OPINIÓN
El ataque a la sede de Charlie Hebdo en París y los posteriores incidentes violentos son terribles y totalmente injustificables, dice la declaración de Unidad Contra el Fascismo y el Racismo en Cataluña.
Tristemente forman parte de una serie de trágicos eventos (tanto en Occidente y en Oriente Medio como en todo el mundo) que -a lo largo de los últimos años- se han cobrado cientos de miles de vidas. Costará resolver toda esta dinámica de odio y matanzas – afirman- pero bien debemos ser capaces de hacer frente.
El peligro de la islamofobia
En este sentido hace tiempo venimos advirtiendo del grave riesgo que representa la islamofobia que se está desencadenando en nuestro entorno y que puede poner en peligro la normal convivencia que debemos tener con quienes son hoy nuestros vecinos en el barrio o en las ciudades debido a este mundo globalizado.
La unidad del pueblo no es la unidad de los gobernantes
Tras el ataque en París, saludé muy positivamente la movilización popular que se dio a Francia herida (que no es lo mismo que la concentración de representantes del poder artífices de la situación social que provoca las desigualdades y el resentimiento de las víctimas frente el poder), así como los comunicados que empezaron a emitir diversas comunidades musulmanas de todo, así como el posicionamiento de la mezquita de Igualada que ha querido mostrar su rechazo a este ataque defendiendo el Islam como una creencia que vela por la convivencia pacífica entre las personas y que en ningún caso promueve la violencia, pues -afirman- en el verdadero Islam no existe la violencia ni el terrorismo.
La comunidad musulmana se manifiesta y desmarca públicamente
Por otra parte, la Comunidad musulmana de Valencia se apresuró a decir que nada justifica este ataque, que es algo mezquino y repugnante y que no se pueden amparar a ninguna religión o creencia por ser cometidos estos actos. Son hechos incompatibles con la naturaleza pacífica del Islam y con sus aspiraciones de bondad y justicia para todos, y piden al conjunto de la sociedad que no se deje confundir por los actos de unos criminales y que -con ellos- señale todo el col·lectivo de musulmanes y musulmanas que no tienen nada que ver. Son tiempos difíciles para todos, musulmanes o no, y si por el col·lectivo musulmán de cualquier sociedad donde es minoría ya resulta duro combatir a diario los prejuicios y la creciente islamofobia, hay que añadir ahora el inmenso dolor de la pérdida de unas vidas humanas de una manera tan absurda y demencial.
La hipocresía de la libertad de expresión
A todo esto hay que añadir, como nos recuerda la periodista y amiga Nazanin Amirian, que la gran hipocresía del mundo occidental que se rasga las vestiduras defendiendo la “Libertad de Expresión” fue callar, por ejemplo, cuando el cámara José Couso fue muerto por soldados de EEUU en la guerra de Irak, o cuando fueron bombardeadas las estaciones de la TV pública de Bagdad, Belgrado y Trípoli. Mucha “libertad de expresión” pero encubren noticias, por ejemplo, sobre las decapitaciones y latigazos en Arabia Saudí, dice, (pero como son sus socios para sostener el poder económico …).
Las luces de la Nazanin
Detrás del atentado de París parece que nos quieran advertir del peligro de la islamofobia, dice la Nazanin; algunos para proteger el sector más vulnerable de la sociedad como son los inmigrantes y otros. Han encontrado en el apoyo al Islam (que no debe identificarse con los inmigrantes musulmanes) como un contrapeso. En la “religión”, así como la “nación”, no les interesan las brechas entre ricos y pobres, entre los géneros ni entre los grupos étnicos-religiosos. Es cierto que el odio hacia el Islam es por los fanáticos, como el antisemitismo lo es por la ultraderecha israelí; es como el agua bendita, su razón de ser. Pero es igualmente peligroso subrayar la filiación religiosa de los inmigrantes y tratarlos como “comunidad musulmana”, porque separa la población “nacional” de la “intrusa” por razones de su fe, y luego divide los propios “intrusos” por razones de su credo … Este hecho, dice la Nazanín, tira por tierra todo el esfuerzo de las fuerzas progresistas de los países musulmanes para hacer que la religión se separe del poder político.
La amenaza del fascismo
Como vimos en los años 30, quien realmente amenaza la civilización son los fascistas. Entonces, el principal chivo expiatorio fue la gente judía, ahora promueven la islamofobia sin abandonar el antisemitismo, la gitano fobia, el rechazo de las orientaciones sexuales distintas a las suyas y todo lo demás. Igual que antes amenazan cualquier persona que no piense como ellos.
Unidad contra el fascismo y el racismo más que nunca
Por ello, dice el comunicado de UCFR, los movimientos sociales y la izquierda no podemos ser neutrales ante la islamofobia, ni mucho menos fomentarla. Tenemos que combatir como cualquier otra forma de racismo. No debemos permitir que los fascistas y los racistas nos dividan. Nos recomienda, y comparto, que nos unamos sin importar las diferencias de religión, de origen, de género, de color en la piel, de idioma, de orientación sexual, etc …
La convivencia, el único antídoto
La convivencia es de un valor incalculable y un patrimonio de las fuerzas progresistas, y no debemos permitir que grietas lo que es la auténtica vacuna-antídoto para cerrar el fascismo que quiere volver a abrirse paso entre nosotros. Fascismo nunca más. Tolerancia cero a la intolerancia !!!
