El pasado fin de semana hice un pequeño experimento personal: No ver, ni escuchar, ni leer ninguna noticia. Hice un apagón informativo en toda regla. Sabía que el lunes empezaría el bombardeo mediático del aniversario de los atentados de Madrid y estaba saturada de tanto ruido mediático, pero sobre todo político. Saturada.
El resultado fue que al volver a la rutina, nada había cambiado y el ruido seguía. El PP con su “Declaración de Córdoba” que comienza con la frase: “Las autonomías gobernadas por el PP se declaran con la Constitución, con España y contra la corrupción política y económica del PSOE”. Y volvemos a la paja al ojo ajeno y no a la viga en el ojo propio.
A ver, no seré yo quien defienda la gestión ilícita de un presunto corrupto como Koldo García ni a quien le tenía como asesor y si en el PSOE deben rodar más cabezas para depurar responsabilidades éticas o políticas, que ruedan.
Pero me resulta muy llamativo cómo el PP puede hablar en estos términos cuando tanto el alcalde de Madrid como la presidenta de la Comunidad de Madrid se han visto, también, salpicados por casos parecidos y ni el hermano de Díaz Ayuso ha sido procesado, ni ella ha pagado ningún precio político por tratarse del hermano. Y en el caso del alcalde de Madrid, lo mismo. Ninguno de los dos ni ha dimitido ni ha pagado precio político alguno. A quien sí se apresuraron al hacer dimitir y al traicionar, precisamente para denunciar el caso de corrupción del hermano de Díaz Ayuso, estuvo en Casado. Y, quiero insistir en que fue, precisamente por denunciar un caso de corrupción dentro del propio Partido Popular. Y le costó primero la traición y después dimitir de todos sus cargos dentro del partido. Coherencia pura la de los dirigentes del PP, como podemos comprobar de nuevo.
Y tanto ruido y tanto alboroto acaba siendo agotador para la gente de a pie que sólo quiere que solucionen los problemas, que no crean más y, a ser posible, que se aparque la forma casi (o sin el casi) violenta y ruidosa que han instaurado hacer política desde hace veinte años con el tema de los atentados.
Anteponer los intereses partidistas, unas formas agresivas y ofensivas de hacer política nos aleja a la ciudadanía y se crea desarraigo con nuestros representantes en las diferentes instituciones. No nos pueden pedir que nos acerquemos a estas instituciones o que participemos en algunas actividades cuando, de entrada, ya sabemos que seremos simples espectadores de sus cocidas partidistas. Y eso, como todas y todos sabemos y sin lugar a dudas, acaba empobreciendo a la democracia.
El cuidado de silencio informativo del fin de semana también me ha hecho pensar sobre la acción grotesca que protagonizaron los concejales del partido ultraderechista en la plaza de la Virgen para conmemorar que habían “logrado” tumbar la declaración institucional del Ayuntamiento de Valencia por el Día Internacional de las Mujeres y retirar la palabra “mujeres” de las políticas activas de empleo que promueve el propio Ayuntamiento de Valencia.
La conclusión sobre la reflexión de esta acción, es sentir mucha vergüenza como ciudadana que busca, cada día, entender el mundo en el que vive y un rechazo absoluto ante estas acciones que, como he dicho antes, me parecen grotescas.
Y vergüenza, mucha vergüenza, que este año la Generalitat Valenciana no haya enviado ningún correo electrónico a su personal recordando la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres, pero llevamos ya tres recordándonos que el día quince es el Día Mundial de los Derechos de las Personas Consumidoras. El consumo frente a los derechos de más de la mitad de la población mundial que somos las mujeres. Sin palabras…
