Josefina Aranda Bezaury en busca de la excelencia académica
Josefina Aranda Bezaury es doctora en Antropología Social y feminista, “feminista, pero de las buenas, no de las que se avergüenzan y ahora dicen que son del género”.
Saboreando cada sorbo de café de las muchas tazas que se toma cada mañana, Josefina Aranda, seria aspirante a ocupar el cargo de rectora de la UABJO, es Directora de Planes y Programas Estratégicos para la institución en una oficina del edificio de rectoría.
Su trabajo desde hace casi 30 años está ligado a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, donde ha sido académica, investigadora y funcionaria, y también a las comunidades cafetaleras en las intrincadas sierras de la entidad donde siempre tiene “corazón y cerebro” para capacitar mujeres sobre todos sus derechos e impulsar con ellas proyectos productivos autónomos cuyos frutos recogen hoy.
Su rostro se muestra amable y tranquilo a pesar de que ve venir el temporal; está menos seria que en otros tiempos, denota en sus palabras pasión por lo que ha hecho en la vida y por lo que hace para alcanzar sus objetivos, su historia está constituida por elementos como la paciencia, la disciplina, la constancia y metas.
Josefina Aranda Bezaury se descubrió feminista cuando apenas tenías unos 20 años y era estudiante de Antropología Social. Pasó del “primario” feminismo que protestaba por canciones como El Rey de José Alfredo Jiménez, a los grupos de lectura y reflexión entre académicas “que ya desde entonces hablaban del género entendida como la desigualdad y la condición social de las mujeres”.
Leyó a todas las feministas de la mano de sus maestras Teresita de Barbieri y Lourdes Arispe, con quienes después desarrollaría trabajos de investigación y también con un grupo de académicas interesadas en ese tema como Esperanza Tuñón, Sara Lava, Gisela Espinosa, entre otras muchas y más tarde con las feministas socialistas de Puerto Rico entendería “cómo la desigualdad basada en el género se construye socialmente y cómo nuestra fuerza como feministas está en construir otra sociedad que no esté basada en las relaciones desiguales de género”.
Finalizaba entonces la década de los setenta, el auge de “la tercera ola del feminismo” en la que surge el concepto del patriarcado “para significar el orden sociomoral y político que mantenía y perpetuaba la jerarquía masculina”, (que)“supuso el fin de la mística de la feminidad”, como señala Amelia Varcárcel.
Saborea cada sorbo de café, cuyo aroma y cuerpo le hablan de su activismo feminista que la llevan a recordar la defensa de una adolescente violada por su padrastro y su trabajo en el movimiento urbano popular de la ciudad México para reivindicar el derecho de las mujeres a la propiedad hasta llegar a las montañas oaxaqueñas. “Jamás voy a negar que soy feminista”, dice satisfecha.
A principios de los años ochenta, con otras y otros profesionistas fundó el Centro de Apoyo al Movimiento Popular Oaxaqueño (Campo) y casi de manera simultánea la Coordinadora Estatal de Productores de Café de Oaxaca (CEPCO), “el gran reto que es llevar el feminismo, o como digo, la conciencia de esta la desigualdad y el conocimiento de los derechos humanos que tenemos las mujeres” y ahí estuvo por más de 10 años.
Eran los años de la crisis cafetalera, pero Josefina Aranda sostiene que las crisis son momentos de oportunidad y buscó que las mujeres decidieran qué hacer y optaron por producir “platitas de café”, porque las mujeres en su reflexión decían “ahora el café no vale pero luego va a valer señora Chepa”.
Eran tiempos difíciles no solo para el café, también para introducir el tema de los derechos humanos pero logró vencer las dificultades, al final ellas tuvieron su propia palabra, dieron sus puntos de vista, empezaron a ser escuchadas y respetadas, a trabajar junto con los hombres y eso hizo diferente a la organización campesina, en tiempos en los que no se promovía la participación de las mujeres.
Sembrar “plantitas de café” dio resultados, se desdobló en proyectos de alfabetización en lengua mazateca, programas productivos y servicios para las comunidades. Hoy es una organización campesina que funda empresas para hacer sostenible su trabajo, la autoconstrucción como movimiento campesino y para sacar adelante su propia producción, vende servicios para no depender del Estado y evitar ser cooptada.
Hoy es mayoritaria la participación de mujeres en CEPCO debido, entre otras cosas, a la migración de los hombres, ellas cambiaron sus vidas personales pero también la comunitaria, empezaron a incorporarse a las estructuras municipales y en otras organizaciones, “fue un trabajo de reflexión, de capacitación, de ir y venir, de vencer obstáculos…”
Josefina Aranda recuerda que las donatarias norteamericanas pedían que las mujeres estuvieran en la dirigencia y ella les respondía que llegar a eso no era acto de magia, que era un proceso a través del cual los hombres debían sensibilizarse y que ellas tendrían los elementos para ser dirigentes y no ser solo monigotes.
“Ya puedo decir con gusto que se logró”, apunta al referirse a Leonor Fernández Allende, una de las cafetaleras que dirigió el Consejo, pero también “fue una construcción dura, difícil, con contradicciones y muy sufrida, como cuando asesinaron a la compañera Estela Abrosio Luna, en la zona Loxicha, “sentí una amargura tremenda, llegue a pensar que debía retirarme a escribir mis libros, puros, duros y verdaderos”, sostiene cuando recuerda que la pérdida de Estela la confrontó porque había colaborado para que ella fuera una defensora de los derechos de las mujeres.
Educación para transformar
Josefina Aranda que combinó la academia con la realidad social de las mujeres afirma que la educación es realmente el elemento que permite transformar la inequidad, injusticia e impunidad y la Universidad es una plataforma importante para lograrlo.
Seria aspirante a la rectoría de la UABJO, no se amedrenta ante “los golpes bajos” que ya empezaron, porque dice que es más importante concluir un proyecto educativo para la UABJO que inició el ex rector Francisco Martínez Neri y que se continúo el actual rector Rafael Torres. “Lo prioritario es la formación y la investigación, y que los estudiantes tengan la posibilidad de convertirse en los mejores de Oaxaca.
Sin embargo, reconoce que será una lucha dura de intereses personales y familiares por seguir controlando la máxima casa de estudios, por ello exigió a sus posibles contrincantes “juego limpio” y que compitan sí con proyectos educativos, democráticos y de participación equitativa, “que no se extralimiten en la tentación de ocupar fuerzas externas en la contienda, porque yo no lo voy hacer”.
Criticada por no haber nacido en Oaxaca y llamada despectivamente “defeña”, Josefina Aranda sostiene que la vida le dio la oportunidad de desarrollarse como persona y como profesionista en Oaxaca, tanto así que ha sido reconocida como Ciudadana Distinguida por el H. Ayuntamiento de Oaxaca y mejor aún, apunta, no haber nacido en esta entidad no representa ningún impedimento en la Ley Orgánica ni en el reglamento universitario.
También descarta ser en lugar de Josefina, “la delfina” del actual rector porque asegura que Torres ha mostrado preferencia por más de uno.
De lo que se trata es de fortalecer y concluir el proyecto académico cuya posibilidad es tener la Universidad que Oaxaca se merece, dice con un aire de satisfacción porque ha sido parte de la pasada y de esta administración.
Y en tanto para los otros el que sea mujer, consideran un punto vulnerable, ella asegura que ser mujer es un área de oportunidad, el problema es que algunos hombres piensan que no dejarán que una mujer mande.
Tanto así que elaboraron un panfleto –afirma- donde pretenden descalificarla llamándola “vieja”, vieja por la edad y vieja por ser mujer, a lo que responde que la edad da sabiduría, experiencia que para un cargo tan importante como la rectoría y, por otro lado, señala en tono chusco que “viejos los cerros y reverdecen y vieja la luna y volvemos a verla”.
Sin ningún temor y mucho profesionalismo, Josefina Aranda construye un proyecto académico participativo, como base fundamental de su éxito y plantea dar una lucha fuerte, clara y contundente en contra de todos los problemas de desigualdad que hay en la universidad en todos los niveles, resolviendo asuntos que hasta ahora no han sido atendidos como el hostigamiento sexual y otras violencias contra las mujeres, siguiendo para ello el modelo probado que aplica la directora general del Instituto Politécnico Nacional, Yoloxóchitl Bustamante.
Por lo pronto, Josefina Aranda sigue su marcha en busca del cargo más importante en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, sería apenas la segunda mujer en dirigir la institución fundada en 1827, sólo que esta vez se incluirá la visión sobre la condición social de las mujeres y, sin duda alguna, dará respuestas en ese sentido.