jueves 25 abril 2024

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Las mujeres saudies que votaran dentro de cuatro años en las elecciones locales quieren ir más lejos

Contiene los artículos: “El camino a la recuperación de derechos islámicos lagítimos” de María Laure Rodríguez, Presidenta Unión de Mujeres Musulmanas de España y “El voto de las mujeres saudíes: simple lavado de imagen o verdaderas reformas estructurales?” de Ndeye Natalia Andújar, activista social y profesora de secundaria en Córdoba.

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Las mujeres de Arabia Saudí (AS) podrán votar y ser elegidas en las elecciones locales que se celebrarán dentro de cuatro años, por primera vez en la historia del país. Es el único país del mundo donde las mujeres no tienen derecho a votar por el hecho de ser mujeres.

Esto lo ha anunciado el rey Abdalá de AS afirmando que las mujeres podrán formar parte del Consejo Consultivo (Shura) y ser elegidas en las elecciones locales que son las únicas que se celebran en el país.

 

Este anuncio ha sido recibido con mucho escepticismo por las mujeres que lucha por sus derechos en Arabia Saudí.

La bloguera Eman al Nafjan dice que el rey ya ha hecho anuncios similares que luego no han llevado a nada por eso, escribe, “Es fantástico, es importante pero no nos lo podremos creer hasta que no se ponga en práctica”. Por esta bloguera “en tiempos de revoluciones árabes, el rey Abdalá, quiere hacer gestos de apertura. Así responde a nuestras demandas de derechos para las mujeres. Puedo decir que cuatro años son muchos años “.

 

De la misma opinión es Ghada al Tobishi, que afirma en la prensa internacional: “Es un primer paso. Las mujeres saudíes tenemos que llegar más lejos “. En Arabia Saudí hay un importante grupo de activistas que hace muchos años piden más derechos para las mujeres en este país donde las mujeres no pueden votar por ser mujeres. Las mujeres en este país tene carentes muchos derechos como no poder viajar, trabajar o ser intervenidas quirúrgicamente sin permiso del marido.

Las activistas han dicho que ahora que se les anuncia esta posibilidad serán dignas de esta responsabilidad “aunque ello signifique un cambio de mentalidad en las mujeres de este país, demasiado acostumbradas a aceptar las tradiciones y el hecho de que la mujer no cuenta en la sociedad “.

Soleiman Al Salman, representante de la Asociación saudí Ansar al Marah, para promover los derechos de las mujeres saudíes, dijo que “comenzarán a trabajar para que las mujeres saudíes acepten los cambios dentro de cuatro años y la representación de mujeres en la Shura sea importante. El anuncio del rey es para nuestra asociación como el pistoletazo de salida, aunque ya hemos trabajado mucho desde aquí “.

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El camino a la recuperación de derechos islámicos lagítimos

por María Laure Rodríguez, Presidenta Unión de Mujeres Musulmanas de España

Durante varios días, he venido recibiendo una serie de llamadas y peticiones para que vierta mi opinión con respecto a la concesión del voto femenino en las próximas elecciones municipales saudíes. Evidentemente mi campo de especialización, formación y activismo se ha centrado desde hace décadas en el feminismo pero en esta ocasión, parece que el interés va mas encaminado por el hecho de que sea musulmana, lo que a priori, puede tener ese nexo de unión con las saudíes.

Aún así, me resulta curiosa esa tendencia a presentar el Islam como un todo unívoco, ahistórico y monolítico. Se calcula que en el mundo existen aproximadamente mil quinientos millones de individuos musulmanes, y es evidente que la forma de practicarlo es diversa y en ocasiones contrapuesta. Si tengo que hacer una comparativa con la mujer saudí, básicamente lo único que encontraré son diferencias evidentes no solo en cuanto al origen étnico y el idioma, sino en sí, cualquier aspecto de la vida diaria que nos identifique como musulmanas.

Hace ya un tiempo que llegué a la conclusión de que es un error reconocer el título de “islámico” a aquellos gobiernos que dicen regirse por la Sharia. La mal entendida Ley Divina no es sino un conjunto de leyes terrenales, cautivadas en la actualidad por un sistema patriarcal mutilador y opresor de los derechos fundamentales no solo de las mujeres, sino también de la ciudadanía en su conjunto. En el caso saudí, encontramos claros ejemplos de cómo el Islam ha sido pervertido en una serie de prácticas totalitaristas y de cómo se ha producido una degradación de la tradición islámica y una tergiversación de los textos sagrados.

Evidentemente, hay que observar con positivismo este reconocimiento que no supone otra cosa que ser capaces de poner en práctica el Islam genuino, reconociendo un derecho legítimo de la mujer a conformarse y desarrollarse como sujeto político en la esfera pública de la sociedad. Esa es la base del Islam.

Hay quienes acogen con asombro y entusiasmo este derecho al voto femenino, desconociendo que hace catorce siglos, en ese mismo lugar se producía toda una revolución liberal de la sociedad en clave de igualdad.  Mujeres y hombres participaban al 100% en igualdad de oportunidades en una sociedad regida hasta entonces por un sistema patriarcal.

Somos muchas las personas que llevamos tiempo reclamando la recuperación legítima de aquellos derechos concedidos en los textos sagrados y que han sido usurpados por intereses masculinos en beneficio político-personal. En la primera sociedad islámica de la historia, Medina, mujeres y hombres llevaban a cabo la democracia participativa, tomando las decisiones que afectasen a la comunidad. Ese es el principio de la Shura, el consenso, la votación y participación activa en el espacio público. Si eso fue así, si el propio Profeta Muhammad lo favoreció ¿en base a qué han prohibido el voto femenino?

Contrariando las enseñanzas coránicas, algunos países expanden y promueven una serie de directrices que coartan la emancipación de las mujeres, tanto a nivel psicológico, social o económico como espiritual. El caso que nos acompaña incluso perpetúa la minoría de edad de las mujeres, la cual pasará de la mano de su padre a la mano de su marido sin que ella pueda ejercer su derecho legítimo a ser/existir con absoluta libertad.

Es evidente que queda un largo camino por recorrer para que se pueda considerar una sociedad islámica de verdad. Que se conceda el voto femenino en la misma semana en la que se va a juzgar a una mujer por conducir, es un ejemplo sintomático de las incongruencias de un sistema que dice ampararse en el Islam, pero como se aprecia en las experiencias de otros lugares, esas mismas prohibiciones son admitidas con total naturalidad y normalidad.

 

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El voto de las mujeres saudíes: ¿simple lavado de imagen o verdaderas reformas estructurales?

Por Ndeye Natalia Andújar, activista social i profesora de secundaria en Córdoba

Recientemente el rey de Arabia Saudí, Abdala bin Abdelaziz, ha concedido el voto femenino a sus súbditas. Algunas organizaciones de mujeres han celebrado la iniciativa; creen que se ha dado un gran paso hacia la igualdad. Sin embargo, tanto analistas como activistas son escépticos en cuanto al alcance de la medida: llega tarde (no se hará efectiva hasta 2015), tiene un objetivo utilitarista (frenar la onda expansiva de las revueltas árabes) y no cuestiona el propio sistema absolutista (existen limitaciones al poder popular en general).

El proceso de modernización seguido por el Estado saudita no puede escapar de sus propias contradicciones: las mujeres podrán votar pero no conducir un coche, ni ser juezas, ni viajar o trabajar sin autorización de sus familiares varones.

El voto de las saudíes no tiene que ver únicamente con la política interna de una monarquía absolutista tutelada por los Estados Unidos. Lo que está en juego es el liderazgo geopolítico de la zona y la necesidad de exportar una imagen del “islam” más digerible. Por lo tanto, este derecho puede acabar siendo un regalo envenenado ya que las reivindicaciones de las mujeres musulmanas son recuperadas por el propio Estado Saudí. Se trata de una estrategia de sobra conocida: para neutralizar un movimiento lo mejor es hacérselo suyo. De ahí que sea mucho más práctico para el monarca conceder unos derechos puntuales que no cuestionen el status quo.

Lo mismo ha pasado con todos los “feminismos” de Estado promovidos por dirigentes como Sadam Hussein, Bourguiba o el Shah, todos ellos “amigos de las mujeres”. El término que utiliza la politóloga saudí, Madawi al-Rashid es más acertado. Ella lo llama justo al revés. Se trata de un « patriarcado de Estado » porque la mujer pasa de la tutela de la familia – del padre y del marido – a la del Estado dinástico. El Estado sabe lo que es bueno para las mujeres, les dice cómo deben vestirse, a qué deben parecerse, qué derechos deben tener y les recuerda que “él” las va a proteger.

Aunque es cierto que se corre el peligro de que el movimiento de mujeres saudíes sea cooptado por el Estado, eso no debe minusvalorar el papel destacado que están jugando en los cambios que se están produciendo. Están reelaborando las barreras tradicionales mediante su voz y presencia pública para demostrar su no conformidad con el orden social, tal y como muestran, por poner un ejemplo, los recientes desafíos de algunas conductoras saudíes.

Como señala Chandra Mohanty, los análisis occidentales deberían evitar la homogeneización de las mujeres del tercer mundo como oprimidas dentro de un contexto de falta de desarrollo (frente al primer mundo desarrollado y civilizado) porque eliminan todos los modos de experiencias marginales y de resistencia.

La falta de democracia y de derechos en general tanto en Arabia Saudí como en otros muchos países de mayoría musulmana, tiene que ver con los procesos de colonización y descolonización y no exclusivamente con el factor religioso. En Turquía se concedió el derecho al voto femenino en 1930, en Uzbekistán en 1938, en Senegal e Indonesia en 1935, en Pakistán e Iraq en 1948 y en Siria en 1949, por citar unos pocos. En cambio, en países europeos como Francia, Yugoslavia, Hungría, Bélgica, Rumania, no se les concedió hasta 1945 y 1946, en Italia en 1948 o en Grecia en 1952.

Por todo ello, debemos ver qué margen de maniobra van a tener las mujeres saudíes en ese contexto. Si estas medidas, por ahora insuficientes, podrán abrir una grieta en el férreo sistema patriarcal.

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