Marcela Lagarde (Foto: Leticia Cruz)
La antropóloga feminista Marcela Lagarde dio hace unos días una larga charla sobre su libro “Los cautiverios de las mujeres, madresposas, monjas, putas, presas y locas” que habla de la opresión que sufren las mujeres en distintos campos y con características comunes.
Fue en la Llibreria Pròleg que, junto a la Casa América Catalunya, la Casa Iberoamericana de la Mujer en Barcelona y la Editorial Horas y Horas, fueron las auspiciadoras.
“Es un libro muy preciado, una parte importante de mi vida”, dijo Lagarde. Es el resultado de un trabajo de investigación que le llevó ocho años y que fue realizado “en secreto y en silencio” ya que su origen es la tesis doctoral en la Universidad Nacional Autónoma de México cuya reedición que hace dos años fue presentada en el estado Español, sin que haya podido llegar a Barcelona en esa ocasión, hasta ahora.
Las más de 800 páginas del libro, Marcela Lagarde las escribió “conmovida y conmocionada por lo que pasa con las mujeres”. De haberse iniciado como un estudio antropológico acabó siendo una investigación feminista que pese a tener ya 20 años y a ubicarse en un contexto de un país como México, sus planteamientos son plenamente vigentes y tienen un carácter universal.
Durante la presentación de Marcela Lagarde en la Llibreria Pròleg (Foto: Leticia Cruz)
Esos “ayeres”
Lagarde, en su característico tono próximo, cálido, familiar y muy didáctico, hizo la presentación de su obra en una abarrotada Llibreria Pròleg, donde explicó la experiencia vivida y relató a la atenta audiencia algunas anécdotas ocurridas durante el trabajo de campo con mujeres en el proceso de investigación, divertidas unas, terribles otras, aleccionadoras todas.
La antropóloga mexicana habló también de sus orígenes ideológicos, “de esos ayeres de hace 30 años”, donde el feminismo y el marxismo marcaron su perspectiva, de 1968 que en México acabó con una matanza, de un momento en que impulsaba a la juventud el creer que otro mundo es posible y cuando se exigían las libertades democráticas.
Lagarde fue militante del Partido Comunista mexicano y fue elegida diputada por el Partido de la Revolución Democrática, del 2003 al 2006. En su gestión promovió y logró la aprobación de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. También acuñó el término feminicidio y promovió que sea considerado como delito en el Código Penal de México.
Construcción teórica
“Me interesaba construir teoría”, dijo al explicar la construcción de su andamiaje teórico que inicialmente no fue feminista y que la llevó a focalizar su labor en los cautiverios de las mujeres, en una investigación transclasista y transétnica.
Analizó el “mundo simbólico, los mitos, las creencias, las ideologías patriarcales que hacen que muchas mujeres estén no sólo cautivas, sino también cautivadas”. Estudió los espacios en que se dan esas relaciones de poder y “qué nos pasa a las mujeres con la opresión”.
El título del libro nace de los espacios de cautiverio a los que se acercó, donde desde una metodología antropológica, que ella llama “cuerpo a cuerpo”, observó y analizó la realidad de las mujeres y sus parejas, las “madresposas”, las monjas, las putas, las presas y las locas. Para esto se introdujo en familias, en conventos, cárceles, prostíbulos y hospitales para enfermas mentales; entrevistó a maridos, curas, doctores y carceleros.
Las madresposas
El destino, la meta, la realización de una mujer, por lo visto, es ser madre y esposa, pero no por separado, sino a la vez, por eso Lagarde construye el término madresposa. Es, en el imaginario colectivo patriarcal, la única vía de la felicidad.
Y la maternidad debe ser a toda costa, a costa de la salud, del desarrollo personal y profesional, a costa del crecimiento económico, a costa de llevar una “maternidad que le resulta empobrecedora”.
La maternidad de la mujer no sólo es para quien tiene hijos, sino también para la que no porque los cuidados son labor de las mujeres. A la maternidad siempre se suma el trabajo doméstico, el trabajo que pueda hacer fuera del hogar y también el trabajo político.
Toda esta maternidad va acompañada siempre del deseo de ser amada, del deseo de ser sujeto y dejar de ser objeto. Este punto, señala Lagarde, es común entre todas las mujeres que formaron la muestra de su análisis.
Monjas, putas y locas
El libro también explica ampliamente el resultado del estudio realizado con monjas, como cautivas, donde ellas mantienen ese concepto de ser madresposas “pero castas” y parecería que son las que menos violencia sufren, en relación a las prostitutas y las enfermas mentales.
Sobre el cautiverio de las prostitutas, que sufren un maltrato y violencia enorme, Lagarde hace en su libro un extenso análisis y en su charla se refirió al hecho de que ellas son además el calificativo para sancionar a cualquier mujer que haga cualquier transgresión, ya que es una forma de realizar un control político y social en el sistema patriarcal.
Relató algunos casos de mujeres encarceladas y de internas por ser consideradas locas. Sobre las presas resaltó el abandono que sufren las mujeres en las cárceles, además del maltrato, un abandono del entorno afectivo y especialmente legal.
En el caso de las locas, recordó que a las mujeres siempre “nos tachan de locas, somos hormonales, nadie nos entiende” y que “siempre hay una loca en una familia” porque se tiende a la psicologización de cualquier problema de las mujeres. Se refirió a estudios sobre la existencia de todo un sistema de control de mujeres a base de drogas.
Con un sistema patriarcal opresivo, violento, corrupto, donde siempre se culpabiliza a las mujeres, “si no estamos más locas es un milagro”, dijo.
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