La gente de Túnez lo ha logrado: organizar el12º Foro Social Mundial con escasísimos fondos, donde se esperaban unas 70 mil personas provenientes de todo el mundo, llegadas para compartir experiencias y alternativas para “otro mundo posible”. La Universidad El Manar, un conjunto de edificios blancos, con ventanas y puertas azules, ubicados en una colina, es famosa por haber sido un hervidero de lucha contra Ben Alí, el ambicioso militar que hizo un golpe contra Burguiba, llegando con el tiempo a controlar gran parte de las riquezas del país.
La educación tunecina, que cuenta con el 6% del gasto público, tiene índices internacionales de competencia aceptables. La que vemos circular en el campus es una juventud apasionada, que va y viene, discute en grupos, distribuye folletos de sus asociaciones.
El gobierno islamista del partido Ennhada, filial de los hermanos Musulmanes, actualmente en el poder en Tunisia, está cuestionado por la izquierda del Frente Popular por estar más atentos al pago de la deuda contraída por la dictadura, y a engraciarse las multinacionales, (que dominan la vida económica mientras los ricos tunisinos tienen sus capitales en el exterior), más que atender a las demandas de trabajo, democracia y justicia de la juventud. Un cuarto de la población vive en condiciones de pobreza.
“Dignidad, dignitè, dignidade, dignity”, una palabra declinada en muchos idiomas y situaciones, es el lema del Foro que sintetiza los deseos de los pueblos del mundo, y se organiza alrededor de temas como el cambio climático, la necesidad de un nuevo modelo de economía, los derechos de la Mujer, el drama de la Palestina, los sangrientos conflictos en el Medio Oriente. Vemos una dignidad dolorosa en las figuras de las madres de emigrantes africanos, que en la marcha inicial del Foro llevan la foto de los hijos ahogados en las aguas del Mediterráneo. Son miles los nombres de emigrantes desaparecidos, escritos en una larga hoja simbólicamente puesta sobre una barca, que en una plaza del Foro recuerda sus vicisitudes.
Vemos una dignidad dolorosa también en los ojos de Bessma Khalfaoui, viuda de Chokri Belaid, el líder del Movimiento Patriótico Democrático Unificado, asesinado el 6 de febrero, después de haber criticado el gobierno por no frenar la violencia contra los artistas de las llamadas Ligas de Defensa de la Revolución, parapoliciales, compuestas por islamistas salafistas. El dia 5 de febrero Belaid afirmó en televisión que el gobierno estaba dando luz verde a una serie de asesinatos políticos. Al día siguiente, cuatro balas en la cabeza terminaron con su vida. Millares de personas salieron a la calle, en una manifestación que quería ser pacifica, pero terminó con la muerte de un policía. Bessma Khalfauoi acompañó en un camión el cuerpo de su marido hacia el cementerio, y viendo la masa de gente que lo seguía, cantó el himno nacional. Días después, fue a visitar la viuda del policía.
El Foro Social Mundial ha escogido este año la sede de Túnez reconociendo el rol de “iniciadora” de las “primavera árabes”, y ha dado el honor de abrirlo a la Asamblea de Mujeres, reconociendo la importancia de las luchas femeninas contra la marginalización y el desempleo en la crisis del sistema capitalista, y en el mundo árabe musulmán, la lucha por sus derechos civiles. La violencia doméstica sigue siendo una lacra todavía por estirpar, alrededor del mundo. En los cinco del Foro asistiremos en vivo y en directo al conflicto que atraviesa las sociedades medio orientales, entre religión y estado, individuo y colectivo, fe y ley. Las universidades son un importante terreno de lucha ideológica, y la concepción del rol de la Mujer en el Islam está en el corazón del conflicto, pues el 98% de los tunisinos profesan la religión musulmana.
“En las últimas elecciones”, explica Bessma Khalfauoi, en un conversatorio sobre la democracia tunecina, “mucha gente ha votado a los islamistas, porque habían sido reprimidos en la dictadura, y ahora tenían el derecho de participar en la vida política. Pensaban que eran inocuos, pero fue un error de percepción, como en Egipto. El gobierno ha quemado el crédito que tenía en la población”.
Uno de los debates que nos involucran, expresa Jamila, exponente de la “Union de jeunes democrates”, (asociación estudiantil recién constituida que quiere hacer propuestas a favor de la juventud), es entre los que quieren aplicar lo que el Corán y la sharia (la tradición) dicen sobre la mujer, y los que apelan a la razón, a la reflexión de la persona. Además, se discute si en la constitución se debe hablar de “igualdad con el hombre”, o “complementaridad con él”, lo que sería, obviamente, un paso atrás. El código civil tunisino es entre los más avanzados de la región, pero en la práctica, la vida de las mujeres es más difícil.
La libertad de conciencia es un tema crucial, introducido en un conversatorio por Cherif Ferjani, un profesor de religiones comparadas, de ojos vivos y cabellera gris alborotada, acompañado en el debate por un jesuita de Barcelona, respresentante de Cristianismo y Justicia, y un católico italiano representante de la organización internacional “Somos Iglesia”. Cherif afirma que la mayoría de las guerras se han hecho “al interior” de las religiones, y no contra supuestos infieles. Esto porque las religiones se presentan como verdades absolutas. Pero se olvidan que entre el discurso del fundador y la actualidad hay la Historia, el “como” los que han detenido el poder han interpretado y puesto en práctica estos principios (incluyendo el “comunismo real”, que se ha vuelto una religión de estado), agrega Cherif. Triste verdad en el Oriente Medio, donde el sectarismo ideológico hace estragos. En Siria la lucha contra el régimen de Al Assad, una guerra por procura para un reequilibrio estratégico de las grandes potencias, donde hasta ahora han muerto 70mil civiles, se está complicando por la entrada de grupos islamistas radicales, financiados por los emiratos árabes, y no solo. En el Foro está presente, con un optimismo contra vientos y marea, la asociación “Peace in Syria”, que tras el fracaso de las negociaciones de las UN, propone una iniciativa desde la sociedad civil, enviando reconocidas personalidades como mediadores internacionales.
Desde los países del Golfo, llegan desde tiempo a Tunisia unos folletos y libritos cautivadores sobre el Corán y el rol de la mujer, que circulan también en el Foro. En uno de ellos podemos leer que la situación de la mujer en el Islam, en relación a las demás religiones, es lo mejor que una pueda esperar. Los cristianos quemaron brujas en siglos oscuros, entre los hindu y los chinos confucianos son los padres y maridos que toman decisiones sobre la vida de las mujeres, mientras en el Islam la mujer es respetada, y está feliz en su familia, pilar de la sociedad. No se mencionan lapidaciones, violaciones, mutilación genital, violencia doméstica, fustigaciones a quien ha sido violada, matrimonios forzados para niñas, que siguen dándose en ciertos lugares donde la “tradición islámica” es fuerte.
“Los derechos humanos son indivisibles y universales, no pueden estar sujetos a las leyes nacionales”, declara, en cambio, una brillante jurista palestina, que acompaña a Bessma Khaloui en el conversatorio sobre la democracia. Y agrega que los derechos de la mujer siguen siendo postergados también en el discurso de los dirigentes palestinos, con la excusa que se darán cuando la Palestina sea libre.
Una joven voluntaria tunisina del Foro, Arbia, que habla tres o cuatro idiomas, nos dice que lleva el tradicional pañuelo que cubre la cabeza por decisión propia. Nos habla con entusiasmo también del novio que estudia en Turín, el único a quien mostrará su más apreciado tesoro femíneo (la cabellera) en el día feliz de la boda. No le preguntamos si el novio recambiará la gentileza, pues en varias conversaciones con estudiantes varones nos han explicado con normalidad que el Profeta permite hasta cuatro esposas… por supuesto, siempre que sean tratadas con justicia, repiten con una sonrisa. Una chica con burka negro, filmada por dos varones, entra en el conversatorio sobre “Alternativa Mediterranea” provocando, avisando que viste así por decisión libre, y que se siente oprimida por los profesores que exigen la cara descubierta en las actividades didácticas. A su vez, algunos profesores se quejan por la actitud intolerante de los islamistas radicales.
Sin embargo, “Tunisia no se detendrá en su camino hacia la democracia y la justicia social, pues la sangre de Chokri Belaid ha marcado un antes y después”, escribe el estudiante Raba Ben Achour en una revista universitaria. Una mujer, Houcine Abassi, es secretaria general del poderoso sindicato UGT (Unión General de Travailleurs).
En la noche, la central avenida Burguiba resuena de cantos y tambores. Los bares rebosan de hombres, y algunas mujeres. Fuera del centro, no es bien visto que las mujeres frecuenten bares, nos explica Arbía. Pero el restaurante popular donde vamos a comer cuscous, una mujer anciana con su pañuelo en la cabeza cuida las cuentas en la caja, mientras su hija, siempre con pañuelo, organiza el trabajo de sus parientes camareros. Dos chicas estudiantes de ingeniería, vestidas a lo occidental, hablan de sus escasas perspectivas de trabajo.” Si la situación no mejora, tenemos que hacer otra revolución”. Lo dicen sin sonreír, pidiendo la cuenta a los camareros.