Dice la sinopsis oficial: “Djalal Banchs estaba obsesionado con los juegos de guerra antes de empezar a caminar. Criado como hijo único en una familia catalana de clase media, sus padres le permitieron todos los caprichos.
Tenía todo tipo de armas de juguete para jugar a hacer el soldado y, a medida que crecía, sus juegos se hicieron más y más sofisticados. Comenzó a grabar él mismo en vídeo, recreando operaciones militares, y a subir sus vídeos en Youtube, construyendo una identidad cibernética, Lord_Sex, con miles de seguidores. Siguiendo este sueño hasta el extremo, se alistó para ir al frente afgano con el ejército español. Pero la guerra no resultó tan emocionante como parecía en películas.
Djalal vuelve a casa de sus padres desencantado, tras un tiempo de soldado para darse cuenta de que todo ha cambiado. La crisis económica ha castigado mucho la familia, y se ve obligado a tomar decisiones. El juego ha terminado”.
Game Over, es un buenísimo escáner sobre un estado biográfico y social dentro de un modelo cultural y familiar asociado también a un urbanismo extensivo impropio, con piscina y mesa de billar en el salón. Una mirada desafectada sobre la burbuja de un mundo construido sobre el engaño que con juego sucio y dinero defendía que todo era posible, un mundo que ha acabado estallando poniendo al descubierto su propia destrucción. Un mundo que todavía no ha expresado en toda su dimensión, ni con toda su fuerza, el dolor y el riesgo de su desconcierto.
Personajes que acaban en una soledad extrema dentro de escenarios desolados, que han perdido la tramoya que los sostenía para quedar finalmente con un puñado de cenizas en las manos y sin ningún tipo de alma ni de pulsión vital. Totalmente aculturalizados. Vidas que transcurren en espacios ásperos como son las gasolineras y las casas que se deben vaciar por la imposibilidad de mantener un ritmo de vida asociado a un modelo que no sólo ha encubierto maltrato y desatención, sino que ha hecho el canto del cisne ante cada dificultad familiar, comprando y consintiendo caprichos, en una espiral legitimada por unos imaginarios falsarios.
Las víctimas, un ni-ni, Djalal, un chico que no sabe cómo salir de la pantalla vital en que se ha instalado , que no sabe ni cómo ni dónde encontrarse . Un Djalal que mantiene una lucha que adivinamos estéril, por estar nutrida en su núcleo matricial por la inoculación narcótica de las pantallas y los videojuegos. Una compañera / decorado ensimismada e incapaz de nada más que el asentimiento y el consentimiento, y que simplemente actúa de espejo, devolviendo con la mirada o con el registro digital que la sustituye, una imagen que parece resistir el aburrimiento de o real con lo virtual. Impresiona la atención desafectada de su mirada sobre las veleidades de Djalal.
La violencia y las armas como decorado de una existencia que se sostiene por una fortaleza plasmática o electrónica que se ha superpuesto por encima del diálogo con el entorno especialmente con sus inquietantes padre , madre y otros congéneres. Cuando la pantalla está en off o se pisa la realidad del frente afgano solo queda el vacio de un tedio extenso y gélido. Se han sustituido los aprendizajes por los saltos de pantallas.
El film cuenta con un uso de la cámara que suma perspectivas o capas gracias a una puesta en forma que permite apreciar distintas capas de una intrigante mirada también robotizada, que casi inmóvil, que parece estar también poseída por el mismo desierto emocional que registra.
Un espléndido filme documental construido a partir de la confluencia de tres mujeres, Marta Figueras, en la producción, Isa Campo, en el guión y Alba Sotorra, en la dirección que, bien merecidamente, han conseguido el reconocimiento de la Acadèmia del Cinema Català , con el premio al mejor documental concedido en la reciente edición de los premios Gaudí. Enhorabuena por todo ello!
*Directora: ALBA SOTORRA; Producción: CARLOS PASTOR, MARTA FIGUERAS, DIRK Manthey; Guionista: ISA CAMPO; O Dirección de Fotografía: JIMMY GIMFERRER; Música Original: MICHAEL FAKESCH; Sonido: ALEJANDRO CASTILLO; Montaje: CRISTÓBAL FERNÁNDEZ
