OPINIÓN
El año 1991 Sonia Rescalvo Zafra fue asesinada, a golpes, por neonazis en la glorieta del Parque de la Ciutadella de Barcelona. 22 años más tarde, la glorieta donde fue asesinada ha sido rebautizada con su nombre: “Glorieta de la Transexual Sonia“.
Han sido 22 años en los que el movimiento LGTB ha reivindicado la visibilidad y la memoria, pero también ha denunciado la violencia LGTBfoba existente. La LGTBfobia es la enfermedad social, la que produce violencia y muertes por el solo hecho de amar otra persona del mismo sexo o sentir y ejercer una identidad de género diferente a la biológica. Una violencia que, en el caso de Sonia, fue brutal. El Ayuntamiento de Barcelona, a partir de una propuesta del Consejo Municipal LGTB inauguró la glorieta el pasado 6 de octubre en el aniversario de su muerte.
22 años después una pequeña victoria, un pequeño homenaje, la memoria que pervive… pero también pervive la violencia extrema. Seis días después, el 12 de octubre (en el que algunos celebran la ” hispanidad ” y la mayoría silenciosa comemmora el genocidio, la negación y la imposición) en Palencia (España) dos gays fueron agredidos al grito de “Arriba España , Fuera maricones“, esta es una de las 4.000 agresiones que algunas ONG denuncian que se producen por motivo de orientación sexual, raza o etnia.
Las agresiones por odio siguen produciéndose aunque la legislación sea de las más avanzadas actualmente. Son muchas las agresiones que las personas del colectivo LGTB seguimos recibiendo. La violencia física es un extremo pero la discriminación cotidiana, el mobbing en el lugar de trabajo, el buylling en la escuela… ¡por el hecho de amar diferente recibir tanto odio!
Algunas personas expertas afirman que donde hay avances legislativos, el colectivo LGTB tiene mayor visibilidad y la persecución social también se hace más visible. Pero los avances peligran con las políticas de recortes de derechos, y , en cambio, la violencia LGTBfoba sigue siendo visible y avanza, la pregunta es: ¿alguna vez ha sido invisible esta violencia?
Si sabemos -y conocemos- como muchas personas se veían obligadas a vivir su vida en el armario, eran invisibilizadas, obligadas a vivir una doble vida, perseguidas como delincuentes socials, pero… ¿era invisible la violencia LGTBfoba? La historia nos demuestra que no. La recuperación de la memoria histórica nos muestra que no. Sonia Rescalvo Zafra nos recuerda que no.
