OPINIóN
La cultura y la palabra, en Cataluña, bajo sospecha. Con fecha de 22 de septiembre, las escritoras y escritores de la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana recibíamos este correo de nuestra presidenta, la escritora y traductora Bel Olid:
“Como bien sabéis, el Ministerio de Hacienda ha intervenido las cuentas de la Institució de les Lletres Catalanes, además de someterla a ‘vigilancia especial’. Ante este nuevo ataque, desde la AELC proponemos una acción de apoyo a nuestra Institución.
Hemos creado estos carteles que puede descargar y pegar en su barrio, con citas de algunos de nuestros escritores. Si os animáis, puede enviarnos una foto de los carteles pegados a aelc@escriptors.cat, o vía Twitter con la etiqueta #amblaILC.”
Cita a un encuentro en Barcelona, “delante del Ateneu Barcelonès, y en Valencia, ante el Octubre CCC, para salir juntos a empapelar paredes. Con carteles impresos”… “cubos y cola.”
Y hacerlo “de manera pacífica pero con firmeza, continuaremos defendiendo las libertades civiles de la mejor manera que sabemos: con palabras.”
La cita reunió a un centenar de autoras y autores en la entrada del Ateneu Barcelonès, sede de la AELC, en el llamado Pati de Carruatges, y en un clima cordial pero tenso, como todo lo que está pasando estos días, todo el mundo se remangó y se puso manos a la obra, empezando por la directora de la ILC, Laura Borràs, y la presidenta de la AELC, Bel Olid, a quien podemos ver en esta imagen:
Mujeres de letras, en el trabajo: Bel Olid, en primer plano, y Laura Borràs a su costado.
Según explica María Campillo, la Institució de les Lletres Catalanes, creada en 1937, fue uno de los organismos culturales más pujantes del período 1936-1939 y, sin duda, el más rentable en el campo literario.
Era resultado del proceso de articulación colectiva que había presidido la actuación de los escritores y escritoras catalanes leales a la República y la Generalitat durante el primer año de guerra; y respondía, también, a una necesidad de afirmación de la vida cultural catalana, imprescindible tanto en el contexto de la defensa de los valores garantizados por la República como en la Barcelona de la segunda mitad de 1937, con la pérdida de competencias del gobierno catalán que se había producido a consecuencia de los sucesos de mayo.
Con la derrota republicana, la institución se disolvió tras una última junta de gobierno. Muy pronto, la Fundación Ramon Llull, creada en el exilio en marzo de 1939, asumió sus funciones.
Gracias al impulso de la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana y del PEN Catalán, el 12 de noviembre de 1987 el Parlamento de Cataluña aprobó por ley la creación de una entidad autónoma vinculada al Departamento de Cultura de la Generalidad de Cataluña que, con el mismo nombre de Institució de les Lletres Catalanes, tiene por objetivo velar por la promoción de las obras de los autores y autoras catalanes y difundir el patrimonio literario propio.
Desde 2013, la filóloga y profesora universitaria Laura Borràs es la directora de la ILC, con la escritora Isabel Clara-Simó como decana. Junto con la presidenta de la AELC, Bel Olid, desarrollan una tarea renovadora y estimulante de estas instituciones, que de ninguna manera se merecen el blogueo injusto y repentino de sus cuentas por parte del Ministerio de Hacienda, ni tampoco han hecho nada que justifique la “vigilancia especial” al que están siendo sometidas desde el asedio organizado por España desde la convocatoria del referéndum del próximo 1 de Octubre, hecha por el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y refrendada por la mayoría parlamentaria.
Una vez más, como si hubiéramos retrocedido a los tiempos de la posguerra y de la larguísima dictadura, la gente de la cultura y de la palabra, en Cataluña, nos encontramos bajo la etiqueta de la sospecha, con las cuentas de nuestras instituciones bloqueados por una decisión arbitraria e injusta, que prejuzga necesaria una “vigilancia especial” y un bloqueo de las cuentas que no sólo afecta a las escritoras y escritores, sino toda la comunidad catalana de lectores y de lectoras, ya que el bloqueo afecta también toda la red de Bibliotecas Públicas.
Esperamos que el Ministerio reconozca pronto su error y que las actividades culturales previstas para este curso puedan desarrollarse con normalidad. Mientras tanto, nos tendremos que contentar con la resistencia, siempre culta y pacífica, leyendo los carteles preparados con mano literaria, con lemas como este de Enric Casasses: “La vida se siente borda si no tiene algo que la desborda”.
Imágenes de los carteles literarios en la calle Canuda.
