El caso de la niña de diez años que fue violada, y a consecuencia de lo cual cursa un embarazo de alto riesgo, en el Paraguay, ha puesto nuevamente en alerta al activismo mundial por el respeto a la vida y la dignidad de esta niña.
Los pronunciamientos y reclamos se hacen oír a través de distintos medios de comunicación y expresan desde distintas geografías, la imperiosa necesidad de proteger la vida de la niña, puesta en riesgo por una gestación peligrosa, y cuyo cuerpo no está en condiciones de sostener.
Sin embargo, mientras denodadamente pedimos cuidado, respeto y justicia para con esta niña, ya se ha hecho visible otro caso de similares características. Y ello no causa sorpresa, que sí mucha indignación, porque demuestra que en Paraguay la violación de los derechos de las niñas está naturalizada.
De acuerdo con lo expresado en el Comunicado de Unicef, Unfpa y Onu Mujeres publicado en estas horas “En Paraguay cada día 2 niñas de entre 10 y 14 años dan a luz. Estos casos son consecuencia de abuso sexual y, en la mayoría de las situaciones, de abuso sexual reiterado ante el cual las víctimas no han recibido protección oportuna y apropiada. Todas ellas son niñas y adolescentes que debieran vivir libres de violencia, recibiendo información basada en derechos y construyendo su futuro en un entorno de protección.”
A través del Centro de Documentación y Estudios (CDE) con sede en Asunción –Paraguay- , entidad no gubernamental que forma parte junto a otras organizaciones de mujeres y sociales del capítulo paraguayo de la Campaña 28 de septiembre, por la despenalización del aborto en América Latina, se ha difundido el comunicado de fecha 30 de abril POR LA VIDA DE LA NIÑA. La Comunidad toda, debe asumir este desafío, como allí se expresa, y especialmente los poderes públicos actuar cumpliendo sus mandatos legales y constitucionales.
Como activista me adhiero plenamente a este comunicado, y me sumo a su petición demandando al Estado paraguayo para que sin dilaciones adopte todas las medidas pertinentes para proteger la vida de la niña y su integridad física y psicológica, impidiendo todo sufrimiento evitable y atendiendo al interés superior de la niña.
Esta realidad de vulneración de los derechos humanos de niñas y adolescentes es suficientemente conocida; lo es también para el Estado paraguayo, garante de la vida de ellas, y responsable del incumplimiento de sus propias leyes y de las convenciones internacionales que asumió respetar.
Tal como lo señala el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, “Es hora de romper el muro del silencio y hacer que las normas jurídicas se conviertan en una realidad en la vida de las niñas, adolescentes y mujeres”.
Finalmente, con la pena y estupor que este caso ha generado, me resta un mensaje dirigido al presidente Horacio Cartes, para quien “Paraguay es fácil, es como una mujer bonita”: ni las niñas ni las mujeres en su país y en el mundo, necesitamos de su ignorancia machista y misógina, demandamos justicia y respeto por nuestros derechos humanos. Es la calidad de estas políticas lo que está en juego, no sus negocios, y es por esta responsabilidad inexcusable que Ud. debe responder ahora sin más demoras.
*Publicado en RazonEs de Ser / Comunicar por La Igualdad / La Independent