hubo mesas redondas, performers, lecturas en voz alta y conversatorios. 26 muestras artísticas y recordatorios, como cuando en Sinaloa se organizó la sociedad, lograron recuperar 15 mil armas cortas.
El Museo, iniciativa de Open Society Foundations, se ha presentado en Nueva York, Londres y Montreal, con el objeto de discutir mejores salidas al fenómeno de las drogas. Ordorika señaló que otros riesgos añadidos son la posesión de pequeñas dosis. Muchas mujeres buscando la medicina de sus hijos, pueden y son encarceladas; otras mujeres se encargan de su familia, es como una espiral en desarrollo.
Existe una Red Nacional de Colectivos donde está Enlaces Nacionales, fundado por María Herrera Magdaleno; brigadas de búsqueda en muchas partes del país, casi todos encabezados por mujeres.
Impresionante en el Museo fue un tendedero con frases y notas, de este proceso. Las buscadoras deben negociar con las autoridades; han aprendido el valor de las pruebas de ADN, como las Madres de Plaza de Mayo, mujeres con una nueva ciudadanía, cuya fuerza lamentablemente es el dolor, que se ha convertido en nueva ciudadanía.
María Herrera Magdaleno, desplazada en la ciudad de México le dijo ayer a un público numeroso que acudió al del Museo que las “plantas siempre nos acompañaron, estuvieron con nosotros porque ahora las prohíben”.
En un testimonio conmovedor, esta mujer de 68 años, busca a Gustavo, a Jesús Salvador, a Luis Armando y a Raúl Trujillo Herrera. Raúl tenía19 años, desapareció el 20 de agosto de 2008 cuando junto con su hermano Jesús Salvador, regresaban de Atoyac de Álvarez, Guerrero, donde habían ido a comprar oro. Los otros dos desaparecieron el 23 de septiembre de 2010, en la misma ruta.
En el Museo se vendió el libro Campos de Amapola de la escritora catalana Lolita Bosch, quien narra a partir de las víctimas lo que califica en Letras Libres, Rafael Lemus, como el árbol del narcotráfico en México, ahí se constata cómo de pronto muchas personas se arriesgan y transforman en un país del comercio de la droga, desde principios del siglo XX a la fecha. La venta del libro será donada a Enlaces Nacionales.
María Elena Herrera Magdaleno, es una mujer como aquellas que acompañaron 40 años a Rosario Ibarra. Era ama de casa, que con la ayuda de sus hijos inició un emprendimiento de fabricación de uniformes escolares, que vendía en comunidades y ranchos de Michoacán.
A partir del 28 de agosto, narró, su vida tuvo un cambio drástico. Diez años después, recuerda que alguien le dijo “lo que no nos mata, nos fortalece” y creo que a mí esto es lo que me ha estado pasando. No cejaré en mi tarea.
Y agregó: “Porque de verdad que lo que estoy viviendo, el dolor que estoy sufriendo, y no nada más yo, sino las miles de mujeres, madres de familia, esposas, hijas, estamos sufriendo una tragedia, no sé ya ni cómo llamarla, y esto, muy lejos de asustarnos, nos da valor, fuerzas, para luchar y salir adelante.
Tiene 68 años. Es viuda, ya que a los seis meses de que desaparecen sus hijos “mi esposo muere de un infarto, el 24 de febrero de 2009. Sus hijos fueron a buscar oro para apoyar el crecimiento del taller de uniformes.
Dijo que está de pie porque cree en dios. Con quien se enojó de pronto, pensando: “¿Qué pasa, cómo es posible que las calles estén llenas de delincuentes y anden con esa libertad absoluta y nuestros hijos, que tratamos de darles lo mejor, les esté pasando esto?” Porque puedo decirle que hay compañeras que sus hijos son ingenieros en sistemas, arquitectos, diversas profesiones, y aun así se los han llevado”. Personas de bien, remata.
Para ella la justicia ya no existe en México. Le apuesta sólo a la sociedad y pidió que la gente le ayude y ayude a sus compañeras de destino a buscar a nuestros seres queridos. “Yo no voy a parar”. Tuvo 8 hijos, le quedan 4; tiene más de 20 nietos. Va a seguir, para eso agradece todas las contribuciones económicas. Desplazada forzada, vive y va a muchas ciudades del país. Está en contra de quienes criminalizan a los desaparecidos o victimados, sin conocer su modo de vida.
Fundó la organización, Enlaces Nacionales. Antes un grupo llamado Hasta Encontrarlos, en Morelia; pensaba que era la única. Cansada de caminar, se unió al conocer la caravana que dio lugar al “Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad” donde afirma aprendió a luchar.
Ordorika explicó que hay una red de colectivos de madres que buscan desaparecidos, que arriesgan su libertad, pero que no cesan en su empeño. A esa tarea, ahora también trabajan por excarcelar a otras muchas, y afirmó que hoy es posible hablar de sus enemigos: las fuerzas de seguridad, la militarización de muchas zonas del país, el estado de excepción, la tortura, la impunidad y la corrupción.
Dijo que actualmente por los riesgos de la droga hay más hombres que mujeres en los CERESOS,(carcel) del país, pero crece velozmente el apresamiento de estas mujeres, madres de los enfermos, buscadoras de desaparecidos, organizadoras y desplazadas. El riesgo es permanente.
Lo que “estamos haciendo es insistir con estas actividades, que es necesario cambiar la estrategia de la lucha contra las drogas, porque seguirá creciendo la crisis humanitaria, por “cumplir con una política importada, financiada por los Estados Unidos”.
Afirmó que por cada persona desaparecida, se daña la vida de entre 30 y 50 personas que son afectadas alrededor de quien sufre la desaparición. Reducir los efectos de la estrategia actual, es lo que colectivos, usuarias/os y acompañantes, buscan.