En el recorrido que el movimiento feminista venimos realizando para conseguir la autonomía y libertad de las mujeres, para ser y hacer lo que cada una quiera, para conseguir una ciudadanía que nada tiene que ver con imposiciones normativas o con estereotipos en los que encorsetarnos, este año más que nunca, el reconocimiento de la igualdad de derechos de las lesbianas es una parte importante de ello.
La Proposición de Ley de modificación del Código Civil en materia de matrimonio que se discutirá en los próximos días en el Congreso, supondrá un paso histórico en el reconocimiento de la plena igualdad y dignidad de lesbianas y gais. Esta no es una ley que se refiera solo al derecho a contraer matrimonio. Es algo más, es la posibilidad de igualar en derechos y obligaciones a los y las ciudadanas y supone un claro cuestionamiento y desafío a la institución matrimonial y a la familia tradicional, a la imposición de una sola forma de organizar la convivencia, las relaciones sociales, la sexualidad, el afecto. Nos abre por tanto puertas a todas, abre caminos inéditos a otras formas de familias, de convivencia, de amar, cuidar y cooperar más allá de las reglas.
TODAS LAS MUJERES TODOS LOS DERECHOS
LESBIANAS, CIUDADANAS EN IGUALDAD
La importancia de esta “ley” ha quedado de manifiesto por la violenta reacción contraria a la misma de los sectores más retrógrados de la sociedad, la derecha y, con particular inquina, la jerarquía eclesiástica y la mayoría del Consejo General del Poder Judicial, negándose a reconocer lo que ya es una realidad, la autonomía de los individuos y los derechos de las mujeres, enarbolando las ideas y valores que preconizan la negación de las distintas sexualidades de las mujeres, y la sujeción a la voluntad del varón.
A ellos les decimos que UNIONES SI, muchas y diversas, y no sólo por el sexo, la generación o la nacionalidad. Uniones justas y queridas, reconocidas y valoradas.
Luchamos por una forma distinta de entender y ejercer la ciudadanía. Una ciudadanía no supeditada a un orden entre las personas basado en la desigualdad. La reclamamos para todas las mujeres. Para las mujeres inmigrantes exentas de derechos formales y reales y expuestas a la violencia institucional. Para las mujeres abocadas a una precariedad vital por la inestabilidad de las condiciones laborales a las que se ven sometidas. Para las mujeres sordas y su derecho a comunicarse a través de la Lengua de Signos Española (LSE). Para las mujeres prostitutas a las que planes como el del Ayuntamiento de Madrid deja en la indefensión y la pérdida de derechos.
Para hacer efectiva una ciudadanía reclamamos también leyes no sexistas sobre el divorcio, que no utilicen a los y las hijas como objetos de reparto. Leyes que garanticen que los servicios sociales atiendan a las personas dependientes y que no hagan recaer los cuidados sobre las mujeres.
Y para que el respeto a la diversidad sea la norma, apostamos por una educación no sexista ni heterocentrista como forma de erradicar la violencia machista, homófoba y xenófoba.
Luchamos por los derechos para todas, para las que estamos aquí y las que están lejos, para que el concepto de ciudadanía que también reclaman las mujeres que viven en situaciones de guerra u ocupación sea una realidad.
Manifiesto del 8 de marzo- Mujeres en Red