miércoles 24 abril 2024

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Liberación nacional y feminismo en Palestina*

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La particularidad de este pueblo es la alta participación de las mujeres en el comité

Nabi Saleh es un pequeño pueblo de unos 600 habitantes al noroeste de Jerusalén, en los territorios ocupados de Palestina.

Los habitantes sufren la ocupación especialmente por la expropiación de tierras, que les priva de uno de sus principales recursos.

Como en tantos otros pueblos palestinos, para combatirlo, se ha organizado un comité popular de resistencia que ha optado por la lucha no violenta. Pero la particularidad de este pueblo es la alta participación de las mujeres en el comité.

 

 

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Manal Tamimi, una de las activistas de Nabi Saleh, explica que además de ser una comunidad pequeña, donde todos se conocen, “todo el pueblo es una sola familia, la familia Tamimi”. Dice que eso les da fuerza como mujeres: “Yo sé, por ejemplo, que si yo participo en una protesta todos a mi alrededor son familiares míos: mi hermano, mi marido, mi primo, mi tío, mi tía … eso te da un sentimiento de seguridad porque sabes que todo el mundo te ayudaría si pasara algo. “Tamimi incluso bromea diciendo que en Nabi Saleh, son los hombres que deberían reclamar la igualdad de derechos: “Lo sentimos por los hombres, ellos deberían pedir igualdad, no nosotras”.

 

Pero más allá de las bromas y haciendo una mirada general sobre Palestina, Manal Tamimi explica que en el país se puede hablar de cierta igualdad entre hombres y mujeres, al menos, por lo que dicen las encuestas. Por ejemplo, en el ámbito educativo el porcentaje de hombres y mujeres que acceden a la universidad es similar. Son los mismos datos que expone Soraida Hussein, directora del Women ‘s Affair Technical commiter (WATC), en la charla que ofreció a principios de diciembre en la sede catalana del Servicio Civil Internacional, en el marco del curso sobre Conflictología y Transformación Social. Sin embargo, Hussein afirma que existe una contradicción ya que cuando dejamos el ámbito de la enseñanza para entrar en el mundo laboral los mismos datos muestran como en el mercado laboral formal las mujeres representan sólo un 17%. En cambio, en el mercado informal son muchas más.

Según Hussein, la educación debería ser un arma para superar la sociedad patriarcal pero mientras vivan en un estado ocupado difícilmente tendrán la oportunidad de decidir qué educación quieren para sus hijos: “Sigue siendo una sociedad patriarcal donde no hemos tenido la oportunidad de educar a generaciones que estén convencidas de que el hombre y la mujer son iguales “, reflexiona.

 

De los acuerdos de Oslo a la victoria de Hamás

La de la educación es, probablemente, una más de las oportunidades perdidas con los acuerdos de Oslo. Soraida Hussein explica que a principios de los años 90, mientras estaban teniendo lugar las negociaciones de paz, se establecieron varios comités técnicos que debían asesorar la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) para la creación de un estado palestino. Inicialmente no se previó que existiera un comité de mujeres, pero gracias a la presión de diversos grupos y entidades feministas, en los que se encontraba Hussein, consiguieron que se creara. La directora WATC explica que entre 1992 y 2000, momento en que estalla la segunda intifada, se trabajó muy intensamente para la construcción de un nuevo estado desde todas las perspectivas.

Ella lo define como “un tiempo de oro para todas las organizaciones de mujeres palestinas y en general para toda la sociedad civil”, ya que realmente creían que el nuevo estado llegaría y que representaba una oportunidad para definir desde cero como querían que fuera la futura sociedad palestina. Por ejemplo, sigue explicando, trabajaron mucho en cómo deberían ser las nuevas leyes, que debían garantizar una igualdad de género real, o sobre cómo debían ser los currículos académicos para las escuelas. “Era la primera vez que tendríamos la oportunidad de educar a una generación palestina libre de ocupación militar”, creían. Pero en 2000, la evidencia del incumplimiento de los acuerdos de Oslo y la violencia que se desencadenó con la Segunda Intifada, enterraron las esperanzas de cambio. “Mataron el espíritu, la voluntad de edificar”, dice Soraida Hussein que recalca que no fue sólo una derrota física sino también moral, ya que se instaló entre los sectores más activos de la sociedad palestina la idea de que nunca tendrían un estado propio.

Para el movimiento feminista palestino otra derrota fue la victoria de Hamás en las elecciones del 2006. “Somos mujeres laicas que no queremos que nos gobierne un grupo religioso”, dice Hussein, que explica, que siempre ha luchado por una Palestina secular y lo seguirá haciendo. Considera, que además de las desigualdades de género intrínsecas del modelo social de Hamás los que son religiosos se creen que tienen más derecho que los demás a controlar la sociedad y los “roban espacios” de libertad y de decisión.

A la vez, la ocupación militar de los territorios palestinos, también condiciona de manera indiscutible según Hussein los movimientos feministas y lo diferencia de los que pueda haber en otros territorios: “Estar encarceladas físicamente tiene el potencial de encarcelarnos también espiritual y mentalmente “, dice. Por ello, parte de su lucha consiste también en romper estas prisiones espirituales y mentales aunque fisicas sigan sin ser libres. Manal Tamimi también ve los efectos de la ocupación en los rincones más íntimos de cada hogar y cree que conidiciona no sólo los movimientos sociales sino el mismo estado de ánimo de las personas: “A veces, el impacto de la situación en general es negativo en la vida de las mujeres “. Y pone un ejemplo: “Cuando los hombres no tienen trabajo, son ex presos o han sido gravemente heridos y no pueden trabajar, el estrés, la ira y los sentimientos de impotencia generan un impacto en su familia y en su mujer.”

Pero aunque el derrotismo que se podría desprender de los acontecimientos de los últimos 15 años, Soraida Hussein también habla de las victorias, como por ejemplo la nueva ley de protección de la familia, que, una vez se apruebe, prevé que proteja a las mujeres víctimas de la violencia de género. Sin embargo, asegura que en estos momentos están trabajando más que nunca pero tienen pocos resultados y que necesitan aprender nuevos mecanismos para mejorar

 

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Las mujeres en la resistencia Palestinas

Algunos de estos logros que cuestan tanto de conseguir, aunque en una perspectiva más micro, también se encuentran en Nabi Saleh, donde Manal Tamimi explica que cuando se creó el comité popular de resistencia nunca se plantearon qué rol había de jugar cada uno: “Lo hacemos todo juntos, por lo tanto no hay diferencia”, dice. Así, la mayor parte de las mujeres del pueblo participan de una manera u otra en la resistencia.

Tamimi dice que para ellas es natural hacerlo ya que las hieren, las arrestan y las humillan … igual que a cualquier hombre. Paralelamente, sin embargo, argumenta que las mujeres palestinas tienen un doble sufrimiento: en primer lugar, el propio, precisamente porque ellas también son heridas, arrestadas, humilladas … y al mismo tiempo sufren cuando sus hombres, (marido, hijo , hermano, padre …) son arrestados, heridos, o asesinados, ya que ellas deben alcanzar los roles de los dos. Por ello, incluso si los hombres no quisieran que las mujeres se implicaran en la resistencia, ellas ya lo están, sigue contando. Pero según Tamimi, si tantas mujeres se implican en la resistencia contra la ocupación en Nabi Saleh también es porque se sienten apoyadas. “Somos una familia y los logros de las mujeres son un éxito para todo el pueblo”, dice.

 

Porque el caso de Nabi Saleh no quede en la anécdota, y para alimentar y fortalecer las luchas de todos los comités populares de Palestina, a menudo se encuentran y comparten experiencias. Con este propósito, a principios de 2014 organizaron una conferencia de mujeres donde participaron personas de Nabi Saleh, del valle del Jordán, de Jerusalén, Ramallah, Nablus, Hebrón, e incluso, destaca Tamimi, de algunas ciudades palestinas que se encuentran actualmente dentro de las fronteras de Israel. “Intentamos encontrar la mejor manera de implicar a las mujeres en la resistencia porque que las mujeres tienen herramientas muy importantes”, dice.

Sin embargo, en el camino que se supone que debe llevar a la sociedad palestina hacia una transformación social más igualitaria y hacia la liberación nacional, no todo el mundo entiende que feminismo y nacionalismo se entrelacen.

Para Soraida Hussein necesario que la agenda propia de los movimientos feministas quede incluida en la agenda de otros movimientos, y se está trabajando, “pero aún queda mucho por aprender”. Ellas, en cambio, lo tienen claro: “Se dice que feminismo y nacionalimes no van juntos pero para nosotros las palestinas el movimiento de la mujer nació dentro del movimiento nacionalista”. Por eso se define como “militantes en un movimiento de liberación donde luchamos por los derechos de las mujeres” y entiende que se trata de dos luchas que se desarrollan a la vez.

Al mismo tiempo sin embargo, la transformación social traerá la igualdad pero la paz sólo llegará con la justicia. Soraida Hussein lo ejemplifica diciendo que “para las refugiadas, la paz es volver a casa, para las madres de los presos, la paz es que los liberen” y para el conjunto de la población palestina la paz es ser libre y poder viajar libremente.

*Artículo publicado en La Directa

 

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Tona Gusi

Tona Gusi

Fundadora i Co-coordinadora de La Independent. També és psicòloga menció en Psicologia d'Intervenció Clínica i menció en Psicologia del Treball i les Organitzacions.
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