sábado 20 abril 2024

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Los engaños de la falsa igualdad

Mi militancia feminista no me había hecho tomar conciencia real del avance del movimiento neomasclista hasta que las redes sociales me abrieron los ojos. Hasta entonces, para mí era una realidad como lo es la extrema derecha, que hasta que no actúa no la recuerdas, o no quieres recordarla.

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Macu Gimeno


 

Las redes me descubrieron la realidad de estas personas que piden la derogación de la Ley Integral Contra la Violencia de Género alegando que va en contra de los hombres, que somos las mujeres las maltratadoras. Que acusan a organismos oficiales de decir mentiras y falsear los datos. Que encargan a empresas dudosas estudios y encuestas para demostrar que la mayoría de denuncias por maltratos son falsas, cuando los datos oficiales demuestran que estas representan un porcentaje menor aunque en otro tipo de denuncias. 

Al principio me quedé atónita y cuanto más burradas leía, más quería leer. Era imposible no obsesionarse con el tema. Ya me pasó hace un tiempo con las páginas de grupos nazis, que con el falso sentimiento de la nacionalidad, hacían apología de la violencia contra toda aquella persona que se manifestara en su contra. Cómo en el neomasclismo. 

Así descubrí que las mismas personas disfrazadas de igualitarias, que defendían la bondad de los hombres frente a la ruindad de las mujeres, también eran defensoras de un falso síndrome que demasiado jueces están utilizando para quitar la custodia de las criaturas a las mujeres víctimas de violencia machista. Un síndrome a la que ni profesionales, ni administración conceden la mínima credibilidad. Un síndrome de Alineación Parental (SABE), inventada por Richard Gadner, defensor de la pedofília, que según sus propias palabras “puede mejorar la supervivencia de la especie humana sirviendo a propósitos reproductivos”. 

Este neomasclismo nos acusa de hembristas y feminazis, palabreta esta última inventada por otro machista, que inmediatamente han adoptado. Defiende a jueces que quieren derogar la Ley Integral o que consideran que decirle zorra a una mujer no es un insulto. 

Además, con el disfraz de esta falsa igualdad, quiere hacernos creer que el mejor para las hijas e hijos en las rupturas de la pareja es la custodia compartida impuesta, es decir, aunque no haya acuerdo entre las partes. No los importa que la mayoría de los casos esconden abusos sexuales a las criaturas y maltratos a las mujeres. O simplemente ahorrarse el dinero de la pensión de manutención. Padres que nunca se han preocupado de los hijos o hijas, de repente reclaman la custodia porque los sale más barato o porque de esta forma siguen controlando a sus víctimas, mujeres que han conseguido salir del infierno de maltratos, pero que con la custodia compartida vuelven a revivir y perpetuar. Después llegó el 15M y este neomasclismo, casi sin darnos cuenta, se coló en las plazas y con su discurso pseudo igualitario confundió a unos y a otras. Algunas tuvimos la oportunidad de conocer en persona a su máxima exponente, sufriendo sus ataques y amenazas para desenmascarar sus mentiras. Sin embargo, el tiempo fue desgastando sus energías a medida que su careta iba cayendo y destapando un movimiento misogeno, fascista, reaccionario, del cual la cabeza visible -para mayor vergüenza- es una mujer, abuela despitada a la cual la justicia impide ver a su nieto.

Con las elecciones generales muy cerca, se han colado también en los partidos políticos que los han querido dar pábulo: PP y UPyD. En otros, como Equo, quisieron infliltrarse pero -gracias a militantes feministas- no han podido porque se los ha calado a tiempo.

Entre unas cosas y otras, entre mentiras y amenazas a las que consideran que “viven del imperio del maltrato”, han llegado a convocar la manifestación del 12 de noviembre, el cartel de la cual anunciaba contra las feminazis y que todavía nos preguntamos cómo es que se autorizó. Una manifestación encabezada por dos diputadas del PP (UpyD al final no ha acudido), que ha sido un absoluto fracaso.

Todo esto nos tiene que hacer reflexionar del peligro del avance de estos grupos que -como el fascismo- actúan siempre por la espalda, con la cobardía, la mentira y la amenaza. No hay que obviar esta realidad del neomasclismo y su avance. Porque a él no le vale el femicidio de las 61 mujeres de este año para dejar de proclamar que somos las mujeres las maltratadoras.

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