En poco más de una semana volveremos a conmemorar una fecha siempre simbólica pero, por lo menos para el feminismo, siempre triste: el 25 de noviembre Día Internacional para la eliminación de las violencias contra las mujeres.
Según la, al menos para mí, mejor fuente de información sobre los asesinatos de mujeres, la web feminididio.net, hasta el pasado cuatro de noviembre han sido noventa y tres mujeres asesinadas por feminicidios en España. En la web están clasificados por sus diferentes tipologías y le invito a que la visite por su interés.
Si partimos de la base de la definición de lo que es un feminicidio y que, desde el año dos mil catorce forma parte del diccionario de la Real Academia del Español aunque fue mencionada al dos mil dieciocho y que significa literalmente: Asesinato de una mujer a manos de un hombre por machismo o misoginia, entenderemos la necesidad de continuar con la denuncia permanente de estas situaciones totalmente injustas y, en demasiados casos, arbitrarias por parte de los asesinos.
Gracias a las movilizaciones que el movimiento feminista organizó al año dos mil quince, se logró un pacto de estado contra la violencia de género, que a pesar de ser bastante misérrimo desde el punto de vista feminista, fue el punto de partida para empezar a negociar otros autonómicos como el valenciano que aglutinó a partidos, sindicatos y organizaciones feministas, entre otros, para luchar contra ese mal endémico que sufrimos las mujeres a lo largo de la historia.
Y, en parte, la misoginia que impregna nuestras sociedades actuales todavía viene enmarcada por las tesis o dogmas de las grandes religiones monoteístas que, en sus libros sagrados, han hecho uso y abuso de predicar la condición de subsidiariedad de las mujeres frente a los hombres. E incluso en algunas ediciones de la Biblia, incluso predican la violencia contra las mujeres en diferentes momentos del llamado Antiguo Testamento, así, sin complejo alguno.
Con estos antecedentes es normal que hablemos de problema histórico que sufrimos todas las mujeres en el mundo. Todas sin excepción. Porque esto no es un tema ni de edad, ni de clase social, ni de color de la piel. No, es sencillamente un tema que nos afecta a todas y todas podemos ser víctimas de algún tipo de violencia machista a lo largo de nuestras vidas: todas.
De ahí que sea tan importante hacer la sensibilización desde edades tempranas para ir desmontando los mitos que la justifican lo antes posible. Sobre todo debemos empeñarnos en combatir los discursos negacionistas que quieren confundir a la gente más joven para meter al mismo nivel todas las violencias. Y, sencillamente, no lo están. No es lo mismo la violencia que se está ejerciendo contra población en general de Gaza, Ucrania o Yemen que la que seguramente estarán sufriendo las mujeres que está en esos lugares del mundo. Y sólo por haber nacido mujeres.
Los feminicidios, tal y como establece su definición de la RAE (que no es una institución caracterizada por ser feminista precisamente) habla claramente de que son asesinados de mujeres a manos de hombres por machismo o misoginia. O, lo que es lo mismo, para ser mujeres.
En los próximos días se celebrarán actividades de sensibilización por todos nuestros pueblos y ciudades y quiero aprovechar estas líneas para hacer un llamamiento a la participación en estos actos para no sólo conocer más del tema y así combatirlo, también para honrar la memoria de todas y cada una de las mujeres asesinadas.
Quiero recordar que según la fuente antes mencionada de feminicidio.net y es literal: Desde 2010, año en que empezamos a documentar los feminicidios en España, hemos registrado en Geofeminicidio 1.467 mujeres asesinadas por hombres”.
Los datos hablan solos…