Entre las personalidades conocidas o anónimas que se ha llevado este annus horribilis 2020, queremos recordar la figura de una joven mujer que ha dejado una gran huella en el mundo de los negocios.
Hija de una humilde pareja originaria de la india emigrada a Estado Unidos, Leila Janah tuvo la suerte de estudiar en la prestigiosa universidad de Harvard, de donde salió con excelentes notas en Estudios sobre Desarrollo en África, a pesar de tener que estudiar y trabajar a la vez. Como cuenta en varias entrevistas, fue una experiencia de voluntariado en Ghana, donde enseñó inglés a niños y niñas no videntes, que la sensibilizó sobre la falta de oportunidades de gran parte de la juventud en el mundo, sobre todo mujeres, y de como era importante que cada persona, también a partir de su propia empresa, buscara el beneficio de muchos y muchas y no solo el suyo.
Así fue que en 2008 fundó en Mumbai “Somosource” (igualdad en sancrito), una organización que dio formación de alta tecnología a 11.000 jóvenes de clase baja, dándoles un salario digno, además de micro créditos y asesoría a los aspirantes al empresariado, teniendo como clientes grandes empresas como Google, Facebook, Walmart entre otras. Sucesivamente Janah fundó otras organizaciones sin fines de lucro, como “Somo School”, en el sector de la enseñanza on line, y “Somo Hope” (financiando médicos en zonas de pobreza). Por ultimo, en 2015 fundó una empresa con fines de lucro, la LXMI (el nombre de la diosa hindú de la prosperidad), donde millares de mujeres del Valle del Nilo recogían y trabajaban la nuez característica de la zona para ser utilizada en cosmética, contando con un salario tres veces más el salario local promedio.
Leila Janah es admirable también porque cuando se le evidenció la enfermedad del sarcoma epitelial, tuvo el valor de mostrarse sin pelo, enfrentando con dignidad la degradación de su cuerpo. Aunque su partida prematura, a los 37 años nos duela, su experiencia demuestra por un lado como las personas migrantes, si tienen la oportunidad de formarse, pueden aportar mucho a la sociedad que las acoge, y a las originarias, en su caso, también a nivel internacional. Ha demostrado que una mujer empresaria puede ser económicamente exitosa, y a la vez tener una visión social (como la tuvo en Italia, en el Novecientos, Adriano Olivetti). Demostró que se puede distanciarse de la actitud de los “Lobos” de Wall Street, de Madrid o Milán, business men o women que sólo prestan atención a la subida de los dividendos, cueste lo que cueste, ignorando deliberadamente si sus ganancias se basan en el sufrimiento de otros y otras.
Leila Janah se ha ido prematuramente, pero creemos que seguirá inspirando a muchos y muchas jóvenes.