Sábado 16 de abril tocaba ir a manifestarse por la lengua, para poder ver una televisión pública en catalán y para garantizar la transparencia informativa.
¿Dónde? Donde hoy se pisotea la lengua catalana, donde se multa a quienes facilitan la recepción de Tv3 a los hogares que la quieren seguir viendo, y donde se perpetra un clamoroso apagón informativo y el más absoluto control político de los medios de comunicación públicos y privados hasta el ahogo: ¡En Valencia!
Valencia forma parte de mi tierra, aquella que cuando saludas a alguien y le dices “bon dia”, te responde con un “bon dia”. Una tierra que, de Salsas en Guardamar y de Fraga a Mahón comparte una lengua, una cultura, unas tradiciones y una voluntad de ser. Y ya sé que hoy el País Valenciano es percibido como aquel territorio donde el PP vive cómo quiere a pesar de los escándalos de corrupción, pero también es la tierra donde mucha gente no se resigna y se subleva.
Este sábado éramos 80.000 las personas que nos manifestamos convocados por Acció Cultural del País Valencià, a pesar de los burdos intentos de censura, que venían del País Valencià y, a pesar de todo, sonreían. Y, como siempre, quienes vinimos de Perpignan, de Barcelona, Mallorca o Alicante, los y las apoyábamos como allas y ellos han hecho con nosotros cuando lo hemos necesitado.
Pero este año nuestra presencia era más necesaria que nunca. Porque había sobrados motivos para dedicar la manifestación que tradicionalmente se celebra el 25 de abril, a la libertad de información. Porque la memoria de la Batalla de Almansa del 25 de abril de 1707, donde el pueblo del País Valencià perdió los fueros dentro del marco de la Guerra de Sucesión frente a la corona austriaca con la subsiguiente sustitución a las leyes y costumbres propias de Castilla, es un vivo recuerdo para muchas familias que ven con la misma voluntad destructora de la actuación del presidente Camps, obsesionado por borrar la presencia de la lengua catalana del País Valenciano. Y con el esperpento del populismo anticatalanista, el Presidente de la Generalitat Valenciana quiere acallar aquellos medios de comunicación que no controla o que no reproducen su marco mental, su paisaje nacional, el imaginario que quiere imponer.
Sólo así se puede entender el ensañamiento a la hora de imponer multas millonarias que asfixian Acció Cultural del País Valencià, la entidad cívica que desde hace muchos años posibilita las emisiones de Tv3 en el País Valencià, mediante unos repetidores que han sido financiados con las aportaciones privadas de miles de valencianos y valencianas. Una asfixia que no sólo constituye un ataque contra la libertad de expresión en plena era de la información, sino que –sobre todo- son un ataque contra la lengua y la cultura catalanas, perpetradas por una derecha que hace del odio, del anticatalanismo y del desprecio a la diferencia su carta de presentación, y que utiliza como en un régimen autoritario leyes y medios de comunicación de forma sectaria, arbitraria y partidista.
Pero –para su desgracia- el país no se deja tumbar.
Este sábado éramos miles, no sólo los y las de siempre, sino muchos y muchas más. De diferentes pueblos y comarcas, organizaciones y tradiciones, de diferentes organizaciones de la sociedad civil. Y como bien dice una buena amiga, una joven periodista valenciana con quien comparto anhelos y luchas: “mientras mis compañeros y yo, y mientras la gente que quiere a este país continúe teniendo esta capacidad para sonreír, para enrabiarse ante las injusticias, para volverse a ilusionar una y otra y otra vez, y sobre todo para seguir soñando, nada estará perdido y todo será posible”.
