Hondureñas huyen de la pobreza y la violencia, enfrentadose en México a gases lacrimógenos y xenofobia. Sayri ha viajado casi 800 kilómetros a pie, salió de Honduras con su hija en brazos y se unió a la Caravana Migrante. Sayri huye de la pobreza. Es parte del éxodo centroamericano más grande que se haya visto en los últimos años y que ha enfrentado gases lacrimógenos, contingencias climáticas y xenofobia.
Foto:AmecoPress
Según cuenta antes de salir de su hogar intentó en muchas ocasiones conseguir trabajo, pero, en su país natal el índice de paro es sumamente alto, y ser contratada es muy difícil, más aún si eres mujer.
Ella, al igual que muchas otras mujeres hondureñas, no cuenta con estudios que la apoyen, provienen de pueblos en los que no se acostumbra que las niñas estudien hasta un nivel avanzado.
“Para nosotros las mujeres no hay trabajo, todos los puestos de trabajo que hay ahora deben ser para las mujeres que ya se han graduado, que tienen una licenciatura, para las mujeres que no han estudiado no hay trabajo “, recuerda.
Así como Sayri, Evelyn también huye de su país en busca de una mejor vida, allí los hombres ganan un mejor salario que las mujeres, lo que las condena a una pobreza aún más cruda que la del sexo masculino.
Según explican, los únicos puestos de trabajo para mujeres son de recamarera, camarera o alguna otra área de servicio donde la paga es poca y el trabajo mucho. Unas más salen de sus hogares, los abandonan, para no morir o ser obligadas a mantener alguna “relación sentimental” con algún miembro de los grupos.
De acuerdo al portavoz del Movimiento Migrante Mesoamericano, Rubén Figueroa, es cada vez mayor el número de mujeres que salen rumbo a Estados Unidos, principalmente debido a la inseguridad que hay en sus pueblos.
Es por eso que ellas, Sayri y Evelyn, además de otras mujeres, se unieron a la #CaravanaMigrante, algunas con sus esposos, otras como madres solteras o jóvenes en busca de un sueño. Todas caminando paso a paso sin permitir que las detengan.